«7 días de enero». Juan Antonio Bardem, 1978

LA SEMANA NEGRA DE LA TRANSICIÓN

La conmemoración, el pasado 24 de enero, del cuadragésimo aniversario del asesinato de cinco abogados y ayudantes laboralistas pertenecientes al Partido Comunista, a manos de una banda de pistoleros de ultraderecha y en la semana más trágica de la transición, ha dado pie a numerosos recuerdos, comentarios y programas dedicados a revivir desde diversas perspectivas aquellos hechos criminales. Sorprenden, sin embargo, las pocas alusiones que en ellos se han hecho a una obra destacada en el panorama audiovisual español, y no tanto por sus méritos estrictamente cinematográficos cuanto por su valor testimonial y su voluntad de compromiso con la realidad social y política en aquellos momentos cruciales: 7 días de enero, dirigida por Juan Antonio Bardem meses después de los hechos y de la legalización del propio Partido, en la que se dice que tuvo bastante que ver la impresionante pero serena y contenida manifestación de duelo organizada por este en el entierro de los asesinados.

Tras pasar revista someramente a los durísimos acontecimientos de aquellos días, a base de fotos en blanco y negro y rótulos a modo de teletipo, la acción del filme de centra inicialmente sobre dos ejes principales: la actividad del despacho laboralista de la calle de Atocha, en Madrid, junto a las reuniones clandestinas de sindicalistas implicados en la huelga general del transporte, y por otro lado el ambiente familiar y político que rodeaba a dos personajes de ficción, el joven Luis María y su novia Pilar: clase social elevada, franquista hasta la médula, y altos mandos militares que se declaran dispuestos a intervenir ante lo que para ellos es una alteración insoportable del supuesto orden tambaleante ya del posfranquismo.

Al mismo tiempo, Luis María recibe adiestramiento paramilitar por parte de un notorio ultraderechista, representante de los marginados que, sin embargo y por diversos motivos, se entregaban en cuerpo y alma a mantener el estatus del régimen. Con él aprende a disparar y a hacerse un hombre, de cara a una posible intervención armada, que llevará finalmente a cabo en el bufete de los abogados, aunque su cobardía lo dejará en segundo término durante la matanza.

El constante juego en paralelo hace que la película sea, además de un emocionado homenaje a las víctimas de aquella atrocidad, un intento de explicar –que no de comprender y mucho menos de aceptar– el caldo de cultivo que hizo posible la aparición de personajes como Luis María y sus conmilitones, en un momento de máxima tensión social y política. Y no conviene olvidar, para entender el componente emocional que impregna la cinta, que su autor, Juan Antonio Bardem –en esta ocasión con la ayuda en el guion del periodista y escritor Gregorio Morán–, fue un destacado miembro del Partido que desde los años más oscuros del franquismo había utilizado sin ambages su cine como arma de resistencia y de reflexión crítica contra la situación imperante, siempre en la medida en que se lo permitía una censura férrea.

Esa firme voluntad se manifiesta, entre otros aspectos, en la inserción de numerosos fragmentos documentales, captados tanto por colectivos de izquierda como por los corresponsales de diversas televisiones extranjeras, entre ellos las impresionantes imágenes del entierro ya citado, mientras la española –única por aquel entonces– daba una versión manipulada, suavizando u ocultando sin más los acontecimientos de carácter represivo y magnificando los protagonizados por grupos terroristas como ETA y los GRAPO.

La singular estructura resultante hace que, aunque un rótulo inicial advierta de que se trata de una combinación de hechos reales e imaginarios y no se pretenda determinar la verdadera identidad de los asesinos –algo imposible en aquel momento, e incluso bastante después–, 7 días de enero figure de manera destacada, a pesar de ciertos defectos como unos diálogos demasiado discursivos o unas interpretaciones algo rígidas en algunos casos, entre las películas imprescindibles para mantener viva la memoria y poder estudiar la evolución de la sociedad española, máxime en unos años, los de la transición a la democracia, cuya significación última se discute hoy con especial intensidad, desde puntos de vista muy diferentes.

FICHA TÉCNICA

Dirección: Juan Antonio Bardem. Guion: Juan Antonio Bardem y Gregorio Morán. Fotografía: Leopoldo Villaseñor, en color. Montaje: Guillermo S. Maldonado. Música: Nicolás Peyrac. Intérpretes: Manuel Ángel Egea (Luis María), Fernando Sánchez Polack (Sebastián), Madeleine Robinson (Adelaida), Jacques François (don Tomás), Virginia Mataix (Pilar), José Manuel Cervino (Antonio), Joaquín Navarro (Navarro), Alberto Alonso (Cisco Kid). Producción: Goya Films-Serafín García Trueba y Les Films des Deux Mondes (España y Francia, 2013). Duración: 128 minutos.

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