
Juan Luis Cebrián se ha ofrecido para ser el próximo presidente de la Real Academia Española de la Lengua. Lo confirmó en un comunicado: “Dirigir la Real Academia Española supone para cualquiera que sea elegido una gran responsabilidad. Si los académicos quisieran delegarla en mí me sentiría por supuesto inmensamente honrado”.
Dicen que la RAE necesita un gestor. Los recortes la han dejado en cueros. En esa tesitura, nadie mejor que un especialista en ruinas; alguien que haya llevado a lo que parecía un emporio al bono basura. Fue polémica su elección como académico, irrelevante su presencia en ella, pero puede acabar limpiando y, sobre todo, puliendo[1] su esplendor.
Pues eso.
[1] Aquí se usa el verbo pulir no tanto en las acepciones que recoge el diccionario de la propia RAE como en otra mucho más castiza. Ejemplo: “se pulió en dos días la herencia familiar”.
