
30 de marzo
De vuelta a casa para estar pronto de vuelta al molino, por lo que volveremos a casa para volver al molino y así sucesivamente. Volver, volver… ¿Esto no era lo del eterno retorno que alentaron los estoicos y del que también lucubró Nietzsche? ¿Verdad?
29 de marzo
Reconforta la entrevista de Berna González–Harbour a Manuela Carmena. Mas allá y más acá de la ideología, la actitud.
El esto del día se hace mas llevadero con un buen prólogo.
28 de marzo
Ronda de consultas: el Mapa Emocional, SomosHurdeS. Ilusiona y asusta. El riesgo existe, pero la resignación a la rutina mata antes de tiempo. Y ahí andamos: queriendo sobrevivir.
26 de marzo
Vuelvo al centro de menores. Pienso en S. Me asoman una lágrima y una sonrisa. Luego, el agrio sabor de la impotencia.
25 de marzo
Toca uno de esos días en los que la madeja sea convierte en lío y más vale desprenderse del ovillo que seguir intentando desatascar el cordel.
24 de marzo
El proyector del centro escolar era un despropósito. La proyección trapezoidal, la escasa luminosidad, el deficiente sonido… Sin embargo, en el Centro de Menores todo aquello pasaba desapercibido. La mala calidad de la proyección de El 72 no impidió descubrir la emoción de un relato formidable de una época–ojalá, para bien, irrepetible. Sin embargo, allí estaba un grupo de menores, procedentes del África subsahariana, que impedía la más leve nostalgia. Estos chavales reclaman mucho más apoyo. De comprensión… ¿hablamos?
23 de marzo
«En España no nos faltan huevos». Un telediario de televisión incorpora este rótulo a la información sobre las repercusiones del conflicto entre Trump y buena parte del mundo. Viene a decir la información que no todos los países son autosuficientes en tan delicada materia, dado el desigual reparto de gallinas entre unos lugares y otros.
No consigo contextualiar el problema. Leído el rótulo, mi cabeza huye del contexto: «En España no nos faltan huevos». ¿Eso es bueno? ¿Malo? ¿De qué huevos estamos hablando? ¿De gallina, avestruz, codorniz…? ¿O directamente de testosterona?
22 de marzo
Encuentro en El País una glosa necrológica sobre George Foreman, un boxeador legendario, a juicio del firmante y del medio que la publica.
Ahora que habíamos convenido que las corridas de toros no son una manifestación artística –por lo que, razonablemente, algunas instancias vetan sus referencias en medios bien pensantes–, ocurre que esos mismos medios ilustran la lidia a puñetazos, en ocasiones no extrañas con consecuencia de muerte, entre bárbaros a los que se reconoce como héroes.
Algunos buscan, e incluso encuentran, modos y maneras de explicar esas contradicciones. Otros abundan en la glosa de la barbarie:por ejemplo, ensalzando hasta la náusea a salvajada de ese supuesto deporte que representa un tal Tupuria.
21 de marzo
Esta fecha podría servir como Día de La Madre, pero estaría cargado de nostalgia. Preferiría celebrarlo, tal vez, el 17 de abril.
El paso del tiempo cambia las perspectivas cuando ya de nada sirven los lamentos.
20 de marzo
Me llama la atención la cantidad de editorialistas que proliferan en periódicos y emisoras de radio. Antes, un medio de comunicación solvente estaba repleto de informadores y acudía a unos pocos colaboradores para trasladar sus opiniones a partir de los datos conocidos. Era así o así debía ser. Sin embargo, en los tiempos que corren la información la elaboran los opinadores y, de vez en cuando, surge un editorialista que informa. Raramente, porque estos también van a lo suyo. Al ciudadano solo le cabe militar.
19 de marzo
Años atrás este era el Día del Padre. Me suena a antiguo. No obstante, mis hijas me felicitan; es decir, festejan al antiguo. Les agradezco el detalle con ironía. La felicitación al padre por las hijas que tiene tal vez tenga algo de autofelicitación. Solo así cabe explicar la generosidad que muestran a su progenitor.
18 de marzo
El debate sobre la acogida de menores por parte de las Comunidades Autónomas apesta. Solo sirve para demostrar que la sociedad a la que muchos aspiran solo tiene un elemento de unión: el egoísmo.
17 de marzo
Me empiezan a obsesionar los nuevos proyectos en los que me he metido y me preocupo no tanto por el malestar compulsivo propio de un nuevo empeño como, sobre todo, por haber inducido a unas cuantas amigas (mayoritariamente son ellas) tan voluntariosas como resistentes. De repente, cuando todo parecía abocado al fracaso, han surgido algunos apoyos de ciertas instituciones que nos impelen a tirar hacia adelante. Y ahí andamos o, al menos, yo ando. En el dilema clásico: o susto o muerte.
16 de marzo
Vuelta a casa con escalas: Boadilla, Sanse, Alcobendas, Sanse… Cuando llega la hora de volver definitivamente a casa la calefacción ha hecho su trabajo. Hacía falta.
15 de marzo
Ha dejado de llover. El molino luce espléndido, pero el río protagoniza el espectáculo de luz y sonido.
14 de marzo
Hoy es viernes, pero me he empeñado en que parezca domingo.
La reunión de la víspera presagiaba un digestión con resaca, pero entre la noche y el día se intercaló un cumpleaños que conjuró los atisbos de mal rollo. Y así el día laborable se transformó en fiesta de guardar.
13 de marzo
El agua explica la orografía de Las Hurdes dibujando un paisaje formidable, no siempre apacible, a través del cauce de ríos, gargantas o meandros. El agua expresa a su modo el gozo de lo apacible que en momentos como estos se viste de pasión e incluso de violencia. El sonido abruma.
12 de marzo
Doble sesión con María José e Isabel. Un día, en Pino; al siguiente, en Plasencia. Traen, por separado y por juntas, momentos y recuerdos de otro tiempo que adquieren una nueva dimensión en el molino hurdano o en la plaza placentina. Por el tiempo transcurrido, por los distintos ámbitos de nuestras actividades y, sobre todo, por las ausencias se tejen complicidades y afectos sin ambages. Merecería la pena repetir.
11 de marzo
Paso dos semanas pendiente de las previsiones meteorológicas tratando de eludir las catástrofes que se anuncian. Sin tiempo ya para prolongar la espera de la llegada de un tiempo en calma, acabo metido en el charco. No obstante, puedo escribir tras haber alcanzado el destino pretendido.
10 de marzo
Viendo pasar el tiempo con ruido de lluvia tras los cristales.
9 de marzo
El fantoche que desquicia al mundo con su mano al alcance del botón nuclear puede acabar con la humanidad. No es elmúnico procedimiento imaginable por mente tan repugnante. Aún le caben otras vías para lograr el mismo objetivo. El fantoche las conoce y las maneja. No practica el juego del loco, aunque la verdad sea que está loco.
Un temblor o un nuevo brote psicótico separan al mundo de su definitiva ruina. O aún peor. Cada vez hay más gente que le apoya y, supuestamente, le comprenden, aunque sus capacidades excluyan el raciocinio y, por supuesto, la comprensión de los efectos de cada brote del psicótico.
Un fantoche, sí, maneja el mundo sin necesidad de recorrerlo. Qué tiempos aquellos en los que soñábamos con un fantasma que recorría Europa…
8 de marzo
Veo a M. en la fiesta y no me cabe la menor duda de que merece la pena defender aquello en lo que una (este es el caso) firmemente cree. Y yo me siento orgulloso de que así sea.
7 de marzo
Los judíos fueron víctimas del nazismo. Los palestinos lo son ahora del estado judío. ¿Dónde quedaron las alianzas? ¿Y la dignidad?
Del «a por los judíos» al «que vienen los judíos». ¿Era eso la banalización del mal?
6 de marzo
Las tertulias que promueven los medios de comunicación han dado paso al chismorreo de las redes. Y los ciudadanos parecen obligados a decantarse por los unos o las otras; empujados a un debate público sin otras referencias o argumentos complejos. Y por supuesto, sin advertir que una cosa es predicar y otra, dar trigo.
Hablar se convierte en un hecho gratuito, pero no desinteresado. Lo que las tertulias y las redes proclaman solo confunde. No solo por su parcialidad o su simplismo, sino porque, en el mejor de los casos, y más allá del debate ideológico –que tampoco es frecuente–, esconden la complejidad de las opciones y sus efectos, . El debate ideológico debe profundizar en el trigo; y en la prédica, los charlatanes. Y entre lo uno y lo otro, el ciudadano tiene que aspirar a defenderse.
5 de marzo
Sigo buscando lo que no encuentro y, en contrapartida, encuentro lo que no busco. Por ejemplo: entre notas y apuntes añejos se me aparecen algunas cartas dirigidas a mi padre para contarle, una vez muerto, lo que no fui capaz de decirle cuando estaba vivo. He pensado algunas veces en subir aquellas reflexiones a este diario, pero no encajan con la banalidad que abunda en este espacio. Lo dejo.
4 de marzo
Paso la mañana buscando un documento entre los múltiples discos en los que he ido escondiendo (aunque el objetivo era guardarlos) documentos pasados que me permitan en caso de necesidad (como es el caso) avanzar en gestiones venideras. Ni pa´trás. Apenas he encontrado un sucedáneo de lo que buscaba y solo me queda esperar a reencontrar el documento, impreso en papel, en mi próxima visita al molino. Un desastre, porque escondo (más que guardo) los archivos de una manera deslavazada, con redundancias atosigantes y ausencias incomprensibles que impiden recuperar el tiempo perdido y, lo que es peor, añadir al olvido el extravío.
En contrapartida me han aparecido algunas anotaciones que me han divertido, aunque dos horas después ya no sé ni dónde están ni para qué podrían servir.
3 de marzo
“Una mano no aplaude sola”. Este dicho saharaui destaca el valor de lo comunitario. Vivimos momentos en los son necesarias muchas manos para acallar el griterío y los puñetazos.
2 de marzo
Reinciden los ecos de la noche anterior. Me abruma la mierda que vamos a dejar a quienes nos sucedan. ¿O aún hay tiempo y lugar para apartar tanta ignominia? Un hombre solo no puede equivocarse tanto. En este thriller hay muchos asesinos, innumerables cómplices y una galaxia de imbéciles.
1 de marzo
Sigo paralizado tras la escena de Volodimir Zelenski acosado por Donald Trump y su mamporrero J.D. Vance. No consigo sentirme espectador de este abuso y, por ello, vuelvo una y otra vez a confirmar la ignominia. Me siento personalmente agredido por quien desprecia cualquier argumento razonable. No sé si será posible superar tanta sinrazón, pero quiero pensar que será imposible olvidarla.
28 de febrero
Termina «febrero, el mocho».
La duración de los meses se grababa en la escuela con una regla nemotécnica inolvidable: «Noviembre tiene 30 días, como Abril, Junio y Septiembre. Los demás, 31, menos Febrero, que es mocho, y tiene 28». Al cabo de los años la duración de los meses está asociada indisolublemente al nombre de cada uno de ellos. Pero hubo un tiempo el que la musica o la rima del «mocho» nos ayudaron a saber hoy es fin de mes.
27 de febrero
No puedo escapar de la ciénaga informativa. Me asombra la desfachatez del presidente de la Generalitat Valenciana, que busca desesperadamente entre sus colaboradores a quién responsabilizar de las víctimas de la Dana. Huele a muerto. Y pasa lo habitual en estos casos: que, cuanto más se mueve el cadáver, más se multiplica el hedor. Insoportable.
26 de febrero
Tiempo de crisis. Sin escapatoria. El cristo se ha organizado en El País. O en Prisa. Y no sabemos hasta dónde alcanzará, aunque lo viéramos venir.
Esto sí es un problema político de primer nivel. Porque afecta directamente a los ciudadanos y porque contribuye a la orfandad de un buen número de personas que no encontraban un medio mejor para estar informadas. Por consiguiente, como se decía en otros tiempos, está en riesgo un requisito imprescindible para la mera convivencia.
Hoy nos asalta el susto, pero las consecuencias pueden ser peores. El festejo que no ocultan algunos medios de trinchera –ideológica o económica– destaca la importancia de lo que estamos en vías de perder.
25 de febrero
Cuando se aproximaba cada fin de mes, amén del 18 de julio y el 24 de diciembre, mi madre hablaba de Santa Nómina Bendita. Un tributo litúrgico a la paga extra que percibía mi padre, funcionario de lo que entonces se llamaba INP (Instituto Nacional de Previsión) y que más adelante quedaría integrado en la SS (o, para evitar equívocos, Seguridad Social). Aunque con diferente fervor, los días 25 de cada mes aguardo la llegada de Santa Pensión. Un derecho ganado a lo largo de años de cotización, pero imposible de mantener sin las cuotas de solidaridad requeridas a los trabajadores en activo.
Lo agradezco asumiendo con satisfacción las retenciones que Hacienda realiza a cuenta del IRPF impuesto a la mayor parte de los ciudadanos, la otra cara de la equidad y la solidaridad. Podría añadir algún comentario sobre la desigual aportación de unos u otros ciudadanos o del fraude que encubren no pocos padres de la patria. Pero hoy es Santa Pensión y me ha dado por agradecer lo que recibo.
24 de febrero
Hace 70 días presentamos un proyecto cultural a una institución pública. Hace 15 que nos respondieron «Pronto tendréis noticias». Hace una semana las noticias anunciadas se convirtieron en un requerimiento de información. La reenviamos… y aquí estamos.
Hace 68 días presentamos otro proyecto cultural a otra institución pública. Les encantó la idea, o eso dijeron. Desde entonces, hemos requerido una repuesta. La siguen pensando.
A este paso o nos hacemos tamborileros o pedimos recomendación a Iker Jiménez o a alguna charanga carnavalera. Dicho sea con el debido respeto a los tamborileros.
23 de febrero
Menuda fecha. Inolvidable. No solo por razones históricas, sino también personales y profesionales.Para que no faltara de ná, el 23F también tuvo repercusiones económicas muy concretas en mi bolsillo. Las recuerdo 44 años después.
Sin embargo, hoy sabemos que un intento global de golpe de Estado se encuentra en vías de ejecución bajo la apariencia y la contradicción de los nuevos procedimientos democráticos. Algo de lo que parece estar en fase de cocción (a fuego fuerte) convierte aquella fecha en una curiosidad localizada que en algún momento nos pareció anacrónica. No solo no lo era. Si acaso, un anticipo, como estamos viendo ahora.
Tejero o a Milans no fueron más que unos imbéciles a los ojos de Trump o de Musk.
22 de febrero
Dice el titular de El País que «El 58,6% de los mayores de 65 años cree que los hijos les atienden peor que antes, según el CIS«. Conclusión: formo parte del 41,4% restante. Tras esa primera reflexión, hay algo que me llama la atención: el «les atienden» que debería ser «los atienden» (complemento directo de un verbo transitivo, según lo que me enseñaron hace casi tres cuarto de siglo en mi escuela graduada). En medio de esa disquisición, surge otra duda: no sé si el peor trato se compara con el que recibían los afectados cuando eran más jóvenes o si la comparación se establece con los mayores de generaciones anteriores. Llegado a ese punto, me reconozco como un pejigueras, aunque ignoro si más o menos petulante que los de otras edades u otras generaciones.
En cualquier caso, no es mi caso: no puedo darme por incluido en el sector mayoritario. Mis hijas me han tratado mejor que como yo traté a mis padres, pese a carecer de conciencia de mal hijo.
¿Y de mal padre? Una vez se lo pregunté a una de afectadas. Buscó una evasiva. Le reclamé algo más concreto –un calificativo, una nota– que definiera mi ejercicio paternal. Me dio un 7. Como ella suele ser bastante sincera, temía algo qpeor. O que se escabullera. Solo lo pensó un poco. Y me alivió.
21 de febrero
Los casos de Juan Carlos Monedero o de Íñigo Errejón embarran la vida pública, deprimen a los ciudadanos decentes y, por añadidura, ciegan las expectativas de quienes pretenden una sociedad digna basada en el respeto. Sus referencias denigran el afán de una convivencia justa, construida a partir de la voluntad de igualdad.
Gente así no es de fiar. Su comportamiento repugna. Y las personas que en alguna medida compartían lo que ellos proclamaban se desconciertan y acaban desconfiando de la autenticidad de los valores que decían representar. La izquierda que aboga por la igualdad y el respeto solo puede sobrevivir a partir de la decencia.
En otros ámbitos del espectro ideológico casos parecidos son norma frecuente de conducta, forman parte del paisaje, pero no afectan, no inquietan; ni siquiera preocupan. Forman parte del paisaje. Se asumen e incluso en ocasiones se enarbolan como un elemento lógico derivado del poder que representan.
¿Recuerdan a Nevenka? Hay muchas. Desgraciadamente, en cualquier parte, aunque no se denuncien de la misma manera. La barbarie se digiere porque es consecuencia –o eso dicen– de la naturalea humana.
20 de febrero
Una vez más la Justicia decepciona. La sentencia que castiga al expresidente de la Federación Española de Fútbol a abonar 10.800 euros por su abuso sobre Jenifer Hermoso, le exonera de la acusación por coacciones. Conclusión: el “Se acabó” que en aquel momento reclamaron las futbolistas, sigue siendo una reivindicación legítima y coherente, aunque todavía no alcance el valor de una conquista definitiva e irreversible. La decisión judicial decepciona, pero en cualquier caso reivindica la actitud y el orgullo de las futbolistas. Esa será su victoria.
19 de febrero
¿Reflexiones o diversiones?
. Aquel futbolista era tan bajito que se le consideraba el mejor especialista en juego subterráneo.
. Para quienes se acercan a algunas instituciones con el exclusivo ánimo de colaborar en la tarea que a ellas les corresponde, el juego de la oca solo tiene tres casillas: el pozo, la prisión y el laberinto.
18 de febrero
«Si vis pacem, para bellum». La frase se atribuyó a Julio César.
Mi madre lo concretaba en otra paradoja: «Dios escribe derecho con los renglones torcidos».
En cualquier caso, mera palabrería para justificar un desatino del «calibre» en el que estamos atascados.
17 de febrero
Trump ha secuestrado el debate y la agenda públicas. Todo gira en torno a la barbarie que expande. Cada día, con más adeptos, aunque importe menos cuántos le secundan que a cuántos condiciona. Porque nos afecta a todos.
El riesgo mayor consiste precisamente en aceptar esa realidad como inevitable, en reducir la acción a la búsqueda de contrapuntos o contrapesos. Lo que urge es armar una lógica a favor de la ciudadanía y de la convivencia, de la igualdad y del derecho, de la solidaridad y la esperanza.
