Noviembre 15. Puntos de vista

En una lista de correo que sigo con cierta regularidad, aunque sin una participación frecuente, me entero de que un juez ha cerrado la web Ateak Ireki. Lo siento poco, porque es la primera vez que oigo algo de ella. Por los comentarios que leo deduzco que tiene vínculos abertzales, cosa que una parte de los colisteros considera significativa para emitir un juicio sobre la decisión judicial, mientras que a otros no les afecta en nada. Son éstos los más radicales detractores de la decisión del juez.

Pronto sale a relucir la libertad de expresión y e incluso aquella frase un tanto épica: “Odio lo que dices, pero daría mi vida por defender tu derecho a decirlo” y entonces se me ocurre que en esto de la libertad de expresión hay mucho tongo.

Yo, por ejemplo, no daría ni un pelillo de mi antebrazo si un tribunal suprimiera todas, todas, todas, las tertulias. Es más, correría darle un abrazo al juez por más gordo y seboso que pudiera parecer a primera vista. Porque nada hay en ellas que se asemeje a un derecho defendible por el conjunto de la sociedad. Ahí solo hay intereses ocultos y manipulación; aún peor, un instrumento que cercena la libertad de pensamiento de muchos.

Siempre se puede matizar: tal vez Ateak Ireki no merezca la consideración de un tertuliano. Es más, estoy casi seguro de ello. Salvo que también ella, aparte lo sabido, sea asimismo tertuliana. Entonces no debería librarse del fuego eterno.

Sin embargo, a la vista de que el mundo camina por autovías en sentido contrario al mío (no oculto la paranoia), estoy dispuesto a hacerme tertuliano para defender la libertad de expresión como lo hacen los propietarios de los medios y sus secuaces. También hay quienes la defienden porque creen en ella; suele ser gente muy creyente.

* * *

El fiscal del caso Noos afirma nuevamente que no existen indicios de delito en el comportamiento de la infanta Cristina. Pero sorprende uno de sus argumentos: «Tampoco las operaciones en las que (la infanta) utiliza el dinero (de la cuenta de la sociedad Aizoon que compartía al 50% con su marido) pueden calificarse de irregulares, en tanto que no son ajenas a la práctica común del mercado». En eso, la verdad, hay que darle la razón, aunque el argumento,más que a exculpación, suene a incriminación. Puntos de vista. 

* * *

Reproduzco el primer párrafo del artículo de Fernando Vallespín, titulado El discurso del método, porque ratifica algunos comentarios que se han hecho aquí: «No hace ni una semana que finalizó la Conferencia Política del PSOE y ya apenas se habla de ella. Quedó sepultada debajo de la basura que inunda las calles de Madrid, el caso Wert, los requiebros de la cuestión catalana y la sorprendente sentencia del Prestige. Imagino la frustración de quienes con tanto esmero y dedicación elaboraron el programa al ver cómo se ha zapeado ya hacia otras cosas. La tiranía de la inmediatez que rige en los medios imposibilita la reflexión sosegada. Como dice Bourdieu, provoca, por el contrario, un pensamiento rápido, una representación discontinua del mundo, fragmentada, que impide distinguir adecuadamente entre lo nuevo y las meras “novedades”. Los discursos de los partidos son, además, poco mediáticos. En este nuevo espacio público las ideas deben ser prêt-à-porter,de fácil digestión. Lo que importa en realidad son las personas, quién haya salido ganador o perdedor en el envite, la colocación respectiva de los aspirantes cara a las próximas primarias. O, en su caso, si el discurso resultante es más o menos de izquierdas y las consecuencias electorales que eso pueda tener. Recuerden que hasta hace poco la mayor acusación que se hacía al PSOE es que carecía de discurso. Cuando al fin lo aportan ya casi no parece interesar, la atención se ha desviado hacia otro lado».

* * *

1. «Europa proclama el final del rescate español«.

2. «Europa pide más ajustes por 35.000 millones hasta 2016«.

3. «Rescate limpito, pero caro para usted«.

4. «Todavía hay riesgos»

5. ¡Madre mía! Fin de la citas.

Artículo anteriorNoviembre 14. Preguntas limpias
Artículo siguienteGuerra fría, relaciones calientes