«Homero» Rajoy dice adiós

Se va tras elegir su epitafio en forma de comparación: “como Homero, atado al mástil de su barco para no sucumbir a los cantos de las sirenas” y después de hacer la apología de su máxima de gobierno: “lo más difícil y lo más útil es no moverse cuando no toca”. Así seguirá hasta el Congreso Nacional del PP que, una vez convocado por su Junta Directiva, ratifique “el punto final a esta etapa” y el “liderazgo de otra persona” –a la que recibirá en posición de firmes, «a la orden»–, porque es “lo mejor para mí y para el PP o, de otra forma, para el PP y para mí. Y creo también para España. Lo demás no importa nada”.

Fue la conclusión de un discurso con escuetas reiteraciones y alguna afirmación sorprendente. Aludió a los “retos extremos que tuvo que afrontar este gobierno”: primero, Cataluña; segundo, la economía; tercero, “el paquete de leyes más importante contra la corrupción”, aunque a este respecto reconoció haber “callado para no contribuir a la descalificación de la política”. No evitó invectivas frente a las “manipulaciones y mentiras” y “la campaña falaz e hipócrita (…) contra mi partido y mi persona”, hasta calificar lo ocurrido como “un ejemplo insuperable de postverdad”.

Culminó su balance con dos medallas olímpicas para provocar la estupefacción de los escépticos: el cambio en la Jefatura del Estado –“le tocó tripularlo al PP”– y “la disolución de ETA”.

Otra más: aseguró que ”no nos han censurado los ciudadanos”, “los ciudadanos nunca nos retiraron su confianza”, “no pueden sustituir la voluntad de los ciudadanos”. Así, sin matices, sonaba a Puigdemont e invitaba a pensar que la moción de censura pudiera interpretarse como un golpe de Estado.

Adiós a Mariano, adiós a Rajoy, ¿le sobrevivirá Mpunto?

Homero Rajoy podría ser otra manera de pasar a la historia o de buscarlo en Google, que en estos tiempos viene a ser lo mismo. Hay dos opciones:

(Nota: La ceremonia de la despedida de Rajoy no consiguió contraprogramar el efecto por goteo de los nuevos ministros de Pedro Sánchez. Hasta que llegó Aznar, y la armó.

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