Sin esa ilusión o esas expectativas Trump y su grupete de amigos habrán vencido definitivamente. Lo vemos ya en un debate expropiado por la ultraderecha y en la actitud defensiva de quienes tienen la responsabilidad de alentar expectativas auténticas. Lo dijo Gabriel Celaya y lo cantamos con Paco ibáñez.
Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo.Eran tiempos también muy difíciles, en los que pudimos alentar cierta esperanza. Y ahora, ¿cabe esa posibilidad? Contémosla. Cantémosla.
16 de febrero
Si lo que se escribe en este Diario no se guarda, es como si no se hubiera escrito. ¿Me acordaré de esta máxima en el futuro? Constato (hoy es el caso) que el riesgo del olvido crece cada vez con mayor frecuencia. En ocasiones conservo en la memoria el asunto del que traté y, mal que bien, consigo rehacer el argumento. Pero hay otras en las que la pérdida se torna irreversible y al Diario le sacude una cierta sensación de cojera y melancolía.
– Pulsa actualizar, dice una voz escondida
Obedezco con 24 horas de retraso y sin saber de qué trataba lo último que escribí bajo esta fecha. Conservo, no obstante, la fecha. Me resisto a hacer un homenaje al vacío.
15 de febrero
La memoria recrea aromas que asocia a momentos y lugares concretos. En estos días he recuperado sabores que remitían a otro espacio y otros tiempos. Así he disfrutado del hornazo y el sanmarcos, de los turulillos de hojaldre y las raquetas, o del tiramisú más o menos modificado. Había motivos para la reunión familiar y nada mejor que estimular la memoria con evocaciones sabrosas.
14 de febrero
Donald Trump ha enviado a Munich a su vicepresidente, J.D. Vance, para advertir que le repugna Europa y que solo cuenta con un único aliado: la ultraderecha. No se trata de poner en marcha un nuevo orden económico, sino de la implantar un mundo bárbaro. Satanás existe y el infierno nos espera a la vuelta de la esquina.
Entre tanto, seguiremos resolviendo sudokus.
13 de febrero
Vuelvo al audiólogo. Cada vez tengo más dudas sobre si el que acude a la consulta soy yo o los audífonos. Hasta ahora me inclinaba por lo segundo, pero me parece que hoy, asumida la sordera, ya ha cobrado mayor verosimilitud lo segundo. Me tranquiliza saber que el problema es de los aparatos; no están a la altura de lo que se espera de ellos. El audiólogo queda al margen: sigue en su sitio, imperturbable.
12 de febrero
Decíamos ayer, más o menos, que a veces no hace falta que nada cambie para tener la impresión de que todo puede cambiar.
Ejemplo. Llevamos meses esperando una respuesta sobre un par de proyectos que reposan en instancias superiores. Hartos ya de estar hartos de tanta espera, alguien propone responder con un «cagüen diez», pero lo dejamos en una sugerencia alrededor de la incertidumbre. Y hete aquí, que la respuesta nos alcanza de inmediato y a contrapié: «Pronto tendréis noticias».
O sea, que todo sigue igual y, simultáneamente, todo parece haber cambiado. Otra paradoja: la atención ya no se centra en la respuesta sino en el tiempo que aún deberá transcurrir para que se produzca. ¿Qué significa «pronto»?
11 de febrero
Escribí y no guardé. Me perdí en el olvido.
10 de febrero
No consigo rellenar el formulario de solicitud (20 páginas) de una subvención destinada a entidades o asociaciones con fines culturales. No solo se debe a lo prolijo de la requisitoria, sino, sobre todo, a su trasfondo: a la obligatoria reducción de un proyecto amplio y complejo a un formulario empeñado en medir lo inaprensible; a la reconversión una idea en un garabato. El propósito de dicha formulación (o dicho formulario) obliga a concretar la reflexión en una unidad de medida, a transformar un propósito en un complemento, a transformar la vida en un número.
Lo dejo. Cierro el formulario. Abandono. Un proyecto cultural requiere alma. Pero las instituciones, para parecer neutrales, lo evalúan con baremos cuantificables. Poco importa que la idea se transforme en apariencia y la cultura en trampantojo, en un fetiche sin alma.
Desde esa perspectiva una asociación que lleva por nombre de referencia el de AlmaHurdes en este mercado lo tiene más que crudo.
9 de febrero
Billete de vuelta. Cercanías, AVE, Cercanías. De Fuengirola a Sanse con escalas en Málaga y Madrid. 6 horas y 30 minutos de puerta a puerta.
Es domingo. Desde el jueves no había visto ni un minuto de televisión. En contrapartida, hoy he comprado El País en papel. (En este caso lo raro es la compra del ejemplar en papel, porque su lectura es una acción diaria con suscripción incluida).
8 de febrero
Tesón y decepción. La resistencia legitima y el oportunismo premia.Y sin embargo… Javier Cercas observa entre dos aguas.
7 de febrero
A veces el disparate (o la sátira, para evitar cualquier connotación peyorativa) explica la realidad mejor que el más sesudo de los tratados. Véase, por ejemplo, este artículo de Héctor Abad Faciolince: Una modesta proposición.
6 de febrero
Muy de mañana el AVE acapara personajes populares: en la cafetería coincidimos con Carlos del Amor, Rozalén, Leonor Watling. Dentro del convoy, rumbo ya a Málaga, dos asientos por delante, mi compañera reconoce a Álvaro, el letrista de Alcalá Norte, al que desconozco por sus aficiones musicales, aunque pueda enumerar sus vínculos familiares más directos. Ellos también madrugan, re–conozco.
5 de febrero
Esta mañana escribí algo que no guardé y que ahora no recuerdo. Que conste que no me consta. Un signo de esta edad en cuesta abajo que, no obstante, celebro.
4 de febrero
Me cuesta concentrarme. Y sé por qué. ¿Eso es bueno o malo? ¿De qué depende?
3 de febrero
No lo hubiera sentido tanto sin el azar de la mera coincidencia que unió al proyecto Las Hurdes, Tierra de Mujeres y a Helga de Alvear. Ocurrió con motivo de los premios Charo Cordero, entregados el 22 de noviembre pasado en el Palacio de Congresos de Plasencia. Esos premios pretenden resaltar la aportación de algunas mujeres relacionadas con la provincia de Cáceres y, en este año, en concreto, la ejemplaridad y el compromiso feminista de una galerista generosa y excepcional que ha proyectado de manera extraordinaria los valores culturales de la ciudad de Cáceres.
Desde la perspectiva de la Asociación Cultural AlmaHurdes, compartir con ella aquella distinción significaba un motivo de satisfacción, que sobrepasaba cualquier connotación partidista. El acto y el premio, convocados por un partido político, el PSOE de Cáceres, podían plantear algunas dudas sobre sus connotaciones políticas. Sin embargo, compartir el premio con Helga de Alvear –aunque ausente premonitoriamente por motivos de salud- nos enorgullecía. Luego supimos que la otra premiada, Patricia Sierra, también acumulaba méritos mucho más allá del ámbito partidario, y eso reforzó la satisfacción por compartir el homenaje.
Lamentamos entonces la ausencia de Helga de Alvear, representada en el acto por la presidenta de la Fundación de su mismo nombre, y redoblamos hoy la tristeza por su fallecimiento. Volver al Museo, lo más pronto posible, es ya una obligación y un compromiso de gratitud y de celebración. Ya disfruté haciendo el recorrido por las diferentes plantas del museo, lo haré doblemente. Y volveré a lamentar, ya definitivamente, no haberla encontrado en alguna de sus salas.
2 de febrero
Revival: hace ya muchos años lo hice con mis hijas. Hoy le toca a los nietos mayores. Real Madrid – Joventut. Siento curiosidad, pero ya tengo la impresión de que me importa más la grada que la cancha.
Concluido el partido, lo más llamativo fue la actitud tan desigual de los invitados (invitados fuimos los tres, pero en este caso me refiero solo a los dos pequeños): ella observaba sin otros comentarios y sorprendida por encontrarse al lado de los comentaristas de radio; él atendía las circunstancias del juego, festejando las canastas y las ventajas en el marcador de su equipo predilecto (el Joventut) y decayendo cuando, al final, el resultado resultaba definitivamente esquivo.
1 de febrero
Cuestiones de matiz, que anoto por si algún día me da por desarrollarlas:
- Novio y comisionista. Así califica el periodista al compañero de Isabel Díaz Ayuso. ¿Es correcto adjetivarlo así o sería más exacto considerarlo novio comisionista? Lo uno por lo otro o lo otro por lo uno. La doble condición explica tanto afecto.
2. La mayoría de los votos del PSOE tienen un único responsable: el Partido Popular. Ese es su común denominador: contra el PP. Desde esa actitud los votantes de izquierda tratan de decidir cuándo y cómo conformar su coalición: si el día de las elecciones (optando por el partido de su espectro ideológico con mayores perspectivas de gobierno) o el de la investidura y lo que venga después. En eso sí reconozco divergencias familiares que, luego, se libran con reproches y despechos hasta la próxima oportunidad.
31 de enero
Se acaba la Cuesta de Enero. O sea, que a partir de mañana, todo cuesta abajo. ¡Abróchense los cinturones!
30 de enero
Vivimos en un bucle, dando vueltas a la noria incluso una vez terminada la molienda. Abandono la lectura de las noticias destacadas de cada día mucho antes de llegar a su final porque repiten lo sabido, que no es lo que ocurre , sino lo que alguien ha decidido que parezca que ha ocurrido.
29 de enero
El proyecto de somoshurdes.com ya puede verse con contraseña. El empeño de F., siempre dispuesto a respaldar esfuerzos inútiles (mi especialidad), permite comprender que no va a ser una tarea fácil. No solo por los problemas derivados de su financiación (asunto requetesabido), sino por el esfuerzo y la constancia que requiere una iniciativa de sus características. Sobre eso no caben conjeturas, sino plantear preguntas y comprometer respuestas que avalen un compromiso colectivo. Si no, mejor dejarlo en un sueño.
28 de enero
He empezado a ojear diferentes propuestas de Inteligencia Artificial. A la madre del invento, a la que llamo aGaPiTo para no trastocar las consonantes de su apelativo, empezaba a verle aplicaciones interesantes, facilitadoras de tareas monótonas y laboriosas. En ese estado de curiosidad se me amontonan las propuestas: consulto Perplexity (y me sorprende su valoración sobre AlmaHurdes) y continúo con la que en estas fecha revoluciona el mundo desde China, la llamada deepseek.
Con la fiebre machacando mi frente me animo a pensar que yo también puedo aspirar a rector de de la Universidad de Salamanca, porque quien ostenta el cargo sabe muy bien cómo fabricar publicaciones sin el menor rigor y, en consecuencia, porque no dudo de que este tipo amamanta a una legión de seguidores, más defraudadores, por supuesto, que el novio de Ayuso.
27 de enero
Recojo mis nuevos audífonos. Solo pienso en el precio y trato de encontrar motivos que lo justifiquen. Pero me surge a cada rato la duda de si habré mejorado con el cambio. La paradoja proviene del comportamiento de los viejos en las tres últimas semanas: el izquierdo chirriaba con contumacia y el derecho soltaba melodías repetitivas e intermitentes.
Tomé la decisión de cambiar de compañía, evalué mis ahorros y me empeñé en el cambio. Desde ese mismo momento, y en tanto llegaban los nuevos, se acabaron los chirríos y las musiquillas. Eso sí, cuando he tratado de ver una película, no logré descifrar sus diálogos. Me di de baja del cine, tanto en sala como en casa.
Ahora me entretendré comparando los viejos autorreciclados y los nuevos, que han iniciado su andadura bajo sospecha. Pero no hay marcha atrás. La pasta evita el arrepentimiento.
26 de enero
Echo de menos el periódico en papel. El cierre del establecimiento que regentaba el entrañable Fortu me dejó sin un quiosco próximo que aceptara la tarjeta de suscriptor. Traté de que un repartidor me dejara los ejemplares en el buzón destinado a la publicidad y adosado a la puerta de la vivienda. Nunca pude comprobar si el repartidor cumplía su trabajo o si alguien se apropiaba de los ejemplares correspondientes antes de que yo intentara recogerlos. O sea, que nunca el periódico llamó a mi puerta.
Opté por ceder los periódicos en papel a alguien que disfrutara de un quiosco próximo. Me parecía lo más razonable y, además, una buena manera de ilustrar a mis nietos del valor de un objeto imprescindible para su abuelo, aunque ahora camina (como yo mismo) hacia su desaparición. Arrastrando esa frustración, cada vez que veo el ejemplar sobre la mesa de la beneficiaria me pregunto si podría resolver la ausencia mediante un dron que suba los ejemplares a la terraza o si podría montar un quiosco y así compartir con otros la nostalgia.
25 de enero
Ayer dejé escrita una entrada que se ha esfumado. Pensaba desarrollarla esta mañana. Pero tengo el santo en el cielo y ya no recuerdo de qué trataba. Mi desmemoria avanza. Eso sí es un dato cierto que cada vez se me hace más presente.
24 de enero
Los 400.000 suscriptores de El País deben ser una cifra mágica o superlativa a tenor de las glosas y celebraciones que se vienen sucediendo tras la publicación de este dato. Tal vez hubiera merecido la penas analizar con cierta profundidad los cambios que ha vivido el periódico en todos los ámbitos, cuantitativos y cualitativos, empresariales y profesionales, técnicos y editoriales… Porque esos 400.000 suscriptores se contraponen a los menos de 30.000 ejemplares en papel. Porque las cuentas, pese a la euforia, no cuadran y, menos aún, garantizan un futuro independiente. Porque…
Sin embargo, para muchos ciudadanos El Pais sigue siendo una referencia diaria imprescindible. Por eso me sumé como espectador al acto de celebración de los 400.000. Merecieron la pena los testimonios de las redactoras y alguno de los redactores que trataron de demostrar la confluencia entre el dato y la emoción, entre el rigor y la ironía. Hubo fallos severos: sobre todos, la realización audiovisual del acto resultó bastante deficiente, porque las imágenes grabadas a las que con frecuencia se aludía en muchas casas quedaban fuera del campo visual de los televidentes.
Pero como el humor no debe faltar ni siquiera en la crítica, tal vez merezca la pena difundir la reflexión de Elvira Lindo para rebajar las pretensiones de los sabios que con frecuencia circulan por El País. Ver el vídeo antes citado entre el minuto 51:00 y el 27:20).
23 de enero
¿La lluvia puede ser impermeable? La pregunta, como poco, parece estúpida. Pero la interrogación me asalta cuando, tras meses de perseguir a un fontanero especialista para defender el muro de la terraza de las humedades, llegado el día, llueve. El chaparrón pone en riesgo la faena de impermeabilización del antepecho. Los profetas de la meteorología aciertan no solo en el chaparrón sino también en el escampado. Interrumplida la lluvia, comienza la faena a favor del efecto impermeable.
Me limito a observar tras los cristales. Y a divagar, deseando que acaben la faena para dejarme de tonterías. Como la de preguntar si la lluvia puede ser impermeable.
¿Lo es?
22 de enero
Toca ITV. Detectan algunas menudencias: el piloto derecho que ilumina la matrícula trasera está fundido, los faros delanteros deberían lucir un poco más limpios… Eso es todo. Pero para llegar hasta aquí, después de 15 años y 380.000 kilómetros, han sido necesarias muchas revisiones que pueden sumar un gasto superior al del valor original del vehículo.
Conclusión: un coche viene a costar el doble de lo que costó.
¿Es verdad o tan solo ganas de enredar?
21 de enero
Absorto por el pánico que Trump provoca, surge algo que me deja no menos atónito: el interrogatorio del juez Adolfo Carretero a Elisa Mouliaá, tras la denuncia de la actriz contra Íñigo Errejón por violencia sexual. El presunto delito del político pasa a un segundo plano en la misma sede judicial que presuntamente le juzga a tenor de las actitudes soeces y hasta vejatorias del magistrado; en particular, las que profiere contra la denunciante. Sus preguntas atropelladas son un simple alegato contra la dignidad de las mujeres; no solo contra Elisa, sino también contra cualquiera otra que haya sufrido o conocido el más leve de los acosos machistas.
¿Quién puede aceptar esta aberración en nombre de la justicia?
¿Debió la actriz abandonar la sala?
A la vista del papel inquisitorial y denigrante del juez, se me antoja que esa habría sido, tal vez, la actitud más pertinente. Sin minusvalorar las vejaciones que Elisa Mouliaá pudo sufrir en su relación con Errejón, las que ejecutó el juez contra ella no fueron más leves. Con el agravante: ¿al señor juez, quién lo condena?
Otro enfoque: ¿los medios de comunicación debieron amplificar la violencia del juez y la vejación a la denunciante? La reproducción del interrogatorio en base al supuesto interés de la audiencia resulta repugnante. Sin embargo, la decisión de publicarlo tiene un argumento favorable: el de denunciar el comportamiento del propio magistrado y, en la medida que el sistema judicial le ampara, de la propia magistratura. ¿O debieron hacerlo para denunciar al propio juez y, en la medida en que el sistema judicial le ampara, de la propia judicatura.
Si el juez no puede ser reprobado hasta su excusión del sistema judicial, solo cabe desapreciar a esa institución que se reconoce como uno de lo «tres pilares» del Estado de Derecho.
20 de enero
Donald Trump es ya, por segunda vez, presidente de Estados Unidos. Medio mundo tiembla y la mayor parte de la otra mitad, si fuera consciente del desatino al que parecemos abocados, debería hacer lo mismo.
Sin embargo, a estas horas esa reflexión se antoja ya como un lugar común. Por eso mi atención vira en torno a otra decisión incomprensible: la ha tomado el expresidente Biden y consiste en indultar a varias personas «por si acaso»; es decir, por si alguien tratara en el futuro de situarlos ante un tribunal e incluso condenarlos.
Entre los beneficiarios de ese indulto sin condena se encuentran varios miembros del comité que avaló la victoria de Biden hace cuatro años (entre ellos, algunos destacados «republicanos», y familiares del ya expresidente a los que el tsunami Trump se las tiene juradas por haber negado aquella victoria demócrata.
Esos indultos parecen un dislate, pero el fenómeno Trump abona el absurdo.
19 de enero
Ha llegado el momento del todo o nada. En un mes deberíamos tener decidido el sí o el no de esa especie de periódico que pretendemos llevar a cabo en Las Hurdes. Le he echado horas y devaneos. Al final del día no tengo la menor duda de que hay trabajo por delante…
18 de enero
Basta con asistir a un partido de niños, ya sea de fútbol o baloncesto, para dudar de los supuestos valores del deporte. La competitividad se ha instalado en la médula de los sentimientos infantiles porque ese el único baremo que el conjunto de la sociedad reconoce y los medios de comunicación amplifican. En esa tesitura la diversión y el entretenimiento, supuestamente implícitos en el deporte, desaparecen. El único baremo lo establece el marcador.
