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¿Podría usted ordenar estos epítetos de menor a mayor, desde el más leve hasta el más extremo?
Inténtelo.
- Tonto
- Memo
- Bobo
- Lerdo
- Mostrenco
- Gilipollas
- Imbécil
- Cretino
- Idiota
- Tonto del culo…
De esta manera dejaremos de generalizar, que está muy feo, y de repartir estos calificativos a voleo. Al contrario, podremos asignarlos con precisión, dando a cada cual el suyo, el que realmente merezca.
Haga usted su propia lista y ponga ejemplos. Se tranquilizará. Dejará de despreciar a los demás y se limitará a diagnosticarlos.
Más adelante habrá tiempo para cambiar la perspectiva, para ordenar los epítetos positivos aplicables a cualquier ciudadano sin distinción de sexo, raza, religión, clase social o ideología. El problema de esos calificativos favorables estriba en que no compiten entre sí, no son intercambiables u homologables. Y eso dificultará el ranking y el diagnóstico.
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