Hombres ruines en un paisaje oscuro

El cuadro es estremecedor: el personaje central, siempre excesivo, no admite condescendencia; el entorno en que se mueve, tampoco. Sin embargo, lo más sorprendente no son los trazos gruesos del protagonista o la oscuridad del espacio donde actúa, sino que todos los actores tengan nombre y apellidos conocidos y que todos ellos obliguen, con sus propias miserias, a repensar el paisaje en que se mueven, un territorio que en algún tiempo sirvió y se usó como referencia de la racionalidad y el progreso.

El hijo del chófer (Tusquets, 2020) no es un relato construido para entretener o provocar. Es una biografía y un libro de historia. Por eso da miedo. Jordi Amat no busca una narración aséptica sino quirúrgica; usa el bisturí, que disecciona y rasga, y evita los placebos que, al parecer, fueron norma de la casa.

La peripecia de Alfons Quintá y de la Cataluña que emergió de la dictadura y se fue reconstruyendo en la democracia, a partir de la recuperación de sus propios órganos de gobierno, rompen el relato edulcorado que se asumió en muchos casos no tanto por benevolencia como por ignorancia, por una especie de respeto cultural bajo el que se ampararon actitudes poco edificantes, si no ruines. El periodismo, la restauración de la Generalitat o el seny de una sociedad con buen cartel exterior escondían una realidad de ambición, poder y abusos. En ámbitos tan dispares como el mundo financiero y empresarial, en los medios de comunicación o en la política.

La crudeza del retrato se incrementa por la sensación de fraude que provoca en lector que ingenuamente no solo respetó a muchos nombres que aparecen en el libro, sino que decidió ser cómplice con buena parte de las reivindicaciones que asomaban en su argumentario.

Jordi Amat ha conseguido con El hijo del chófer construir una novela abrumadora sin un gramo de ficción. Tan brutalmente real que puede parecer increíble, pero que, por cierta, obliga a reconsiderar algunos principios o criterios que habíamos fijado en nuestra manera de analizar y valorar tanto a algunos personajes como al país que ellos en buena medida construyeron. Con un protagonista sin límites, esta es la historia de muchos hombres ruines en un paisaje oscuro.

 

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