Algunos padres se afanan en destacar otros valores, en remitir a los chavales a la satisfacción del esfuerzo, al sentido colectivo del juego, a los detalles relacionados con el afán de superación o la solidaridad. Sin embargo, la sociedad no está para distracciones. Ella impone que la vida es competencia. Y eso aboca a la excepcionalidad de la victoria y a la normalización del fracaso. Hubo un tiempo en el que cabían otros matices: cuando jugábamos al gua con las canicas, a las que en mi infancia llamábamos bolindres.
17 de enero
La frase se repite con frecuencia e insistencia como signo de normalidad e incluso de excelencia. Profesionales de la información de muy diverso signo la repiten: «los medios para los que trabajamos…». Y dicen la verdad: que esos medios son «propiedad privada». Desde esa perspectiva los ciudadanos ejercen como coartada. No como los verdaderos titulares del derecho a la información.
16 de enero
Pongo la cuenta atrás. En los próximos quince días el nuevo somoshurdes.com debe estar en condiciones de ser presentado en sociedad. O sea, de mostrar unas hechuras que, sin ser definitivas, permitan comprender qué se pretende.
15 de enero
¿Cuánto tiempo hace desde que no escucho hablar de la cuesta de enero, un término o una expresión que se repetía año tras año para justificar las apreturas con las que se vivía este periodo del año tras los excesos de las navidades o los reyes magos? ¿Ya no son tantos los excesos de gasto de diciembre o los apuros del primer mes de cada año? ¿O se ha naturalizado el proceso, porque el resto de los meses están repletos de apremios similares? O sea, ¿el problema no se ha resuelto sino que se ha normalizado o que lo excepcional se ha hecho cotidiano?
Según se mire… así se verá.
14 de enero
Nada nuevo en el supermercado, salvo su estado semivacío. La compra requiere la mitad del tiempo necesario hace un par de semanas y en otras muchas épocas del año. Descarto que el personal haya dejado de comer, aunque tal vez sí, un poco al menos, de consumir. Vuelvo a casa cargado, pero tranquilo, casi aliviado. Las fechas previas al fin de año lo fueron también de multitudes.
13 de enero
Me adelanta un vehículo. Lo había visto venir y le había dejado el carril izquierdo expedito, pero, al llegar a mi altura, me sorprende la exagerada gesticulación del copiloto del coche que me sobrepasaba. Parecía advertirme de algo ubicado en la parte trasera de mi Toyota. Miré y remiré a través del retrovisor lateral. Nada.
Al llegar a mi destino observé que la rueda trasera del coche, a simple vista, parecía baja de presión. Esta mañana he tenido que correr a reparar el neumático.
No sé si agradecer su insistencia al vehículo que reclamó mi atención o responsabilizarle de ir dejando tornillos por el camino.
12 de enero
Íbamos a darnos una vuelta por nuestros dominios hurdanos, pero se interpusieron el frío y la gripe. Así es que nos vamos a dar cuenta de una paella para seis personas de ¿tres o cuatro? generaciones.
11 de enero
No consigo entender por qué razón alguien que aspire a presidir el Estado, a convertirse en el símbolo de un país, deba tener formación militar. A mí, particularmente, me repugna que el supuesto símbolo de la convivencia luzca armas. ¿O será que lo que repugna es la propia monarquía? Quizás.
Cada día que pasa, encuentro más motivos para el asco, ya sea por los silencios sobre «los tiempos oscuros», por el toisón de oro a la reina madre o el chambergo militar de la infanta in pectore.
Del fugado rey emérito, solo hace falta el monumento que mantenga viva la memoria de su desvergüenza. Pudo merecer matizados (muy matizados) reconocimientos, pero optó merecer el desprecio moral y legal.
10 de enero
Lo llaman cirugía menor, pero que te metan una aguja en el ojo, como mínimo, acojona. Esta expresión, tan chabacana, expresa lo que siento cuando pienso en la aguja que se clava en el ojo. Podría haberlo dicho de otra manera: que encoge el ánimo, por ejemplo. Pero en ese caso el ánimo no sería más que un eufemismo que oculta el punto exacto del encogimiento.
Pese a mis reflexiones, hemos salido de la prueba tan contentos.
9 de enero
El 20N no es lo mismo que 14A ni que el 23F. Me parece que nos estamos liando con esta efemérides e incluso banalizándola.
Y efectivamente en eso estamos cuando, de repente, la celebración del 50 aniversario de la muerte de Franco, el dictador que murió en la cama, se nos presenta como una reivindicación imprescindible.
En el día de los Reyes Magos, el de la Pascua Militar, el Rey auténtico, cuyo cargo y cuyo rango provienen de aquellos tiempos deplorables, ignoró un párrafo de su discurso alusivo a la dictadura de Franco calificándola como “una página oscura de nuestra historia común y un tiempo de división de los españoles, hoy felizmente superado”. Ignoró, si, el párrafo y la historia.
Visto el ejemplo, cómo no conmemorar de dónde venimos y cómo no señalar a sus manifiestos herederos. Para que conste.
8 de enero
Busco algunas notas que dejé escritas en un papel con la pretensión de trasladarlas a este diario. O las encuentro o las reinvento, pienso. Nadie lo iba a notar. Así son las notas muchas veces: volanderas. Al final opto por dejar constancia del olvido, que es, a la vez, un ejercicio de memoria.
7 de enero
Me ratifico. Desde hoy hasta el fin de semana me propongo preparar la documentación definitiva para recabar apoyos y ayudas a algunas instituciones relacionadas con el territorio donde se nos apareció el molino. Me siguen encantando los esfuerzos inútiles.
6 de enero
Termina la tregua que nos dimos para sacar adelante algunos proyectos relacionados con nuestra residencia y condición hurdanas. Las expectativas parecen escasas, pero antes de abandonar las iniciativas, conviene fijar un plan y un calendario. Lo primero requiere una propuesta concreta, con medios y objetivos; deberá estar resuelta en la próxima semana. Lo segundo, nos emplaza a buscar colaboradores y cómplices. A final de mes deberemos tener sobre la mesa una hoja de ruta para iniciar el camino.
Es necesario. Tras tantas vacilaciones y expectativas defraudadas, resulta imprescindible. A sabiendas de que en estos tiempos las certezas escasean y las promesas se diluyen una tras otra en palabras que defraudan los compromisos adquiridos. Por no hablar del desprecio que legítimamente perciben quienes confiaron en lo que escucharon.
Tal vez no sea este el mejor estado de ánimo para afrontar los compromisos deseados. No encuentro otro modo que seguir, por el momento, en el empeño.
5 de enero
Los padres que ya somos abuelos sabemos por experiencia propia que aquellos a quienes ahora y en algún momento, en determinadas fechas o eventos, echamos de menos acabarán recordando, cuando ya carezca de remedio, nuestra propia ausencia. Cabe constatarlo, no reprocharlo.
Fidela, Pepe, Manuela, Leo, Ana… A ellos, entre otros, me refiero. La memoria prolonga el sentimiento.
4 de enero
Si la cabalgata de Reyes se adelanta a esta tarde para evitar la tormenta prevista para mañana, ¿cuándo dejarán los Magos sus regalos en las casas? ¿Mañana, ya que están por aquí, o pasado, que es el día que les corresponde? Más aún: ¿dónde dormirán la próxima noche? ¿Tendrán que hacer doble turno, según decidan las familias o los ayuntamientos? A ver quién explica este barullo a los interesados…
Si el carácter mágico de los Magos no alcanza a resolver este embrollo, tal vez la solución la tenga Alberto Núñez Feijoo. En el último año ha tenido que explicar asuntos mucho más complejos. Solo hace falta que Pedro Sánchez asome un pie para que el gallego se lance a tumba abierta. Y hay muchos que van detrás… empujando.
Resueltos los dilemas anteriores provocados por los Magos, pronto habrá que volver a los que ha empezado a generar el mismísimo Rey de España por cuenta de una celebración, la de la muerte de Franco, que deja a los españoles, por unas u otras razones, con las vergüenzas al aire. Podía haber discrepado del festejo, y no sin razones, pero sus excusas (el saludo a nuevos embajadores) solo generan desconfianza en ambos lados del tablero.
3 de enero
Con el pack navideño cumplido al completo por decisión familiar, los reportajes sobre reyes, cabalgatas y demás celebraciones resultan especialmente insoportables. Ya lo habían sido las consabidas recomendaciones de mariscos, corderos y polvorones modernizados con sabores gourmets para los festejos navideños. Ya lo fueron las sugerencias, todas ellas bullangueras y masificadas, para el fin de año con nuevos referentes en la pugna por la elección del reloj con el que acompasar las doce uvas sin atragantamiento.
No puedo más. Estoy a punto de vomitar el roscón sin haberlo encargado, de romperle la crisma al cretino que hace de Baltasar con el rostro ennegrecido con un corcho quemado, a la algarabía de los niños–bien (o familiares de los trabajadores de la tele que conectes) que rasgan sin piedad papeles de colores para desvelar juguetes cada vez más pretenciosos, que solo llegan a unos pocos.
En definitiva, que, por si no teníamos bastante con lo visto y lo vivido, va a ser cosa de romper la tele.
Sin embargo, no puedo olvidar que, gracias a ella, tengo coche, casa y unos ahorrillos para regalarle a mis nietos unos cuantos cachivaches similares a los que he criticado por la simple razón de que los susodichos cachivaches les ponen contentos.
No obstante, apostillo: si puedo decir esto es porque, para mí y para este fin-de-año–nuevo ya se han dado por concluidos los festejos.
2 de enero
El debate nacional se centra en la victoria de Broncano y Lalachus en las campanadas del nuevo año sobre Pedroche y Chicote; o sea, de La1 sobre A3. Parece un disparate, pero forma parte del relato o de los marcos contendientes en la arena pública. Es lo que hay. El tambor y los megáfonos combatieron contra el vestido/desnudo con leche materna. Y así, el país, dividido, entretenido y, en algún caso, supongo, perplejo. ¿A dónde vamos? La broma o la estupidez favorecen una interpretación por la que asoma un trasunto de ideología. Lo corroboran los tertulianos que interpretan la banalidad y la desmesura. Así se tiñen los augurios para el año nuevo.
1 de enero
Las campanadas clausura el año pasado. El concierto de la Sinfónica de Viena abre el nuevo. Lo demás de este día es prescindible y se define como resaca: cansancio y un punto de nostalgia.
Los preparativos han ocupado tiempo y energía. Por eso el primer propósito del año nuevo invita a asegurar que, para el próximo, menos follón. Pero el plan flaquea de inmediato: cuando nos ponemos a describir detalles de lo bien que lo hemos pasamos con las risas de la cena. Tiempo de fiesta. Y el deseo de más días así.
2025
31 de diciembre
Mañana será otro año.
Hoy es siempre todavía.
Lo primero es una obviedad que incluso yo puedo suscribir. Lo segundo, una expectativa que nos legó Antonio Machado. En el quicio del hoy y el mañana caben la despedida y la esperanza.
30 de diciembre
A primera hora, preparativos para la cena de fin de año; a media mañana, parque para disfrutar de las criaturas; después de una mínima siesta, vuelta a la previa del fin de año. Esta fórmula tiene premio: el año comienza siempre con relax. Y con sobras…
29 de diciembre
El dominical de El País publica Paiporta, una herida abierta, un reportaje extenso y formidable que suscriben Nacho Carretero, responsable del texto, y Joseph Fox, de las fotografías. Esto es periodismo. Celebrémoslo.
28 de diciembre
El 28 de diciembre nunca fue en la casa de mis padres el día de los inocentes, sino el aniversario de la boda de mis abuelos maternos: Manuela y Pepe. Inolvidables. Ella, por su discreción y su cariño; él, por su generosidad y su confianza en el género humano.
A la tienda de tejidos El Barato, en la calle del Sol de Plasencia acudía mucha gente (mejor, muchas mujeres) para comprar las telas con las que ellas fabricarían los calzoncillos o las camisas para sus familiares. Pagaban en efectivo lo que ellas mismas decían; el resto de la factura se anotaba en un cuaderno a nombre de alguien que no necesitaba más acreditación que un nombre.
Muchas de aquellas mujeres eran gitanas. Nunca escuché al abuelo Pepe desconfiar de ellas, pese a las reticencias de otros familiares más directos que veían cómo el negocio apenas se sostenía.
El abuelo Pepe nunca levantaba la voz. O mejor, solo lo hacía cuando alguno de sus nietos entraba a la carrera en el comercio y acababa golpeándose contra el mostrador o algún objeto interpuesto. «¡Coño con el niño!», apostillaba. Pasado el susto, volvía el silencio.
27 de diciembre
Toca ultimar los regalos de Reyes, aunque este año, por primera vez, ninguno de los zagales crea ya en su existencia. Unos, por edad; otros, porque nadie les indujo al engaño. Algunos mayores no lo entienden. Sobre todo, cuando les preguntan qué les traerán este año los reyes. El más pequeño, que tiene tres años, saca su vozarrón para argumentar de manera rotunda: «¡A mi casa no vienen los reyes!». No hacen falta, porque los regalos acuden sin necesidad de engaños. Estos chavales no necesitan milongas, son más prácticos.
26 de diciembre
Salieron de casa, en un pueblo de Cataluña, para pasar las navidades en familia, entre Madrid, Salamanca y Cantabria por este orden. A mitad de camino del primer recorrido, con los niños dormidos, hicieron escala para rellenar el depósito de gasolina. Pero, fuera por la oscuridad o el cansancio, lo hicieron con gasoil.
Se acabó la fiesta. A 350 kilómetros de casa y a otros tantos de su propio destino. A medio camino, pues, final intempestivo del trayecto. El seguro les ofreció un coche para completar el viaje y un taller donde reparar el desaguisado. En coche ajeno llegaron a Madrid, pendientes de cómo y cuándo podrían recuperar el vehículo averiado. Harían falta un coche de ida y dos de vuelta.
Entre el desaguisado y la reparación comenzaba la etapa salmantina. El primer objetivo, recuperar la calma y encontrar un vehículo disponible entre los de la familia. No hubo problemas. Luego, ya se vería cómo recuperar el coche que se quedó a mitad de camino. Por el momento, descanso y tranquilidad.
Con ese propósito aparcaron el tercer vehículo de la turné delante de la casa familiar. Cinco minutos después de sacar el equipaje y repartirlo por las estancias correspondientes, alguien echó en falta un bolso. Tranquilidad. No había problema, se había quedado en el asiento trasero del coche prestado, estacionado a la puerta.
Pero… ¿Habían aparcado de tan mala manera, al menos medio metro fuera del bordillo por la parte trasera? ¿Qué hacía la rueda delantera encima de la acera? ¿Cómo explicar las abolladuras que se apreciaban pese a la oscuridad de la noche? A punto de tirarse de los pelos, en medio de las sombras apareció una persona con un cartel plastificado en la mano. Allí daba cuenta de la colisión, pedía disculpas y ofrecía su seguro para reparar los desperfectos. Otros dos vehículos con destino al taller de reparaciones.
No cabe duda: un viaje inolvidable.
25 de diciembre
¿Qué credibilidad merecen las valoraciones que los ciudadanos, o los meros clientes, emiten respecto a un determinado servicio? ¿Tienen capacidad las marcas o las empresas para suprimir los comentarios desfavorables en las redes de manera directa o indirecta? ¿La tienen para fomentar valoraciones positivas? ¿Cómo orientarse en este magma?
Durante muchos años he soportado ofertas intempestivas que me invitaban a probar, y en su caso adquirir, diferentes marcas de audífonos. Ocurrió a raíz de que adquiriera los primeros aparatos. Luego la oferta intempestiva ha amainado, pero tal vez no convenga pregonarlo para evitar la vuelta a las andadas.
En esa tesitura yo mismo he promovido el buceo por las redes a la busca del aparato y el servicio libre de toda sospecha. Cuando parecía dispuesto a formular mi consulta a una conocida y divulgada empresa, quise respaldar mi decisión con las opiniones de sus propios clientes. Me ha impresionado el aluvión de usuarios que se reconocen estafados. Y lo peor de todo son las excusas de quienes responden al enojo ajeno.
Hasta ahora había decidido en esos asuntos sin presiones ni influencias. Tal vez, por casualidades. Observado el panorama, solo cabe una opción: la retirada. Es mucho más segura la moneda al aire. El azar ofrece más garantías que el marketing. Lo repetía Nacho y hoy lo repiten politólogos, analistas de servicios y gente bienpensante. También ludópatas de muy diverso signo, como los defensores a toda costa del mercado.
24 de diciembre
Si esta noche es Nochebuena, mañana será Navidad. Cada día tiene su afán, y en ello estamos.
23 de diciembre
Incapaz de decidir con garantías el audífono más adecuado para curar mi inocultable sordera– matices al margen–, devuelvo los que tenía en pruebas y me aferro a los que había descartado por su propia ineficiencia. No hay mal que por bien no venga: me he ahorrado un pastizal. Tampoco hay mal que cien años dure: mis deficiencias auditivas requerirán más pronto que tarde un remedio que alivie el aislamiento al que me aboca la deriva de lo que se esconde detrás de las orejas. O sea, que seguimos donde estábamos, pero con la tranquilidad de haber sorteado la dicotomía entre conchos y borjos, como A. denominó a las diferentes alternativas que he estado considerando e incluso evaluando.
Un mes de pruebas para decidir qué marca, qué empresa, qué audiólogo, qué se yo… Para probar el rendimiento de los competidores en situaciones tranquilas o ruidosas, en gritos o susurros, en el cara a cara o en el ambiente callejero… Un día tomaban ventaja unos y al siguiente, otros. La demora de la decisión solo acrecentaba los compromisos con los representantes de los objetos en disputa. A la relación profesional de los contendientes –ignorantes de la competencia y de los términos en que ésta se planteaba– se añadían aspectos personales, porque los intereses económicos que trataban de esconder se trufaban con orientaciones de todo tipo menos desinteresadas.
O sea que el lío se convirtió en agobio. Y el problema original, la sordera, se transformó en anécdota. Librado de los compromisos del último mes avanzo hacia los del próximo dilema. ¿Alivia?
22 de diciembre
No recuerdo ningún año en el que jugara menos a la Lotería de Navidad. Es verdad que lo que juego es más por compartir un juego con la familia que por un afán económico. De hecho, mis participaciones remiten más a una cesta de productos hortofrutícolas que a un fajo de billetes. O sea, que no cabe la decepción.
21 de diciembre
El riesgo de perderse en un hipermercado no es pequeño. Lo sufro con frecuencia. Para aligerar la compra a veces decido aparcar el carrito en un punto y así moverme más ligero entre los expositores. Sin embargo, entre el despiste y la sugerencias que desbordan la lista previa de la compra, en no pocas ocasiones he perdido de vista al carro y y me he visto obligado dar vueltas entre los expositores hasta encontrarlo.
Hoy la realidad ha superado la pesadilla. A mitad de la compra prevista me he quedado sin referencias del artefacto. El gentío bloqueaba los desplazamientos y el tráfico bloqueaba las maniobras. El carrito había desaparecido. Vueltas y más vueltas de norte a sur, de este a oeste y viceversa, sin asomo del aparato. He estado a punto de salir del hipermercado, olvidar lo acumulado hasta el momento y reiniciar la compra con un carrito nuevo. En ese momento, tras más de 15 minutos de desesperación por mi propia estupidez, me he tropezado con el objeto más buscado de la mañana en un lugar por el que ya había pasado entre diez y quince veces.
He sellado una de mis manos a la barra del cacharro y me he prometido que la próxima vez llevaré una cuerda: tras introducir la moneda y apropiarme del artefacto, me ataré a la barra. Después de lo vivido, temo que no sea suficiente.
20 de diciembre
No tengo entre mis obsesiones la de desfacer polémicas como la de La Revuelta versus El Hormiguero o, para concretarlo más, la de Broncano versus Motos, pese a que la zafiedad y los malos modos sean patrimonio preferente del que se creía intocable. No obstante, algo me ha sorprendido en este contexto: la actuación de Amaia Romero en plano secuencia desde el plató del programa de La1 hasta la plaza pública para promocionar su nuevo disco. La fórmula, que cuenta con referencias anteriores como las protagonizada por Carlos del Amor y otra, más sencilla, rubricada por Fernando León de Aranoa con Leiva y Travis Birds como protagonistas, puede servir de ejemplo de una televisión admirable y estimulante incluso en espacios o programas al borde del precipicio de una programación de alto y dudoso riesgo.
19 de diciembre
Los funcionarios públicos reciben la cobertura sanitaria a través de la sanidad privada. Algunos militares para completar su formación recibirán su instrucción de asociaciones privadas y ultramontanas. Sólo hace falta que a los obispos los designe el Gobierno y que a los cirujanos se los elija en una tómbola. Visto lo visto, casi mejor no dar pistas, porque ya hay indicios. Basta observar al poder judicial. O al político, que también.
18 de diciembre
Nochebuena, navidad, fin de año, año nuevo, reyes… Esta vez la reunión familiar será
Todo en uno, el 31.
Habrá que prepararse y prepararlo. Ahí vamos.
17 de diciembre
Voy a pasar de una autovía a una calzada en obras. Sin transición. Llego apurado para apretar el freno a fondo. Unas luces amarillas colgadas sobre una estructura metálica me requieren: “Reduzca la velocidad”. El cuadro de mandos del vehículo ratifica el exceso. Presiono el freno con mayor intensidad. Las luces sobre la carretera cambian de color y entonces veo allí reflejadas las letras y los números de la matrícula de mi vehículo en formato gigante. No hay error. El advertido era yo.
Conclusiones: el artefacto está bien de la vista y, además, sabe leer. Espero no tener que dar más detalles en el plazo de un mes.
16 de diciembre
Último día de probaturas con nuevos audífonos. Tomaré la decisión con dolor en la cartera y sin convencimiento en el cerebro, a la altura de las orejas. Tal vez deba asumir que la única verdad en este caso es la sordera, que progresa más que adecuadamente. ¿Cabe otro remedio? El grito pelao. Pero esa no es manera de contar secretos.
15 de diciembre
Constato en propia cuenta bancaria que los Reyes son Amazon. Y me llama la atención la organización que hay más allá de los repartidores que, paquete en mano, llaman al telefonillo. Incluso en domingo y con frío.
14 de diciembre
Acudo a un organismo público a resolver unos asuntos administrativos. Tardo en encontrar la nave donde se gestionan tales cuestiones. Y, ¡oh sorpresa!, en un espacio inmenso, con más de un centenar de puestos de trabajo disponibles y aparentemente en algún momento utilizados, no comparece ni un solo funcionario. Son las 11:30 de la mañana. Llega una trabajadora con el carrito de la limpieza. Agradece nuestra presencia ante tamaña soledad. Ocurrió ayer, pero hoy no salgo del asombro.
13 de diciembre
Me habían convocado este día 13 a una reunión a las 13 horas. Para hacer honor a aquello de lo que descreo alguien ha decidido modificar el horario de la cita. Me obligan a madrugar. Aguardo con verdadera curiosidad, ya en la cama, el sino de la convocatoria y las consecuencias de su traslado. Lo pienso al acostarme, ya tarde. En cualquier caso, al finalizar el día, no me escudaré tras la fecha o la agenda. ¿Alguien lo hará por mí?
La respuesta se concretó después del sueño. Ni tanto ni tan calvo. Habrá una nueva cita.
12 de diciembre
Preparativos para el examen definitivo en Mérida. Asignatura pendiente desde hace dos años: el Mapa Emocional de Las Hurdes. ¿Ultimátum? Si esta oportunidad no prospera, habrá que dar a las convocatorias por agotadas.
11 de diciembre
El renovado proyecto de SomosHurdes parece haber estimulado el ánimo de una grey, AlmaHurdes, atascada por la ausencia de complicidades en quienes reparten el bacalao en la comarca hurdana. Se advirtió el cambio de tendencia al plantear un nuevo impulso al periódico. O tal vez animara a esta mutación la mera posibilidad de encontrar algún apoyo magnánimo. Veremos.
10 de diciembre
Cáceres acepta con discreción la obligada iluminación navideña. En la Plaza Mayor destaca el árbol chillón que, de día, disfrutan los chiquillos colándose por las puertas abiertas y las luces apagadas. Por el contrario, destaca por su sencillez el perfilado lumínico de los monumentos que borden al ágora.
9 de diciembre
En Extremadura sigue la fiesta. Los visitantes madrileños de estos días echan cuentas, desde su trabajo, de lo pasó y lo hacen pensando en las navidades. Queda poco.
8 de diciembre
Trujillo está abarrotada de turistas cercanos. Los hoteleros no dan a basto. Hace frío, pero el personal no duda en enfrentarse a la meteorología en las terrazas. Callos con diferentes aliños estimulan la temperatura corporal. Lo ponen de manifiesto mis acompañantes. Y los de las mesas próximas.
7 de diciembre
Yo no sé quién va más lejos, la montaña o el cangrejo. Releyendo lo que escribí ayer, he recordado estos versos de Facundo Cabral. He echado muchas veces de menos las conversaciones que mantuvimos en plena dictadura sobre política y filosofía con un cierto tono irónico y místico en el que confluían la rebeldía y los sueños contra la verdadera realidad a nuestro alcance. Nos veíamos para charlar y tomar café, antes de que empezara su actuación en una sala de fiestas… ¿Contradicciones? Nos parecían inevitables. Y soñábamos al anochecer.
6 de diciembre
La Constitución nos pilló de viaje. 46 años después, ¿quién se atreve a hacer un balance que no destaque las profundas contradicciones de aquellos deseos y esta realidad? No ha sido el peor periodo de la historia de España. Tal vez, al contrario. Sin embargo, entre el sueño y la decepción, el actual momento político distorsiona cualquier análisis simplificador. Hemos cambiado, pero ahora mismo tenemos razones para sentirnos amenazados.
5 de diciembre
La consulta con el audiólogo se convirtió en una charla amable sobre la sordera, la edad, la tecnología, el deseo de la eterna juventud, el ensueño tecnológico, la variabilidad del comportamiento humano. Conclusión: me ofrece un par de semanas de margen para la toma de decisiones. Me alivia. Llegados a ese punto, ya estoy seguro de oír mejor. Para justificar su profesionalidad y negar la mera casualidad, el audiólogo revisa el volumen general y el relacionado con la escucha de la tele o de la radio. Acepto el detalle y me propongo recuperar el sueño perdido.
4 de diciembre
Vamos camino de un puente que pone en marcha al invierno. Eso dicen los meteorólogos. Yo me limito a sacar algunas ropas de los cajones para elevarlas a los percheros. La lana se rebela contra el lino. La luna se esconde tras una lona de nieblas y nubes. La cursilería no oculta el trueno. ¡Rayos!
3 de diciembre
La tecnología no hace milagros, aunque lo parezca. Mis problemas de audición (o sea, mi sordera) no los arreglan ni el médico otorrino ni unos audífonos a precio de oro. El primero se rinde a lo inevitable: el deterioro auditivo asociado a la edad, que, como bien se sabe, carece de marcha atrás; los segundos no alcanzan a devolver lo que alguna vez disfruté sin ellos. Conclusión: lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Sin embargo, me empeño en pensar que los avances tecnológicos me va a devolver a la pubertad. Y así voy, de chasco en fiasco.
2 de diciembre
Hubo un tiempo en el que la Universidad recibía con respeto la atención de los ciudadanos y en el que la convivencia universitaria amparaba no solo el valor del conocimiento sino también el compromiso de buena parte del profesorado y del alumnado con la reflexión y la acción en torno a los asuntos de interés público. Eran tiempos oscuros para aquellas personas e instituciones que confiaban en el valor transformador del saber.
En el mejor de los casos, no hemos avanzado en línea recta tras la caída de aquel régimen. Es cierto que a veces surgen brotes que recuerdan aquellos tiempos difíciles, pero la Universidad, en el mejor de los casos, parece haber encontrado su refugio exclusivo en lo académico, relegando valores como el del compromiso transformador de la reflexión sobre la vida nuestra de cada día desde los muy diversos ámbitos y saberes universitarios. A veces surgen excepciones, minoritarias –y tal vez por ello más valiosas–, que ponen ante las cámaras que hay vida más allá del estudio.
El problema se ha agravado en algunos espacios y momentos al socaire de grupos contrarios al pensamiento libre. No son una anécdota, aunque lo parezca. Son muchos responsables públicos del más alto nivel, ratificados por el voto ciudadano y empeñados en cercenar la posibilidad real de una Universidad verdaderamente pública. Ellos están empeñados en conseguir que el Alma Mater deje de ser un espacio abierto y plural, no solo por el incremento abrumador de los centros privados –financiados en muchos casos con fondos buitre, en el sentido más genérico del término-, sino también por el descenso de los recursos disponibles para estimular una enseñanza adalid del saber y del compromiso.
El ejemplo más evidente lo ofrece la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, un auténtico torpedo contra la razón y el derecho. Ya solo sorprenden su propia obstinación y la resignación ajena, la de los ciudadanos a los que ella dice representar. El crecimiento del número de universidades privadas, en buena parte promovidas por entidades afines a la lideresa, los recortes económicos de la pública (hasta el punto de rechazar los 1.000 millones que le ha ofrecido el Gobierno de España) revelan que no hay marcha atrás, que, sencillamente, estamos tocando el fondo.
1 de diciembre
Lo reconoció Luis María Ansón cuando reconoció que él y sus colegas del Sindicato del Crimen estuvieron a punto de cargarse el Estado con el único objetivo de sacar a González de la Moncloa. Ahora vivimos una situación parecida e incluso agravada: en esta ocasión las culpas del Gobierno actual no son en absoluto comparables con las de quienes alentaron los Gal, por poner un solo ejemplo. Y para corrupciones, mejor, por su bien, no entrar en debates bizantinos.
El asalto actual al Estado tiene muchos cómplices: fondos oscuros, medios de comunicación, togas en permanente estado de conspiración. Todos ellos abonados por un poder ejecutivo que, en el mejor de los casos, parece un navío gobernado por las olas; que, a veces, parece encontrar un cierto rumbo para pronto volver a amarrarse al timón que le mantiene vivo entre gritos y bandazos.
Lo más curioso de la situación actual es que entre los ahora conspiradores se encuentran algunas víctimas de aquella conspiración anterior. Véase a Felipe González o a Juan Luis Cebrián en sus actuales dominios. Debe ser que tomaron nota. Y que aprendieron.
30 de noviembre
Despedida. De mes, claro. Y de los santos S. con sus peculiaridades. Aún me sigue atormentando la diferencia entre los bomberos oxotéricos y los normandos, aunque he aprendido que estos llevan espada, mientras que aquellos emplean mangueras de fuego. No son lo mismo, se complementan.
Mi instructor en estos saberes se asombra no sé si de la reiteración de mis preguntas o de la pura ignorancia del que ya tiene una edad. Menos mal que su hermana disfruta con entretenimientos más convencionales y que D. empieza a poner cordura ante el riesgo de desbordamiento de la imaginación del primo. La primogénita, entrada en afinidades propias de su edad, observa el debate con la perplejidad o la indiferencia del que sabe.
Un cuadro no demasiado navideño, aunque el belén permanezca al fondo del cuarto de estar.
29 de noviembre
Un mes desde la Dana. Quedan la desolación y el estupor. El tiempo no puede resolver ni lo uno ni lo otro. Los efectos de la catástrofe perdurarán en el tiempo durante años, décadas, tal vez siglos. El desastre de la gestión acusará a algunos cargos públicos hasta su entierro. Y luego quedan los militares que para salvar a la patria lo primero que hacen es subirse el sueldo.
28 de noviembre
Otra vez vuelto a traer a F. al retortero. Le ha caído en suerte un hermano abusón. No obstante, lo puedo justificar sin sentimiento de culpa. En realidad yo tengo ocurrencias, pero es él quien las abona. O sea, que la culpa es suya por su empeño en alentar mis desvaríos. Voy a acabar denunciándolo. Avisado queda.
27 de noviembre
En este mes las horas avanzan muy deprisa. Y para colmo tiene 30 días, ni uno más. También podría matizar que ni dos menos.
Vuelvo sobre algunos asuntos que me tienen ocupado. No sé si me divierten, pero los asumo como una obligación. O, tal vez mejor, como un afán. Quizás sea esto, para parecerme a alguno de los personajes de Luis Landero.
26 de noviembre
Basta que algo no se deba torcer para que se tuerza.
Me lo ratifica una socia que busca apoyo para dos proyectos distintos. Nadie le había hecho caso hasta ayer, cuando, de repente, alguien le ofreció estudiar e incluso emprender una de aquellas iniciativas, a cambio de una discreción absoluta. Bastó sellar el compromiso para que otra persona, hasta ahora muda, le haya planteado esta misma mañana la posibilidad de acometer la misma iniciativa, advirtiendo que le corre prisa ponerla en marcha. Para colmo los proyectos afectan a un colectivo que, en aras de la confidencialidad, no sabe de la misa la media. Le he dicho a mi socia que tire p’alante sin preguntar ni saber la dirección. O sea, que se estrelle.
25 de noviembre
Descubro que existe una especie de bomberos a los que G. denomina oxotéricos y que tienen la condición de malvados: en lugar de agua o espuma, con sus mangueras arrojan llamas. Hay otros que, sin llegar a tales extremos, colaboran estrechamente con aquellos; se denominan normandos. De los apagafuegos tradicionales, ni rastro.
24 de noviembre
Regresamos a la casa habitual de un tirón, sin paradas. El tráfico facilita la tarea.
23 de noviembre
Hacemos memoria de lo vivido el día anterior. Encontramos valoraciones distantes e incluso contradictorias. Para unas, el homenaje reavivó emociones anteriores. Para otras, quedó desfigurado el objetivo por la excesiva reivindicación partidista. Y pienso que la sobreabundancia de estos últimos aspectos no impidió la recuperación de sentimientos mucho más íntimos. Al menos, en el caso de las Mujeres.
22 de noviembre
El día amanece supeditado a la cita en el hospital. Poco después del pinchazo y sus secuelas inmediatas, la situación parece tranquila. Emprendemos viaje con destino a Plasencia. Nos espera en el Palacio de Congresos uno de los premios Sumando Igualdad, que reivindica la memoria de quien fuera presidenta de la Diputación de Caceres, Charo Cordero, En esta ocasión los premios recaen en:
- Helga de Alvear, coleccionista, galerista y, sobre todo, titular del extraordinario Museo de arte contemporáneo que lleva su nombre y que ha ofrecido una proyección internacional indiscutible de la ciudad de Cáceres
- Patricia Sierra profesora, activista y promotora de proyectos educativos, médicos, psicosociales y alimenticios en la población refugiada y migrante en frontera y en conflictos armados, como Líbano en el límite con Palestina.
- La Asociación Cultural AlmaHurdes por su proyecto Las Hurdes, Tierra de Mujeres, desarrollado por la asociación cultural AlmaHurdes para reivindicar a quienes preservaron de vida y la memoria de la comarca.
El acto, promovido por el PSOE cacereño, provoca sentimientos y emociones, pero su envoltorio se tiñe de tonos mitineros que devalúan una convocatoria merecedora de un tratamiento menos partidista.
21 de noviembre
Nos reunimos con C. y Á. Aparcamos algunos proyectos, pero nos comprometemos a volver sobre ellos con propuestas más concretas La cita queda abierta en Dos Orillas. PAra acelerar la marcha, el perro se desahoga debajo de la mesa.
20 de noviembre
El Gobierno valenciano ha descubierto las aptitudes políticas de los militares. Sin embargo, los militares designados altos cargos del Gobierno de Carlos Manzón renieguen del ejercicio de la política. ¿A dónde vamos o a dónde volvemos?
Hubo momentos muy largos en los que en esta fecha se celebraba el aniversario de los fallecimientos de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera. Y pienso si Carlos Manzón habrá querido conmemorar la efemérides con esos nombramientos.
– ¡Qué disparate!
– ¿El suyo o el mío?
19 de noviembre
Veo el que será último partido profesional de Rafa Nadal, pero solo me enteraré de ello después del sueño. Las redacciones a esas horas almacenan innumerables panegíricos sobre el tenista español por excelencia.
18 de noviembre
Nueva revisión audiológica para alimentar muchas más dudas que certezas. Parece lógico que la definición de los parámetros registrados en la audiometría determine una programación inequívoca de los aparatos. Pues no. A la métrica de la sordera se añaden matices diversos, como la potencia, la claridad y dios sabe qué otras variables. Los audífonos, cada vez más complejos y más caros, se convierten así en un galimatías: el sordo que soy yo no se aclara sobre qué le conviene y a qué precio. Volveremos a debatirlo la próxima semana, pero empiezo a estar usque ad corvejones. Hasta ahí mismo. Y eso que los aparatos se colocan en el interior de los oídos y detrás de las orejas.
17 de noviembre
A Pepe Mujica hay que atenderle con la máxima atención por lo que dice y por cómo lo dice. Tenía guardada una intervención reciente, de mediados de octubre, en la que aludía a la intervención a la que fue sometido tras habérsele detectado un cáncer de esófago. Hablaba y parecía un testamento. Mejor escucharlo de viva voz.
Este domingo ha vuelto, a través de una amplia entrevista también publicada en El País que titula: «Le pido a la vida que me permita seguir ladrando un poco». En ella realiza algunas afirmaciones que le describen y que, a mi escala, admito como propias: «Yo me dediqué a cambiar el mundo y no cambié un carajo, pero estuve entretenido».
¡Qué tipo! El abanderado de un nuevo, e inédito, mundo.
16 de noviembre
Llevamos dos fines de semana en los que, por distintas razones, hemos tenido que renunciar al programa e incluso a los programas convenidos. Primero, el lumbago; luego, las lluvias, que, sin llegar a dana, complicaban la planificación del viaje. A la suspensión de la cita de Zafra le siguió la de Trujillo. La siguiente, Plasencia y Madrid. A saber: entrega de un premio por Las Hurdes, Tierra de Mujeres, en mi pueblo; congreso sobre periodismo en ámbitos rurales, en la Complutense; presentación de una antología de Álvaro Valverde, también en mi pueblo, pero con incompatibilidad horaria con el anterior evento placentino; y para colmo, paso imprescindible por el servicio de oftalmología en Sanse, que impide comprometerse con ningún otro evento objeto del deseo.
Aún hay tiempo para que cualquier amigo o allegado me proponga otra actividad saludable en esa misma fecha. Puesto a suspender aficiones e intereses…
¿Se entiende por qué, de jovencito, admiré tanto a fray Escoba, a su ubicuidad? ¿O bilocación o multilocación o lo que fuere?
15 de noviembre
Tomo nota de un artículo que me sorprende. No tanto por sus conclusiones como por el procedimiento que las avala. La neuróloga Clara Petrus asegura que «Hay agentes del mal que están sacando rédito al generar este nerviosismo».
Me llama más la atención otra conclusión: la crispación, la desinformación y la polarización se han instalado en el cerebro de muchas personas. Pero no de manera metafórica o alegórica, sino física, detectable mediante un escáner cerebral. Y a partir de ahí… a ver cómo y quién le pone remedio.
14 de noviembre
El jueves pasado teníamos que estar en Zafra. Atacó el lumbago.
Este jueves debíamos estar en Trujillo. Las previsiones meteorológicas nos dejan en casa.
El próximo viernes estamos citados en Plasencia. Pero tenemos otro compromiso en el hospital. ¿Cómo compatibilizar ambos propósitos?
En eso estamos. ¿No hay dos sin tres o sin tres no hay dos?
13 de noviembre
Paso el día oteando mapas, previsiones meteorológicas, planes para los próximos días. Aquí no valen los versillos de Ramón de Campoamor: «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira». Este relativismo elemental choca con la contundencia de la meteorología. ¿Qué hacer mañana? Sueño con la AEMET, pero me despiertan las dudas.
12 de noviembre
Hay días en los que no te dejan separarte del teléfono. Es tanto el ajetreo, y las consiguientes interrupciones, que lo que se va anotando en el Diario desaparece por el olvido de un requisito elemental: guardar lo escrito antes de cerrar la aplicación. Acabo de reconocer, al echar en falta lo que había redactado, que este era uno de esos días aturullados. Vendrán tiempos mejores, aunque cueste decir eso en vísperas de una nueva dana en la que lloverá sobre los destrozos de lo llovido. Como la vida misma o el olvido.
11 de noviembre
Me pongo en manos de un audiólogo recomendado y desconocido. Hay una diferencia radical respecto a mi anterior asesora: este habla bajito, aquella gritaba. ¿De quién me fío, si es obvio que carezco de criterio para resolver la duda? Por el contrario no me cabe el menor interrogante sobre el precio de los aparatitos. Cuestan un riñón. Me planteo si hacerme donante (de un riñón, claro) a buen precio, pero me dicen que es ilegal. Voy a preguntar a la presidenta de mi Comunidad (Madrid) si esa norma atenta contra mi libertad y contra la sacrosanta competencia.
10 de noviembre
Estoy pendiente de la previsión meteorológica para decidir qué rumbo tomar la próxima semana. Hay fechas en las que me gustaría acudir a tres lugares a la vez. Y no encuentro la manera. Hay algo que me marcó desde pequeñito: ¡quién fuera fray Escoba!
9 de noviembre
Como hoy no es el cumpleaños de nadie conocido (o que yo recuerde), una parte de la familia ha decidido celebrar el mío. Mañana, pasado, al otro, al siguiente, al de después… Demasiada competencia.
8 de noviembre
No pude participar en vivo y en directo en la reunión del jurado encargado de elegir los ganadores de los premios Alva, promovidos por la Deutz Bussines School, radicada en Zafra. Y lo sentí con dolor; entre otras razones, porque fue culpa de una lumbalgia intempestiva y sin antecedentes. Lo lamenté, de veras, porque la invitación me había llegado a través de alguien con quien siempre he querido colaborar. Ahora, el embolao lo tramó ella. Y me quedé a medias. Cubrimos la tarea, pero falló el directo. ¿Tendré una opción para el desquite?
Para colmo el Parador se ha empeñado en cobrar el alojamiento… y ahí solté el cabreo que me había producido la lumbalgia. Me salió la rabia.
7 de noviembre
Nada nuevo. Las elecciones en Estados Unidos y los efectos de la tragedia que ha asolado a cientos de miles de valencianos impiden reconocer otros asuntos de preocupación. Se bastan ellos para tenernos desolados. Los medios buscan explicaciones. Los ciudadanos, asideros para reencontrar una pizca de esperanza. Malos días. Malditos.
6 de noviembre
Lumbago. Habíamos previsto viajar a Zafra para formar parte de un jurado que iba a conceder los primeros premios Alva, impulsados por la Fundación Deutz Business School. Todo estaba listo: reservado el hotel, preparada mi intervención, satisfecha la casualidad de un encuentro con F… Pero el destino se torció con la misma precipitación con la que había tratado de cortar las uñas de mis pies. Un chasquido, unas molestias crecientes, un dolor insoportable, el reconocimiento de la lumbalgia, que no solo no remitía sino que avanzaba en dirección a lo insoportable. Tocaba deshacer lo preparado. Y lamentar… la voluntad de un aseo pedestre requeriente de retortijones. Por decirlo de alguna manera.
Tras la tragedia de la Comunidad Valenciana y la victoria de Trump en las elecciones que afectan a buena parte del mundo, ¿qué menos que el lumbago?
5 de noviembre
Vamos a realizar una gestión en el hospital. Para no perder tiempo, A. se adelanta mientras busco aparcamiento. Como los trámites en este tipo de establecimientos suelen resultar lentos y variables, quedamos en comunicarnos por teléfono. Pero mi móvil descansa en casa. ¡Que haya suerte! Y la hubo, pese a la dificultad de encontrar aparcamiento. A. me esperaba en el hall de entrada.
De regreso a casa, la aplicación del supermercado que más frecuento me aparece bloqueada. Sugiere que acuda al super. Lo hago y aprovecho para comprar un par de cosillas. Luego acudo a la ventanilla donde se supone que van a restablecer el orden en mi teléfono. Advierto que el susodicho aparato ha vuelto a quedarse en casa. Adiós a la gestión.
Pienso. Va a ser cosa de inventar un teléfono fijo adosado a alguna parte del cuerpo. Con tal de que deje de tocar los cojones… En eso ando, tratando de evitar ese riesgo.
4 de noviembre
Descubro que Rómulo Gallegos publicó una novela que tituló Cantaclaro. Para mí ese era, y seguirá siendo, el seudónimo que utilizaba mi padre para firmar un comentario semanal en el programa de Deportes de Radio Juventud de Plasencia. Hará de ello tanto tiempo (casi siete décadas, acaso) que me avergüenza recordarlo.
Cantaclaro era la voz crítica de aquel espacio deportivo en el que mi padre hacía honor al pseudónimo y, en consecuencia, al anonimato. Alguna vez, algún amigo le saludaba por la calle con un «Buenas tardes, Cantaclaro». En ese o esos casos (tan solo recuerdo uno con cierta nitidez) la falta de respuesta nos hacía creer que solo unos pocos, muy pocos, compartíamos el secreto.
3 de noviembre
El rey debate con algunos damnificados, la reina parece conmocionada por la tragedia o el tumulto, el presidente de la Comunidad Valenciana se esconde al amparo regio, el presidente del Gobierno le sacan del tumulto después de haber recibido el golpe de un palo voluntario. No están los ánimos para reflexionar. El enojo es el principal argumento. La indignación anega la razón.
2 de noviembre
Los voluntarios contra la catástrofe pueden añadir efectos catastróficos.
1 de noviembre
Aún guardo en algún pequeño rincón de mi memoria el tono de las informaciones que la radio emitía, hace ya 68 años, para dar cuenta del desbordamiento del Turia a su paso por Valencia. 300 muertos entonces. La modificación del cauce del río que atravesaba la ciudad solo puede recordarse, a día de hoy, como una decisión razonable. ¿Qué será lo razonable ahora?
Las víctimas de esta nueva catástrofe merecen una seria reflexión sobre un problema que, más allá del cauce concreto del Turia a su paso por varias localidades valencianas densamente pobladas, no solo sigue vigente en buena parte de España sino que se ha visto reforzado por el descontrol climático que, desde entonces hasta ahora, hemos alimentado y engordado.
El problema nos cerca. La amenaza afecta a las riberas del Mediterráneo y también a todos los lugares que, en aras del desarrollo o los intereses económicos, hemos ido «desarrollando». ¿Aprenderemos algo del escalofrío que recorre nuestro cuerpo al contemplar el desastre que nosotros mismos generamos o que, al menos, alimentamos?
Después de lo que se vive en estos días, y de lo que se vivirá en los próximos meses e incluso años, alguien debería estar redactando ya su despedida de los ámbitos de responsabilidad pública.
31 de octubre
La catástrofe humanitaria provocada por la dana en varios municipios valencianos sobrecoge. Las explicaciones de Núñez Feijó para culpabilizar al Gobierno de Pedro Sánchez repugnan. Dan vergüenza. No son días para ese tipo de disputas.
30 de octubre
La gravedad de las inundaciones en Valencia pone en evidencia el mayor de los absurdos del debate político. Esfuerzo inútil. La mayoría parlamentaria reduce la sesión parlamentaria a un único asunto: la nueva configuración del Consejo de Administración de RTVE. El PSOE pone sobre la mesa a algun/a candidato/a digno de toda sospecha: por su manera de entender el servicio público de la radiotelevisión y por su partidismo convicto y confeso. Tal vez esas anomalías justifiquen la precipitación. Un procedimiento, una vez más, despreciable. En unas circunstancias que aún lo hacen más repugnante.
Si hubieran prestado una mínima atención a los testimonios que llegaban desde los alrededores de Valencia, a sus señorías se les habría caído la cara de vergüenza mientras apretaban el botón desde su escaño. Peor aún: la magnitud de la catástrofe que ya insinúan las manifestaciones de algunos vecinos pone de manifiesto que la vergüenza les abandonó hace rato.
La radio ya anunciaba desde muchas horas antes la extraordinaria gravedad de la situación. Yo mismo tuve problemas para conciliar el sueño. Me los resolvió la interrupción del programa informativo cuando se puso a dar vueltas a la noria del deporte.
29 de octubre
Para quienes se refugian en el deporte y eluden sus responsabilidades sociales bajo el pretexto de que los mecanismos de participación reconocidos en la sociedad están corruptos, habría que advertirles de que solo el deporte concentra mayores niveles de corrupción y decepción que la propia actividad política.
Hay excepciones. Y conviene destacarlas. El último ejemplo lo hemos tenido en la entrega de los premios Balon de Oro a los mejores del año en el mundo del fútbol. Los dos personajes más laureados, Aitana Bonmatí y Rodrigo Hernández –con mención especial también para Jenny Hermoso– dieron una lección de deportividad reivindicando valores superiores. Ellos representaron lo contrario a lo que abunda en los terrenos de juego. O en comportamientos tan despreciables como la pataleta caprichosa y prepotente del Real Madrid con su presidente como adalid.
28 de octubre
Llevo varios días obsesionado con el caso de Íñigo Errejón. Me desborda, me anonada. ¿Cómo sopreponerse a su infamia? ¿Cómo digerir su aberración? ¿Para qué sirven las palabras, incluso las que se envuelven en contundencia? ¿Cómo ignorar la hipocresía de quienes le odiaban por lo que pensaba y ahora festejan su depravación?La huella de esta infamia se va a extender en el tiempo y en el espacio. Y no siempre para defender derechos inalienables sino para obtener otros réditos. En cualquier caso, estos tipos se sentirán a cubierto de la réplica que merecen, porque el bochorno de quienes confiaron en Errejón no se podrán desprender de su flagrante error. Yo confieso.
27 de octubre
Acceder a La Cabra Jurdana, sita en la alquería de Cabezo, tiene su mérito, derivado de los riesgos de una carretera curvilínea y angosta. También la recompensa de una comida con un afán que aúna tradición y modernidad. Un restaurante adecuado para transformar una jornada cualquiera en día de fiesta. ¿Sin mayores pretensiones o con pretensiones mayores?
26 de octubre
Llegamos al molino. Comprobamos las averías provocadas por el afán de convertir los espacios naturales en infraestructuras desproporcionadas y ajenas a los usos tradicionales. La acequia que, regulada por una pequeña presa, encauzaba el agua para poner en movimiento la noria de la vieja almazara se amparó en el eufemismo de camino de uso agrícola, necesario para atender unos huertos inexistentes o diminutos. La coartada escondía, por ilegal, el suministro de agua a las viviendas que se han ido creando ilegalmente. Y así empezaron a transitar vehículos de muy diversa índole, cada vez más grandes y pesados, que han ido transformando el espacio agrícola en una especie de urbanizaciones aisladas y, como mínimo, alegales. Entre tanto, las máquinas han hecho su trabajo: han recortado el monte, han sustituido la acequia por caminos, las animales de carga por tractores o cuatroporcuatros o, si es menester, camiones y maquinaria pesada. Las construcciones tradicionales –entre ellas un lagar con cerca de 200 años de antigüedad– van sucumbiendo a la presión de las máquinas y al elevado costo de su supervivencia. Lo llaman desarrollo rural.
25 de octubre
Anteayer murió Ángel Sánchez. Me lo ha contó ayer su hija Laia. Con la emoción en los ojos le agradecí su llamada, porque implicaba que, a pesar de vernos muy poco, me seguía considerando su amigo. Para mí lo era, lo es y lo será ya para siempre. Ha sido un tipo formidable, afectuoso y honesto. Nos conocimos cuando él tenía trece años y yo once. Luego la vida, el trabajo y algunas aficiones compartidas nos hicieron compañeros del alma. Solo podía quererlo.
Y así, desde ayer, he ido pasando del Aspi al balonmano, de El Adelanto (Ansafu) a Talavera, de El Periódico de Catalunya a Arenas de San Pedro o Barcelona, a la presentación de «Esperanza»… Y las familias, la suya y la mía, ya diezmada.
24 de octubre
Acudo a un acto que preside la senadora María del Mar Blanco y pienso en su hermano asesinado por ETA y en cómo aquella barbarie marcó un punto de inflexión definitivo para llegar al final del terrorismo etarra. Yo mismo me sentí interpelado por aquel asesinato: el repudio adquirió la condición de absoluto y los matices que en muchos casos se añadían a la condena de la barbarie etarra dejaron de tener sentido. Solo el fin de ETA, consumado e irrevocable, ha llevado a la sociedad española a dar por concluido aquel periodo.
Por eso cabe lamentar que la familia Blanco, y en particular la senadora María del Mar, rehúse sumarse al reconocimiento de la plena victoria democrática. Eso he sentido al verla presidiendo el acto al que acudí en el Senado. Y he lamentado su tono tan beligerante contra la izquierda en general, la misma que trató de arropar a su familia en sus momentos más trágicos.
Se comprende que heridas tan bárbaras supuren un largo tiempo, pero hay que cuidar que la infección no se agigante hasta hacerla incurable. El riesgo consiste en que las víctimas sean doblemente víctimas; primero, del terrorismo; luego, de su propio empeño.
23 de octubre
Como si no hubiera sido suficiente derribar buena parte del muro de piedra que rodea al molino, alguien ha reincidido justo al lado de donde se llevó a cabo la reparación de aquel desaguisado. Hay señales que advierten que el derrumbe tampoco en esta ocasión ha sido imprevisible. Alguien ha intervenido de manera funesta, pero no cabe imaginar la casualidad. ¿Entonces?
Otras paradojas frente a la puerta del molino: donde surgió un meandro, ahora han levantado un desierto.
22 de octubre
Estoy rodeado por Paco Cerdá. Hace ya bastante tiempo leí y disfruté de Los últimos. Después coincidí con él en Montijo en unas jornadas auspiciadas por David Matías. Hace poco terminé y comenté con gozo su 14 de abril. Ahora mismo me encuentro en plena lectura de Presentes. En ésta me interrumpe y sorprende su artículo–entrevista con Martín Caparrós, cuya situación personal (enfermo de ELA) desconocía. Más allá del interés de cada caso me asalta una duda sobre la creación de un estilo propio y el riesgo de que el propio estilo avasalle al autor.
21 de octubre
Me parece más probable encontrar a un facha convertido en juez que a dar con lo que se supone que debe ser un juez. El oficio o confunde o pervierte: cuando la sociedad reconoce a alguien como garante de los derechos de los demás y él se lo cree, el afán se transforma en poder. Y ahí comienza el lío.
¿Y si resultara que los humanos no somos compatibles con la transparencia absoluta? ¿Y si resultara que la corrupción está anclada en el fondo de nuestra alma? ¿Dónde fijar los límites de la contradicción? ¿Existe la posibilidad de un responsable político, empresarial o académico absolutamente ejemplar? ¿Dónde fijar los limites?
20 de octubre
Acabo de leer el libro de un amigo, Paco Medina. No es un debutante. Tras su excelente trayectoria profesional como periodista, acarrea a sus espaldas buen número de publicaciones de muy diversa índole, en su mayoría relacionadas con su interés por asuntos tan complejos como las relaciones internacionales, los servicios secretos, el 23F… Algunos de ellos, puro periodismo de investigación y referencia imprescindible para comprender periodos o momentos decisivos de la historia española, y de todo lo que ha venido después, como 23F: La Verdad (Plaza y Janés 2006).
Retirado de esos menesteres periodísticos más o menos inmediatos, aunque en todo caso con repercusiones aún vigentes, Paco ha seguido explorando asuntos y géneros muy dispares. En ese ámbito hay que situar Qualia. A la búsqueda del DJ melancólico, una trama autoeditada y distribuida por Amazon en la que se entrecruzan el espionaje y el esoterismo, la intriga y la reflexión sobre la sociedad, las contradicciones latentes y los intereses enconados, la pugna por el poder y el desprecio a la naturaleza, los bajos fondos de la sociedad y la incapacidad para alumbrar un nuevo paradigma, el posthumanismo y el primitivismo, el género negro y el apocalíptico, la búsqueda de nuevas opciones individuales y colectivas entre modelos enfrentados, entre la razón, la ambición y la escatología. Sin rehuir algunas referencias a la actualidad, como la breve y postrera aparición de Benjamin Ben Netanyahu, tal vez para destacar que la ficción alimenta la realidad.
No se trata de una nueva narrativa sino de una intriga llevada al extremo para explicitar las contradicciones de realidades diversas y de análisis unívocos. ¿Muy complicado o muy complejo? Sobre todo, radical. Pero esa parece ser la opción de quien antes se movió entre las contradicciones de una realidad que, asumida como lógica o inherente al sistema, ahora deriva hacia la búsqueda del más allá de cualquier convención.
Hay que echarle valor para afrontar ese contubernio.
Para que el amigo del autor que suscribe este comentario pueda avalar su independencia de juicio, que conste una discrepancia: el escaso cuidado de la edición (¿cosas de amazon?). Y en el extremo opuesto, el sugerente diseño de la portada, obra de Salma Medina.
¿Cuál será, Paco, la próxima sorpresa?
19 de octubre
Vuelve Sabina. Tal cual. Y muy buenas compañías. Se puede comprobar aquí.
18 de octubre
He decidido jugar a la lotería. Solo persigo un objetivo: Crear una empresa que solo contrate a inmigrantes y, a ser posible, ilegales.
Estoy seguro de que sería rentable. No tanto para el promotor como para los trabajadores. Solo hay algo más difícil que me toque la lotería: que las leyes no impidan la iniciativa.
17 de octubre
La portada de Qalia. A la búsqueda del DJ melancólico, el último libro de Paco Medina, me pareció excelente a primera vista, la de su portada. Luego supe que la responsable no era otra que Salma Medina, y me alegró. Siguiendo la primera impresión –la que proponen la tipografía y el diseño de la publicación–, me parecieron encajar en un criterio de viejos progres: ese nunca fue un asunto de gran preocupación para los intelectuales del siglo pasado. Fue la primera impresión. La segunda, tanto por el título de la obra como por un simplismo barato, me llevó a prever que Paco no va a renunciar a estas alturas a sus propias reflexiones, lo que he llamado filosofía mediniana, que es cosa mayor, no mediana. En estos días trato de salir de las presunciones para entrar en las dudas.
16 de octubre
Me sorprende un dato en el que, pese a las referencias constantes de los medios de comunicación al último símbolo del genocidio contemporáneo, no había reparado. En Gaza habitan (tal vez, sería mejor decir habitaban) casi dos millones de personas en un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados. No puedo reprimir la comparación: en Las Hurdes, en 530 kilómetros cuadrados, habitan (en realidad, no llegan) 6.000 personas. Dos realidades tan dispares que no admiten comparaciones.
15 de octubre
Cien años de radio. Los celebra la Cadena SER con la recuperación de voces que marcaron parte de ese centenario. Aunque en algunos años trabajé en ese medio de comunicación (sobre todo, en la propia SER y en alguno de sus programas icónicos, como Hora25) e incluso lo hice muy cerca de algunos de los personajes a los que se rinde reconocimiento, los recuerdos me llevan a la más tierna infancia, a Plasencia, a la vivienda en que nací. En concreto, al cuarto de estar donde mis padres se retiraban al terminar cada jornada. A veces, para oír música. Otras, para escuchar al padre Venancio Marcos. Y en no pocas ocasiones, para atender a las noticias.
La radio de aquella casa era un aparato enorme, con un ojo mágico que ayudaba a sintonizar las emisoras. De allí surgían corridos y rancheras que interpretaba Manuel Aceves Mejía o los Partes que transmitían las consignas del franquismo y que estaban reservados a Radio Nacional de España, la cadena oficial en la que colaboraban varios familiares directos. Entre unas cosas y otras mi padre sintonizaba también con Radio España Independiente, a la que los asiduos denominaban La Pirenaica y en la que se hablaba de cosas que no entendía: manifestaciones, huelgas, protestas…
Debía tener no más de siete u ocho años. Sin embargo, no he olvidado que muchas noches, coincidiendo tal vez con el momento en que mis padres apagaban aquel aparato enorme para ir a su dormitorio, cuando mi hermano mayor y yo ya dormíamos tras la cortina que separaba a la alcoba del cuarto de estar, yo veía (o soñaba) cómo por un lateral de la radio salían unos personajes diminutos: uno con sombrero negro, otro con una guitarra bajo el brazo, un tercero con una silla de enea, un cuarto de cantaor flamenco… Habían terminado su trabajo, finalizaba su función y se retiraban a descansar.
Aquel aparato de radio desapareció de mi vida a partir de los 10 años. Hasta los 15, más o menos. Entonces tuve derecho a habitación propia en el «Aspirantado», como llamaban entonces, al colegio Maestro Ávila de Salamanca. Nunca me lo expliqué, pero nadie me impidió colocar en mi habitáculo, al lado de la mesa de estudio, aquel enorme aparato y, para acceder a lo prohibido, una radio galena. Entonces aprendí a distinguir entre el Parte y la Pirenaica.
¿Se entiende así que la radio ha sido, desde siempre y para mí, algo mágico?
14 de octubre
Paso el día pendiente del suministro de gasoil a estas alturas imprescindible para volver al molino. Hoy, tampoco lo han llevado. Y los accesos a los cortijos y a la caseta permanecen abiertos. No hay que alarmarse. Gente ajena ya entró en el recinto, pese a los candados cerrados. Una vez se llevaron juguetes. Otra, gasoil. Vaciaron el depósito. Me tranquilizo: en definitiva, el riesgo no depende de que el candado esté abierto o cerrado.
13 de octubre
El debate público se emponzoña a cada paso que unos y otros dan. Pero no hemos llegado al límite. La realidad nos demostrará que aún puede ser peor. Aunque parezca imposible, esa es la única previsión realista. Los ciudadanos reclaman en la calle una política decente de viviendas. Los responsables de proponer y desarrollar esas actuaciones –al menos, los más representativos– solo piensan en emponzoñar la convivencia: el hedor les anima. Se alegran cuando atisban mierda.
12 octubre
La fiesta nacional, pasada por agua. El abundante riego no podía eliminar la caspa que arrulla a esta celebración. Podría ser otra cosa, pero es lo que se ve. La celebración se reduce a un desfile militar y a una recepción para gente bien vestida y bien comida. Con lo que podría ser si asumiéramos una historia que, aunque repleta de contradicciones, nos invita a desear un mundo distinto.
11 de octubre
De un tiempo a esta parte estoy cumpliendo, siquiera formalmente, mi compromiso de incorporar a este Lagar, de forma cotidiana, algún texto propio. La inmensa mayoría han ido a parar a este contenedor para nada selectivo –tampoco demasiado coherente– que es el Diario. Cumplo el expediente. Con peor o mejor fortuna. O de modo casi inevitable.
Las reflexiones sobre la vida colectiva y sus circunstancias, sobre el debate en torno a los asuntos públicos o, más concretamente, alrededor de la política, que abundaron en otras épocas, han ido espaciándose cada vez más. Por reiterativas, por cansinas e incluso por aberrantes. No hay visos de mejora. Al contrario, todo se contamina de falacias y vilezas.
Crecimos soñando caminos. De la mano de Antonio Machado fuimos «cantando, viajero, / a lo largo del sendero», pero de aquellos deseos hemos el momento en que «la tarde más se oscurece; / y el camino que serpea / y débilmente blanquea / se enturbia y desaparece».
¿Un presagio?
10 de octubre
Termina un largo fin de semana o unas cortas vacaciones bajo la lluvia y el sonido bravío del río de Los Ángeles. Hemos resuelto algunas deficiencias que el tiempo alimenta, pero quedan otras para estar obligados a volver. Mi madre lo hubiera resumido: «no hay mal que por bien no venga». Visto así… no hay consuelo sin dolor. Ay, de aquellos sabios griegos. De Zenón de Citio p’alante o p’atrás. Según se mire.
9 de octubre
El pescadero que viene al pueblo miércoles y viernes demuestra buenas dosis de profesionalidad. Tambien de comerciante. Una vez me disertó sobre la frescura del producto que él mismo selecciona: «A las cinco de la mañana estoy en Mercamadrid, que es la mayor pescadería de España. Y a las nueve aquí está el pescado, en Las Hurdes. En Madrid usted no consume un producto más fresco», repite a modo de slogan.
Esta mañana le he pedido una lubina. «¿Esta, por ejemplo?», me pregunta señalando la que tenía más a mano. «Quizás una un poco más pequeña», le respondo. «Son iguales. Como mucho, 50 gramos de diferencia», lo asegura mientras acude a la báscula con ambas piezas en la mano. La primera, 600 gramos. La segunda, 650. «»Ve lo que le he dicho?». Ya solo falta que esté buena. Se lo diré el viernes, si aún sigo en el pueblo.
8 de octubre
Parece que en las próximas horas va a llover con contundencia y contumacia. Así podremos comprobar los efectos de las reparaciones realizadas en la casa. Paciencia y calma.
7 de octubre
Me despierto esperando al fontanero. Se nos han acumulado los problemas y ha llegado el momento de poner remedio siquiera a alguno de ellos. La caldera de gasoil no calienta la casa, el calentador de butano envía resplandores de alarma, la tubería del riego estalló cuando menos se esperaba… Han sido días de zozobra, porque estas furias se presentan de improviso y, una vez desatadas, no encuentran un rápido remedio.
¿Durarán mucho los arreglos o será la incertidumbre lo único, en verdad, absolutamente cierto? Conclusión: llueve casi a cántaros.
El fontanero nos devuelve la sonrisa. Son 108 euros.
6 de octubre
Queda el recuerdo del cumpleaños de M. Aunque en diferido, la celebración llevaba implícito un compromiso de futuro (lo que seremos) con la memoria (lo que hemos sido). Una familia. A trompicones, si se quiere, pero con motivos para reír juntos, incluso en esos momentos que generan desasosiego o dudas. Esa es, porque no hay otra, la salida. Por eso andamos. echándonos de menos. Siquiera a ratos. Y el de ayer fue, en cualquier caso, de los buenos.
5 de octubre
Acabábamos de llegar a Nueva York procedentes de Lima. Viajábamos para presentar en la sede de Naciones Unidas el documental Perú sabe (la cocina, arma social). En el grupo se encontraban personajes reconocidos internacionalmente como Ferran Adrià, Gastón Acurio o el presidente de Telefónica para USA y el de Latinoamérica. El control de pasaportes, siempre pesado cuando no enojoso, me pareció bastante más ágil que los vividos en otras ocasiones… Hasta que llegó mi turno.
El funcionario aduanero observó el pasaporte, consultó los datos, hizo un par de preguntas sin sentido y optó por reclamar la presencia de otro interventor. Tras un incomprensible intercambio de opiniones, me apartaron de la cola. Retenido, aunque no detenido… todavía. Sin embargo, no lo pensé.
El segundo funcionario, blandiendo mi pasaporte con mi correspondiente visa USA, se perdió por el pasillo trasero de las innumerables cabinas, en dirección contraria al lugar donde se encontraban los compañeros de expedición observaban libres de sospecha. No era mi caso.
Dies minutos después, el interventor regresó sin mi pasaporte ni mi visa para conducirme a una sala desproporcionada. Me sentí en medio de una situación incomprensible, de un absurdo burocrático que legitima la sospecha, ejercido por quienes representan a una sociedad que se dice adalid de la libertad. Me hicieron sentarme en un banco del que, abrumado por la situación, ni siquiera pude concluir que fuera incómodo. Se negaron a responder a mis preguntas y, sobre todo, a mi perplejidad.
Al cabo de media hora el susodicho funcionario volvió con mi pasaporte en la mano. «Puede pasar». Sin más explicaciones. Sin el más mínimo gesto de excusa ante mí y ante la mayoría de los colegas que todavía aguardaban en el espacio reservado a los libres de toda sospecha. Alguien debió relacionar mi nombre con algún supuesto narco peruano o colombiano. Así lo supusimos. Pero solo era No con el director del documental que congregaba a aquel grupo de gente variopinta y unitariamente perpleja. Tuvimos que correr para llegar a la recepción que nos habían preparado.
Este episodio me lo ha recordado el inicio del comentario de Antonio Muñoz Molina titulado La pesadilla de los inocentes. Él, lo explica, ha vivido personalmente esa situación, esa perplejidad, esa impotencia: la de sentirte acusado por un detalle tan nimio como absurdo. El escritor ubetense añade: hay casos peores. Por ejemplo, cuando quienes detentan el poder no solo sospechan de ti sino que, a sabiendas de que se trata de una falsedad, fabrican las pruebas que te habrán de condenar impunemente. Ese fue el caso de Juan Clavero.
4 de octubre
El escritor israelí y artista polifacético Etgar Keret publica en El País una Carta a mi madre sobre el último año de Israel, cinco años después de que ella falleciera. Lo explica el propio Keret: «Me prometí que te escribiría cuando hubiera alguna buena noticia, cuando los rehenes volvieran a casa o, por lo menos, cuando cayera este horrible Gobierno de Netanyahu». No se ha cumplido la condición prefijada. No hubo buenas noticias, sino desgracias encadenadas, cada vez más deplorables. Entre tanta desgracia, en el último instante, el escritor encuentra un motivo de esperanza. Y de una profunda emoción. Cuando intuye lo que habrían hecho sus padres en este aciago momento: «mirar dentro de la oscuridad y la pesadumbre para encontrar un camino de luz lleno de esperanza».
3 de octubre
El oftalmólogo revisa su trabajo en mi ojo. Se muestra razonablemente satisfecho.
– ¿Y que falta para estar absolutamente satisfecho?
Sonríe. La visión de lejos, aunque un poco mejor en el ojo izquierdo que en el derecho, evita pensar en gafas nuevas.
– Para cerca, las va a necesitar sí o sí.
Recomienda que deje pasar unos días antes de ir a la óptica a medir el alcance de mi presbicia. Le muestro las que llevo colgadas del cuello.
– Si se arregla con esas, no malgaste el dinero.
2 de octubre
El paseo estaba nublado. Las aves no han celebrado mi paso con la efusividad de dos días atrás. Tan solo algunas palomas y otras pocas urracas picoteaban entre las ramas trituradas que ahora abonan la Dehesa. En este enorme recinto, otrora frecuentado por mí con asiduidad, detecto ahora algunos cambios más ostensibles: la protección de amplias zonas cercadas para llevar a cabo nuevas plantaciones. Tal vez por ello, en esa parte de la Dehesa, cuando ya solo cabe recorrerla a pie, no me topo a ningún paseante. O tal vez sea que no por mucho madrugar amanece más temprano.
1 de octubre
Recojo el coche del taller. Había decidido aprovechar este tiempo sin poder conducir para someterlo a una revisión ordinaria y, de paso, para que le pasaran una mano de chapa y pintura por las zonas más perjudicadas de la carrocería. Me lo han entregado antes de lo previsto y me ha parecido que estaba como nuevo, aunque el vehículo ya lleva caminados 375.000 kilómetros.
Sin embargo, cuando lo he cogido he tenido la impresión de que está hecho un chaval. Cuando lo compré no pensé que este Prius podría ser el último de mi carreras –tras el 4latas, el Seat 124 y el Renault Laguna, sin incluir al Peugeot que puso a mi disposición RTVE en el tiempo que pasé por allí. Objetos que recorren una vida. Este último ya lleva conmigo 14 años.
30 de septiembre
He vuelto a recorrer un buen trecho de la Dehesa Vieja y he tenido la oportunidad de saludar a un gentío de pájaros bulliciosos que, a la vista de cómo escapaban de mis proximidades, no parecían echarme de menos.
Vivir al lado –o si se prefiere, al otro lado– de la hilera de casas que fija los límites del territorio urbano invita a valorar la preservación de este espacio formidable que linda con la congestión asfáltica de Sanse. Se notan los cuidados de un terreno que trata de hacer honor a su naturaleza, pródiga en una vegetación de influencias mediterráneas.
El asfalto queda tan lejos como el transeúnte desee. Aunque el 75 por ciento de este municipio es rural, muchos vecinos solo pueden pensar en la autopista que conduce a Madrid y a sus alrededores, porque allí transcurre su jornada laboral, que deja poco tiempo a la vida.
Me ha reconfortado el paseo. Doblemente: por el paseo en sí y por el privilegio de poder practicarlo. Regreso a casa y, aún sudoroso –aunque no mucho, porque mis pasos no alcanzan el trote; camino al paso–, me llama A. para ratificar algo de lo que ya me había advertido un tercero: está celosa por su aparición en este diario a cuentagotas.
La próxima vez que venga a Sanse la voy a llevar a la Dehesa. A echar la tarde, si el tiempo, como hoy, invita. Buscaremos sorpresas dignas de ser reseñadas en este diario. Y de que repita en este apartado del Lagar. Ella conoce, y bien, el lagar original.
29 de septiembre
Hacía mucho tiempo que no tocaban migas. Desde mayo, por lo menos. Podíamos festejar la vuelta al cole o, mejor, todo lo que desde entonces ha merecido la pena. Hay motivos, por algunos baches previos.
28 de septiembre
Me proveo de algunos libros que tenía pendientes. De Sergio del Molino, de Paco Cerdá, de Juan Tallón y de Nuria Pérez (este entra de regalo). Este diario ahora tiene nuevos competidores. Aunque estos, más que retar, suman. Casi seguro.
En los últimos días he dedicado tiempo y nostalgia a El ruido y la furia, unas Conversaciones con Manuel Vázquez Montalbán desde el planeta de los simios que José Colmeiro mantuvo con el periodista, escritor, pensador que marcó mi empeño en ejercer el periodismo dede un planteamiento que aspiraba a una coherencia heterogénea. Nada mejor que encontrar a una referencia tan excepcional. Para seguir aprendiendo. Todavía.
27 de septiembre
Como no puedo leer de cerca, aprovecho la visita bimestral al peluquero (UOMO se denomina el establecimiento. Para que no quepan dudas, supongo) para conversar sobre fotografías. Me da pie la reproducción en blanco y negro de un establecimiento de similares características, aunque con mayor número de operarios, que preside el espacio. Lo asociaba a primera vista con alguna película de cine clásico, pero los tatuajes y el peinado del peluquero mayor imponían un tiempo mucho más cercano. Mi tocayo me saca de duda: es una peluquería de Amsterdam y la foto no tendrá más de veinte años. Se trata de un establecimiento singular, que organiza actividades múltiples: cursos, libros, conferencias, conciertos…, y donde el corte de pelo más simple puede costar 70 euros. Terminada la faena, acudo a abonar el servicio peliqueril. Mi tocayo me devuelve a la realidad:
– Son 12 euros, como siempre.
Le devuelvo una sonrisa, esta vez más sincera que de costumbre:
– Hasta la próxima.
26 de septiembre
Hace unos días reconocía en una conversación con un amigo aún más desencantado que yo que solo tengo una razón para seguir votando cada vez que se convocan unos elecciones. Me la da, día tras día, sin excepción, el Partido Popular. A la vista de sus propuestas y reacciones solo me parece razonable votar contra él.
25 de septiembre
Se me aparece esta cita de Umberto Eco en Facebook:
Leído lo cual, me tranquilizo al mirar algunos rincones de mis estanterías. Sin embargo, sigo pensando que algún día tendré que tomar decisiones traumáticas.
24 de septiembre
Al actual rector de la Universidad de Salamanca lo eligieron por mayoría los doctores del Alma Mater salmanticense, pese al palmario fraude en que basaba su currículo. Autocitas a millares e incluso a centenares de millares que el claustro asumió con una complicidad cuasi delictiva. Ahora, cuando desde el ámbito académico extrasalmantino se pone de manifiesto lo evidente, la repercusión no debería limitarse a la destitución del rector sino también a la de cuantos le eligieron. Aún más: las manos de la mayoría de quienes le votaron están sucias. Las de quiene se abstuvieron no están limpias.
Salmantica docet. Pero ¿qué?
23 de septiembre
El papel que en España cumple el bar como elemento aglutinador de las comunidades rurales, en Noruega lo hace el periódico. El análisis lo formula Cristóbal: un tipo joven, chileno, noruego, español y, sobre todo, inteligente, inquieto, conversador. Desarrolla una tesis doctoral sobre el periodismo en ámbitos rurales en España y en Noruega. Un análisis comparativo, que confronta dos realidades tan distintas como distantes. Una conversación apasionante. Quedamos en hacer algo juntos. Veremos.
22 de septiembre
Cada vez me interesan más las opiniones, los comentarios o las columnas que, abordando cuestiones de interés general, escapan de las referencias concretas del momento o el debate público y se afanan en bucear en registros más amplios que inviten a adentrarse en perspectivas complejas. Ayer me interesó la reflexión de Antonio Muñoz Molina Los maestros macabros. Hoy, la de Irene Vallejo La vieja crueldad presume de juventud. Desde la cultura y el pensamiento, la literatura y la filosofía, se entiende lo que pasa de manera más cierta y más compleja que a través de los editoriales al uso o la columnas de los tutólogos que en su momento definió Giuseppe Richieri.
21 de septiembre
Nunca falla. Cada 21 de septiembre me despierto con una nota en el buzón de correo. Es de Gabi. No tiene a quién felicitar en esta fecha, pero comparte la alegría de los recuerdos compartidos por amigos y antiguos compañeros. Tambien conmigo. Y eso hace que este cumpleaños de quien ya no puede cumplirlos me resulte festivo. Porque siempre hay algún motivo para el orgullo y la sonrisa.
20 de septiembre
Eso de morir con las botas puestas no me parece tanto un motivo de orgullo como un empeño poco práctico. Solo sirve para complicar, siquiera levemente, los trámite funerarios a los familiares o amigos del finado. Sin las botas puestas se ahorran molestias. No obstante, de vez en cuando me asalta la idea de inventar algo para hacerme creer que aún podría ejercer de periodista. Es decir, de calzarme las botas para pensar que aún estoy en condiciones de caminar.
19 de septiembre
Mi hipocondria se manifiesta de múltiples maneras. A esa multitud se ha sumado en estos días una que me ha resultado sorprendente. Concluyo que mi trslados al hospital en los últimos meses han coincidido con la pérdida de objetos importantes. Hace un par de meses dejé en el taxi al representante de mi mundo exterior: el móvil. Ayer, dejé en el taxi (otro) a las representantes de mi mundo interior: las llaves de casa. ¿La próxima? No sé cómo o dónde ocurrirá, pero temo que esta carrera no ha hecho más que empezar…
18 de septiembre
Intervención de cataratas. Esta vez le toca al ojo izquierdo. Voy a lo sabido, aunque, sin saber por qué, más nervioso que cuando la operación afectó al ojo derecho. ¿Razones ideológicas? No lo descarto: tras la primera intervención la visión diestra mejoró mucho. Por consiguiente, el reto de la siniestra se ha acrecentado. ¡Qué presión!
17 de septiembre
Tras la excursión hurdana encuentro a M. bastante más tranquila que en los días precedentes. Da gusto estar a su lado.
16 de septiembre
Reunión en el Centro de Documentación. Nueva directora. Ella debe ser, a partir de ahora, la impulsora del Mapa Emocional. Su formación es adecuada (antropología y magisterio). También lo parece su actitud, prudente y atenta. El problema radica en el plazo de su contrato (muy corto) y, sobre todo, en su conocimiento de la comarca (limitado, por decir algo). La próxima entrevista añadirá mayor información.
15 de septiembre
La conversación con E. se interrumpe. Intento la rellamada y observo que me he quedado sin cobertura. Ni teléfono, ni wasap, ni correo, ni las conexiones imprescindibles para pagar en el restaurante o ver un partido de fútbol. Aislamiento absoluto.
Tengo asuntos graves pendientes. Busco a alguien que, abonado a otro operador, me preste su aparato. Todos están a oscuras. No tengo más remedio que coger el coche y salir del pueblo. Dentro de la comarca no encuentro solución. Fuera, sí. Treinta kilómetros para 30 segundos. Ocho horas después el teléfono repica las llamadas acumuladas. Ni una explicación.
14 de septiembre
La procesión del Cristo nos atasca. Pasan ante nosotros muchas mujeres con mantones bordados. Al final, casi de la mano, el alcalde y –oh, sorpresa– el obispo. Inconfundible por con su mitra reluciente. No hay manera de evitar una mirada muy atrás.
13 de septiembre
Salimos de Madrid a ritmo de contrarreloj. Nos espera una reunión en el molino que tiene fijado su horario. Llegamos a tiempo y la conversación hurdana compensa con creces el acelerón. Estamos, tal vez, ante la última oportunidad para sacar adelante el Mapa Emocional de Las Hurdes. Ha pasado mucho tiempo y acumulado demasiados desencantos, pero el tono de la conversación anima a apurar esta última oportunidad.
12 de septiembre
Un día para darle vueltas a la cabeza, pero no para reseñar los numerosos interrogantes que van surgiendo. A veces la vida te asalta a contrapié. La jornada finaliza con un entrenamiento del cancerbero D. Al cabo de la práctica, repite, entusiasmado, u porcentaje: 3 penaltis parado de lo 4 que le lanzaron. Orgullo de guardameta y buen escudo contra el miedo.
11 de septiembre
La semana pasada tuve (no puedo decir que alojé) a un inquilino en el molino. Se aposentaba de día y se fugaba de noche. A A. no le gustaba su presencia, pese a que el bicho en nuestras horas hábiles permanecía recluido en un rincón de una especie de zulo de acceso reducido.
Antes de cerrar por unos días el lagar tramé una celada. El sus horas de actividad –o sea, de noche– cubrí con una lona la reja de acceso al zulo. No he vuelto a verlo. Pero hoy, después de leer la entrevista a Orly Razgour en El País, si vuelvo a encontrarme con el inquilino, trataré de negociar con él: si permanece tranquilo y no cría, retiraré la lona y solo le molestaré en caso de necesidad.
10 de septiembre
Ayer me invitaron a participar esta mañana en el acto de presentación del Mapa de la Comunicación en el Mundo Rural. Y allí me fui. Presidió el acto –sin necesidad de subirse al escenario– la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, junto a –ellos sí subieron– el secretario general para el reto democrático, Francesc Boye, y el periodista Manuel Campo Vidal.
Me dieron tres minutos, pero me tuve que prepararlo demasiado: me sabía la lección. Y aproveché para reclamar atención a la asociación AlmaHurdes y al Mapa Emocional de Las Hurdes al que hemos dedicado todo nuestro empeño en los dos últimos años. No les debió parecer mal nuestra iniciativa. Al menos, así lo manifestaron. Abrieron puertas. Pero habrá que ver si al otro lado hay algo más que las palabras, palabras, palabras… que ya hemos escuchado en otros salones.
9 de septiembre
50 euros por ir ligero. Camino de Granada me pilló un radar a 110 kilómetros por hora. La velocidad estaba limitada a 100. No quise alegar que viajaba por una obra de misericordia, porque el código no admite excusas absurdas. Así que me aplico a descifrar la herramienta digital de la DGT, me descuento el 50% de la sanción por pronto pago (si no, habría pringado 100) y me exijo estar más atento a las señales acústicas que emite el coche para delatar a las maquinas que te acechan. Hacía mucho tiempo, pero mucho, sin infracciones por carrera en la carretera.
8 de septiembre
Por razones diversas esta fecha la celebran los extremeños y los salmantinos. No guardo recuerdos por ese motivo de los lugares que explican buena parte de lo que he sido. La fiesta no ha sido mi sitio.
7 de septiembre
Cumpleaños de alguien a quien se le olvidó responder. De o demás ni hablamos. Me cuesta entender el silencio, pero lo respeto sin necesidad de explicaciones; menos aún, de reproches. La vida está llena de momentos. Y a ellos, lo que fueron alguna vez felices, me aferro. O sea, qye sin decir nada, lo celebro.
6 de septiembre
S. y M. han ayudado estos días a limpiar el molino.
Llegaron hace tres años a Tenerife desde Guinea–Conakry. En cayuco. 19 días en barco. Desde allí, a Sevilla; luego, a Lleida, y ahora (hace más de un año) a Las Hurdes. Trabajan en los olivos o en la construcción. Lo que les sale, que no es mucho. Lo que les mandan. Impresiona su esfuerzo. Emociona su silencio.
A S. le gusta el fútbol. Pero solo lo practica en algún rato. No puede hacerlo oficialmente. No está federado. Son clandestinos, ilegales incluso para el ocio o para hacer simplemente lo que casi nadie quiere.
No me atrevo a dar sus nombres. Alguien podría denunciarlos. Por tratar, simplemente, de vivir.
Me niego a olvidarlos.
5 de septiembre
Despedimos el verano hurdano en una reunión muy reducida. De madrugada, al borde de la despedida, el teléfono anuncia a M. una muerte intempestiva, inasumible. Dolor y asombro. El abrazo final no alcanza a aliviar el desgarro de la tragedia, casual e inexplicable.
4 de septiembre
Vuelve el curso a las ondas. Las cadenas de radio –como los periódicos e incluso la meteorología, pese a su creciente desvarío– abren la nueva temporada convencidas de que el todo cambia, nada permanece que proclamó Heráclito es una obligación, aunque en realidad el aforismo solo a unas pocas circunstancias y a ninguna de las esencias. O sea, que en el fondo más valdría afirmar que «nada cambia, todo permanece» para resumir de qué va o vuelve la vaina. Es lo que tiene aferrarse a la actividad política como el origen y el término de la acción cívica, de las obligaciones políticas y de otros cuentos chinos manoseados con aromas de estercolero.
Ustedes disculpen, profetas de las ondas.
MIentras tanto, las obras no paran. Lo urgente ha dado paso a lo imprevisto. Del presupuesto al «dios dirá». Y en eso estamos.
Los dos jóvenes guineanos que trabajan en el molino me cuentan su peripecia: llegaron a Tenerife en cayuco hace tres años. Luego, fueron a Sevilla. Y de allí, a Lleida. Ahora recalan, cuando pueden, en otras lejanías. Tienen 20 y 23 años. Encuentran trabajos de carga, pero solo a ratos, sin regulación posible; se divierten a veces jugando al fútbol, pero no pueden compartir entrenamientos o partidos por carecer de licencia federativa. Viven de alquiler. Trabajan –por lo que visto– con denuedo. Admirables. Necesitan más y mejor empleo. Esperan alguna buena noticia de su abogado. Pero lo dicen sin convicción. Con resignación. La misma que puede tener cualquier ciudadano español cuando lo asaltan estas realidades, incluso cuando es mero observador.
Esto sí es importante. Pero avanzamos en dirección contraria.
3 de septiembre
Se han sumado a las obras del molino M. y S. dos chavales de raza negra que llegaron a Las Hurdes aún no sé cómo. Otros, de su misma raza, lo hicieron a través del Centro de Menores. No siempre se los ha recibido bien más allá de los límites del centro. Alguna vez nos hemos planteado hacer algo para proteger los derechos de estos chavales, amenazados muchas veces por las habladurías de algunos.
¿Y si nos propusiéramos promover una publicación sobre los otros hurdanos? Porque aquí, en esta tierra tan dura y a tenor de las tareas que se les encomiendan, parecen ser los más hurdanos de los hurdanos.
¿Cuánto cobrarán M. y S. por lo que están haciendo?
2 de septiembre
Obras en el molino para protegerlo de las riadas que vendrán. Existen precedentes que ocasionaron desperfectos, algún desaguisado y una cierta sensación de inseguridad, que, pese a todo, no desaparecerá.
Por otra parte, la temporada radiofónica marca el inicio de la temporada política. Nos aguardan severas expectativas. La peor de todas, el encono, la sinrazón, las banderías… No pasa nada por dedicar el día a las obras que nos protegerán –amén, Jesús– de la tormenta.
1 de septiembre
Lo que escribí al respecto de este día desapareció dentro de las tripas del editor de texto. Ni me acuerdo de qué se trataba,
31 de agosto
Tres libros a la vez y no estar loco. Se trata, dicho sea en mi descargo, de una anomalía. En plenas vacaciones me ha dado por simultanear la lectura de tres textos muy ajenos entre sí.
Los cuentos de Elvira Navarro agrupados en torno a uno de ellos, La isla de los conejos; la narración sobre el 14 de abril, de Paco Cèrdá, que se había traspapelado en el alboroto de libros que ya no puedo ubicar en su lugar correspondiente por sobresaturación (exceso de ejemplares en espacio disponible) y La desigualdad en España, una obra que sigue los pasos de Thomas Piketty, centrada en la realidad española y fundamental para comprender y dimensional la que me parece cuestión central de la sociedad en general y, particularmente en la española.
La diferencia radical de esta tríada me resulta no solo llevadera sino enriquecedora, aunque extraña respecto de mis hábitos unidireccionales. No hay interferencias entre la imaginación, la ira y la impotencia que evoca cada uno de los volúmenes que simultaneo.
30 de agosto
Reivindicación del pastor presencial. Mi amigo D. encontró en el pastoreo digital una fórmula que le permitía atender las responsabilidades inherentes a su oficio y el noble propósito de recuperar la cabra hurdana, símbolo de la propia comarca. Sin prisas, pero con eficacia, desplegó una serie de iniciativas que reforzaban su propósito. No solo era posible, sino cierto.
Sin poner puertas al campo, D. consiguió marcar el territorio donde cada día pastan sus cabras. El pastoreo digital facilitaba su plena dedicación a las tareas propias de su empleo y el control de una afición cada vez más satisfactoria. Pero bastaron cuatro días de vacaciones, la celebración de una boda familiar a cientos de kilómetros y el adelanto de las lunas parideras (a saber qué es eso) para que las preñadas soltaran a sus crías repentinamente y los animales del bosque acabaran con la vida de los cabritos y las cabritas recién paridas e incluso con la salud de las madres.
A D. lo encontramos en el monte en pleno disgusto. No había ira. Tampoco consuelo. Las putas lunas. Y me dio por pensar que el pastoreo digital requiere aún mayor eficiencia y un grado de sensibilidad que aún no es programable. ¡Ánimo, D.!
29 de agosto
Hay lecturas que alertan de lo que se nos viene encima. Tomo nota de unos párrafos de Baumgartner, la última novela de Paul Auster publicada en vida del autor. Podría resumirse en «lo que la bragueta esconde y lo que la bragueta enseña». Nadie está libre…
28 de agosto
Encuentro en La Isla. Recuerdos: aquellos baños infantiles y algunos juveniles, aún más inolvidables. Gonzalo Hidalgo Bayal nos los había devuelto a la memoria en su última novela, Arde ya la yedra. Esta vez el encuentro fue estrictamente familiar. Con la doble MA + A. El calor resultó soportable y la charla larga y serena con cierta melancolía memorialista.
27 de agosto
Nos visita una arquitecta que reivindica la aportación de los viejos oficios de la albañilería para las construcciones contemporáneas; en particular, en el ámbito rural, donde aún se encuentran personas que han aprendido el oficio con los recursos más próximos y naturales. La acompaña Sergio, que intervino en la reconstrucción del viejo lagar y del edificio contiguo. A ella e interesan algunos aspectos de la restauración del molino y discrepa de determinados criterios que se aplicaron en la rehabilitación que le salvó de su ruina. La charla resultó interesante. Aunque cada cual siguió rumiando su propia cantinela.
26 de agosto
Cuando llegamos a la Comandancia del instituto armado (así se decía en las antiguas crónicas) de Caminomorisco, la Guardia Cilvil ya estaba al cabo de la calle. La regenta del bazar había llamado al cuartelillo y el funcionario que acudió a la cita estaba aparcando en el lugar donde acabábamos de dejar nuestro vehículo. Él nos explicó lo ocurrido.
Hace cuatro meses acudimos al Bazar para adquirir un par de productos: un spray antiavispas y unas cajas para guardar viejos cds. Pagamos con la tarjeta bancaria, pero, ya fuere por culpa de la mala cobertura de la red o por el mal estado del datáfano, la orden de pago no llegó al banco. Y el error pasó desapercibido para nosotros, pero no por una regenta con acreditada solvencia como fisonomista.
El pollo que montó la regenta en nuestra ingenua visita anterior no admitía excusas, pero los hechos le daban la razón. De ahí a tratarnos como robaperas de veinte euros que no advirtieron el fallo del datáfono del banco…
A. ha hecho votos de no volver jamás a visitar el bazar. Para su satisfacción, el empleado del establecimiento asegura que los pollos de la regenta con sus clientes forman parte del paisaje cotidiano. También hay que reconocer su mérito: memoria y tenacidad. La podía emplear contra la banca o la tecnología, y no contra unos incautos veraneantes… Sus gritos y el castellano que farfullea desquician no solo a los incautos, como nosotros, sino también a los posibles delincuentes. En el bazar no hay dobermans. Se basta la señora.
25 de agosto
Llueva, truene o relampampucee; sea domingo, miércoles o fiesta de guardar, la pensión llega puntualmente, sin excepción alguna, a la cuenta del beneficiario que soy yo.
Tanta puntualidad cambia las referencias: no llega la pensión por ser 25, sino que es 25 porque llega la pensión.
24 de agosto
Acudimos al cuartel de la Guardia Civil. Nadie responde. Ni es hora ni es fecha adecuada.
Hace un par de dìas, en el bazar del pueblo que gobierna, al parecer, una mujer china, tratamos de adquirir unas gafas de agua con las que evitar en lo posible el contacto de los ojos con el cloro de la piscina. La regenta acude a nuestro encuentro visiblemente enojada. Se trata de una mujer menuda que grita estentóreamente. A duras penas conseguimos entender su reclamación: el pago de algo que, según ella, en otro momento nos llevamos del bazar sin pagar. Según dice (o eso entendimos), eludimos el pago porque no había conexión en la red para el pago electrónico y nos fiaron porque quedamos en volver para abonar lo adeudado.
La bronca fue creciendo y tratamos de salir del atolladero. Es decir, salir del bazar. La mujer se interponía advirtiéndonos de que nos tenía grabados en el teléfono, de que pagáramos y de que acudiría la policía y a la Guardia Civil. En medio del griterío alcanzamos el coche para iniciar la huida. Entonces observamos que la mujer grababa al vehículo mientras seguía amenazándonos.
Hemos acudido a dar cuenta a la Guardia Civil del incidente. Por si acaso. Pero la institución cierra al público muchas horas e incluso varios días de la semana. Fuimos el jueves, pero hasta el lunes no habrá opción .
Entre tanto, necesitábamos cosas del bazar. Pero ¿quién acude al avispero?
23 de agosto
Los Galis se despiden del Molino por esta temporada. Antes lo hicieron los SS. Vienen para que, luego, los echemos más… de menos. Vuelve el silencio. Y permanece un murciélago que vigila el zulo y se ha sumado a la familia.
22 de agosto
Del molino a Sanse. Ayer, ida; hoy, vuelta. La visita del médico. Para que constatase la sordera. Como una tapia.me autodiagnostiqué. Más o menos.
Los especialistas se limitaron a constatar la sordera. No hubo aspavientos. A fin de cuentas, la llevo catorce años a rastras. Lo asegura mi historial insonoro emitido y guardado por la sanidad publica y que yo no recordaba. La evolución obliga a mirarla (lo de los ojos es otra historia) con benevolencia. Camina a paso lento, sin prisas.
21 de agosto
En estos días me puede la presión de escribir, siquiera unas líneas, cada día. Pero temo que lo escrito bajo ese compromiso carezca no solo de enjundia sino también de interés, que sea una obligación asumida sin el afán de elevar la rutina de cada día a un instante merecedor de la reflexión o, al menos, de una sonrisa.
20 de agosto
JL habría cumplido hoy 77 años. Podríamos haber comido un arroz con conejo. O haber hecho un homenaje gaditano, siempre pendiente, al atún de almadraba.
La fecha nos invita a celebrar un cumpleaños ya cumplido, el de M. Y lo hacemos en El moral de Las Hurdes. Disfrutamos..
19 de agosto
El derribo de un muro puede abrir otras puertas.
El tránsito de vehículos pesados por el camino abierto al lado mismo del Molino acabó por derribar una parte importante del muro de piedra exterior de los cortijos donde otrora los propietarios de la almazara depositaban sus aceitunas. Responsabilizamos a los usuarios habituales de la pista, pero sin elevar la protesta a ninguna instancia más allá de alguna queja en conversaciones con personas allegados. El disgusto y la protesta se quedaban dentro de casa.
Una tarde, ya anochecido, de repente, una voz pidió que abriéramos la puerta. Era la vecina de la finca de nuestros males. Traía un cubo de frutos de su huerto y nos pareció una señal de buena voluntad. Lo agradecimos.
Cuando dos días después acudimos a devolverles el cubo, tras haber degustado con satisfacción los tomates, las berenjenas y los pimientos de aquel gesto de buena voluntad, surgió una conversación digna de recordar. Fue el vecino quien planteó el problema del muro, asumiendo, si no la plena responsabilidad material del desaguisado (a fin de cuentas los camiones destructores habían sido contratados) , sí una responsabilidad indirecta. Y lo hizo ofreciéndose a abonar el 50% de los costes de reparación del muro y a ampliar el acceso a su finca mediante el derribo de algunos bloques de piedra que faciliten la maniobra de los vehículos alejándolos del muro derruido.
Las soluciones que ofreció el vecino habían formado parte de nuestras disquisiciones cada vez que buscábamos soluciones para evitar la repetición de nuevas catástrofes. Pero fue él quien las expuso abiertamente. Y ese hecho nos pareció mucho más que un gesto de buena voluntad. Más que digno de respeto y aprecio.
Los tomates y las berenjenas así saben mejor. No son sobras.
18 de agosto
F. Dicho y hecho. Hasta la próxima.
Hoy es día festivo. No por ser domingo, sino por ser día de cumpleaños. E incluso de santos. El teléfono aguarda.
17 de agosto
Los hados no colaboran. Cuando había empezado a cumplir mi penitencia de algo nuevo (por escrito) cada día o, si se quiere, cada 24 horas, ¡zas!, los hados impiden dejar constancia de la seriedad de mi empeño. Debe ser que conocen bien mi tenacidad intermitente en este tipo de compromisos o que se trata de un virus tan oculto como indeseable. Lo siento por F., mi lector indesmayable, mi particular vigilante y mi desfacedor de entuertos. Ahí se lo dejo.
16 de agosto
Comida en Castellanos de Moriscos. Un clásico con piscina de geometría (entiéndase como concurrencia) variable. Con una novedad emocionante. Se llama Izel y dicen que significa “única” aunque a haya llegado a una turba para la que algunos buscan un logotipo tatuable.
15 de agosto
Me despierto haciendo números:
De casa a Sauceda: 297 kilómetros – 3 horas y 28 minutos
De casa a Villares: 236 kilómetros – 2 horas y 18 minutos
De Villares a Sauceda: 145 kilómetros – 1 hora y 44 minutos
Opción 1. Casa – Sauceda – Villares – Sauceda: 587 kms. – 5 horas y 24 minutos.
Opción 2. Casa – Villares – Sauceda: 381 kms: – 4 horas y 2 minutos.
Después de tantos números ridículos evoco los versos de Machado:
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
14 de agosto
El calor afecta a las neuronas. En esa situación me aferro a un compromiso: incorporar cada día –llueva, truene o relampampucee– un comentario en este diario o, al menos, en el Lagar que lo acoge. Siquiera un par de líneas al día o veinticuatro palabras cada veinticuatro horas. No es mucho.
Por ejemplo, hoy:
Solicito al hospital donde me operaron de una catarata en el ojo derecho que me confirmen la cita para hacer lo propio en el izquierdo. Me responden con gran rapidez, pero me prorrogan la fecha que me habían anunciado. Aún así añaden: “Le recordamos que es orientativo, ya que tienen preferencia las operaciones de primeros ojos; dado que en su caso sería el segundo es posible que se demore más”.
A falta de mejor remedio, asumo la explicación y añado que, una vez resuelto el problema del segundo ojo, prometo dejar lo del tercero para el mismísimo juicio final.
24 de julio
Escucho a una maestra, al borde de la jubilación, que relata, emocionada, a través de la radio, uno de los momentos más felices de su vida. Fue un día al terminar el curso: una de sus alumnas se acercó a su mesa y le entregó un ramo de flores que escondía una dedicatoria en la que la profesora destacó una frase: “Nunca olvidaré que usted me enseñó a amar la ciencia”.
La maestra añadió algo tal vez anecdótico. En aquel curso tuvo seis alumnas sobresalientes; cuatro eran de origen chino.
Yo, sin ser chino –en algún momento de mi vida, me habría gustado ser negro–, también tuve un maestro que me enseñó a amar las ciencias, la reflexión y la gramática. Le he recordado siempre y le he agradecido en público y en privado lo mucho que le debo. Lo reconozco cada vez que he mirado atrás y lo he explicitado cada vez que me han invitado a mirar en el espejo mi propio desarrollo personal. Un par de veces he dejado alguna referencia a don Demetrio en esta bitácora.
Me enseñó mucho y, sobre todo, estimuló sobremanera el interés por averiguar y entender. En horas extras nos enseñó mecanografía sin máquinas donde escribir, sino sobre un cartón en el que, el primer día de clase, calcamos un teclado. Nos enseñó taquigrafía, aún no sé para qué, e incluso francés, en una época en la que al gabacho se le miraba con profundas reticencias. Me hizo saber lo que aprendía y, sobre todo, me hizo comprender los límites de los conocimientos que nos proponía; es decir, a buscar más allá sin necesidad de vara de castaño sino con la persuasión de quien te respeta.
Sin don Demetrio Álvarez no puedo explicar el rumbo o los rumbos de mi vida. Sin él no hubiera podido aprovechar las oportunidades que vinieron después: desde el colegio salmantino en el que me fui haciendo adulto hasta las elecciones profesionales en las que me aventuré y de las que he disfrutado.
Conste. Yo también tuve un maestro… que animó mi vida.
23 de julio
Encuentro entre mis notas manuscritas, las que escribo para no olvidar, estas dos citas:
“Así es como se acaba el mundo, no con una explosión, sino con un gemido”. T.S. Elliot.
«Lo contrario de la vida no es la muerte, sino el miedo». (Jesús Carrasco. Elogio de las manos).
Leídas así, sin contexto, ¿sirven esas anotaciones para algo? Es lo que suele ocurrir cuando se confunde el ingenio con el rigor. Por ejemplo.
25 de abril
Grándola Vila Morena. Desde aquel día, hace 50 años, ¿cuántas veces hubiéramos preferido ser portugueses? Joan Manuel Serrat y Xosé Afonso nos ilusionaron con la música de una terra da fraternidade. Siempre hay motivos para celebrarlo. Entre tantos desengaños.
24 de abril
Joan Manuel Serrat, premio princesa de Asturias de las Artes. Gracias a él hoy puede ser un gran día. No por la persona en cuyo nombre se otorga, sino por quien lo recibe.
17 de abril
Tal día como hoy (no voy a repetir la última entrada en este diario, porque este es otro día) mi madre habría cumplido cien años. De sus últimos tiempos recuerdo momentos formidables; sobre todo, cuando empezó a sentirse débil y tuvo tiempo para mostrarse cariñosa, tal vez porque antes no tuvo hueco para caricias.
Recuerdo también algunos silencios.
Tengo grabado un reproche que aún me hago, propio de un adolescente con más ímpetu que discernimiento. Estábamos en la cocina. Ella fregaba la loza. Yo debía estar de vacaciones. Me contó que papá la había reñido, seguramente de manera impetuosa, por algo que nos afectaba. Mi pregunta surgió a bocajarro: «¿Por qué no te separas, mamá?». El silencio resultó atronador. Nunca me arrepentiré lo suficiente. De ser tan imbécil.
Tal vez desde entonces empecé a querer, de verdad, a mi padre y a mi madre. A la fiera paterna por su capacidad para la ternura. A los silencios de «la madre» por su absoluta dedicación a lo importante.
¡Qué pena no habérselo dicho lo suficiente!
11 de marzo
Tal día como hoy, hace ya veinte años, me desperté preocupado. Tenía que desarrollar unos asuntos urgentes relacionados con el trabajo que por hache o por be no acababa de rematar. Madrugué. Decidí quedarme en casa, porque los imprevistos cotidianos de una redacción de Informativos, como la de aquel momento la de Telecinco, crecen a medida que avanzan las horas. Y por una vez, para no distraerme, dejé apagada la radio.
“Si me quedo en casa, en un par de horas dejo el asunto resuelto”. O eso pensé, o así me justifiqué después. Para concentrarme en la tarea mantuve apagada la radio y así conseguí actualizar el informe que traía entre manos y del que me iba a olvidar para siempre. Bajé al garaje, cogí el coche y… la noticia me estalló antes de llevar a la calle. Era el 11M.
No tuve tiempo de justificar mi demora. El director de informativos me abordó en las escaleras. “Vete al control y no te muevas de allí. Vamos hablando”.
El despliegue de la redacción ya estaba en marcha. La emisión en directo había comenzado unos minutos antes. ¿Qué había pasado?, nos preguntábamos, pero apenas alcanzábamos a ver lo que veíamos. Sin salir del estupor requeríamos explicaciones. No había tiempo para las conjeturas. ¿Cómo pedir tranquilidad, ordenar el aluvión de imágenes y testimonios, coordinar a los reporteros distribuidos por muy diferentes puntos de Madrid, a valorar las imágenes más brutales, los testimonios de la barbarie…?
La redacción trabajaba en todos los frentes. A media mañana, me sorprendió una llamada del delegado en El País Vasco, un periodista excepcional.
– Estás en el control, ¿verdad? Ni de coña. No es ETA. No es ETA. He hablado con mucha gente. No es.
Avanzada la tarde la advertencia empezaba tomar cuerpo, mientras la obcecación y la presión del Gobierno no cejaba. El coche de Leganés, los versos del Corán. Cada nuevo elemento, provocaba la misma consigna oficial. Es ETA. Mantuvimos el equilibrio en aquel torbellino emocional sobre el que se precipitaban las presiones. Tanto dolor y tan pocos escrúpulos. ¡Qué vergüenza! Algunos responsables, al horror, añadieron la indecencia.
Sin embargo, aquel día tuvimos la convicción de que el ejercicio del periodismo puede merecer la pena. En solidaridad con quienes más padecen.
29 de febrero
¿No había otra manera de organizar el tiempo que poner un día más al calendario cada cuatro años? ¿Un día raro. Una especie de absceso crónico.
26 de febrero
Para una vez que me salgo de la rutina cotidiana y acudo a un acto social público, a alguien se le ocurre sacar una fotografía en la que aparezco junto al embajador ruso en España. ¡En un acto protagonizado por Josep Borrell!
¿Estoy en riesgo? De haberlo sabido no habría aplaudido. Es verdad que lo hizo todo el mundo, salvo, precisamente, las dos personas que tuve delante. Luego lo supe: ellos eran la delegación rusa observadora del acto.
En un momento de su intervención, entre bromas –que, visto lo visto eran de veras–, Borrell envió un saludo –de viva voz, pero también con gestos mano en alto– a los agentes rusos que podrían estar tomando nota de sus comentarios. Mis vecinos no respondieron; parecían ajenos a la charla, aunque con el móvil en marcha –el jefe de la legación– y con papel y boli –su asistente-.
Ellos fueron la excepción, los únicos que eludieron el aplauso que parecía obligado. Por mera discreción, supongo, también evitaron ponerse en pie al concluir la charla. Pasado el alboroto, enfilaron la salida.
Una vez descubierta la identidad del vecindario, lamento haberme adherido al aplauso general, que consideré más razonable que rutinario. De haberlo sabido, podría haber aprovechado para preguntar a mis vecinos si se habían sentido aludidos en algún momento de la charla o por qué no habían respondido al saludo expreso de Borrell.
Para entretenerme.
18 de febrero
Ya es definitivo. Esta mañana he encontrado en la cristalera del local de Fortunato un cartel de grandes dimensiones que acaba con cualquier atisbo de esperanza. «LOCAL DISPONIBLE». Ya solo queda anular mi suscripción al periódico en papel en los fines de semana. No hay recambio en mis alrededores y, sobre todo, no siento el afán de encontrarlo.
Fortu merecía formar parte del formidable catálogo de personales de Luis Landero. Perdida la esperanza del doble encuentro semanal, sábados y domingos, echo en falta el «afán» que transmitían el novelista y el quiosquero.
12 de febrero
Estos tiempos parecen hechos no tanto para el acuerdo como para la discrepancia. En el camino se ha perdido cualquier referencia indiscutible. Sin embargo, sí existen referencias necesarias. Para algunos, por ejemplo, El País puede ser una de ellas, aunque esa condición no le exima de críticas severas y profundas discrepancias. Obviamente. Con sus editoriales, por ejemplo. Sin embargo, aún le queda una trayectoria (pese a alguna etapa lamentable) que puede esgrimir en su defensa.
Sobre todo, porque, a diferencia de lo que otros hicieron y hacen, ha tratado de su empeño no ha consistido en “llevar al límite y poner el riesgo el Estado con tal de terminar con él” (el entonces presidente González)”, como Ansón, uno de los miembros de aquel Sindicato del Crimen, ha referido en diversas ocasiones. O en presionar al poder judicial, como explica otro ansonazo: “Sin duda… los medios reaccionaron atizando algunas situaciones para erosionar a González. Fue una operación de acoso y derribo. Desde una labor crítica normal no se conseguía desalojar a González del poder. Fue necesario poner en riesgo la tranquilidad del Estado.”
¿Cómo se mirará al futuro así que pasen otros 25 años? Para empezar: ¿habrá periódicos?¿Quién le contará a mis descendientes qué fue de ellos? Estoy seguro de que no los echarán de menos. Menos aún, al quiosquero.
7 de febrero
Mi quiosquero no se recupera. Un folio pegado al cristal explica que el local está «Cerrado por enfermedad», pero en la panadería próxima me aseguraron, hace ya varios meses, que había sufrido una caída y habían tenido que hospitalizarlo. A través de los cristales del local se puede observar que el establecimiento ha sido vaciado al completo. Ya no queda rastro algunos de aquellas pilas de libros, periódicos, bolígrafos, juguetes, materiales de oficina y chucherías.
Acudo de vez en cuando al lugar con la esperanza de reencontrar a mi último quiosquero. Su presencia, los breves diálogos de fines de semana, la bonhomía de un hombre pausado y sensato, siempre afectuoso… se habían hecho más importantes que el periódico.
Estoy a punto de darme por vencido. Sin él voy a dar por finiquitado el periódico en papel. Seguiré como suscriptor del digital con formato analógico, aun convencido de que se trata de un remedo, de un sucedáneo. Pero lo haré, sobre todo, porque cada fin de semana me evocará a Fortunato.
Lo aprecié sin necesidad de conocerlo. Bastaban los saludos y alguna conversación casual mientras registraba mi suscripción en el lector de tarjetas. Le gustaba descartar la frase consabida, pero siempre se despedía con un deseo:
– Que tenga un buen dia.
1 de febrero
La última función hoy ya es memoria. Ayer llegó a las librerías. A partir de hoy podré hablar de este postrer relato de Luis Landero. Postrer, por el momento. Eso espero.
31 de enero
«Tengo sueño y hambre. ¡Me voy a comer una cama!». ¿Lógica? ¿Ironía? ¿Sentido común? Lo dijo G., que aún no ha cumplido tres años.
26 de enero
No me había reído tanto… Para ser más exacto, no me había reído con tanto estruendo, a carcajadas, en un acto tan íntimo como la lectura de un libro. La culpa es de Eduardo Mendoza y sus divertidos Tres enigmas para la Organización. Reservo los comentarios literarios para otro momento y otro lugar. Pero ya puedo adelantar que, si se trata de reír, la invitación está servida.
24 de enero
Leo una reseña amplia y documentada sobre el último libro de Luis Landero, titulado, no sé con qué intenciones, La última función. Me echo a correr hacia la librería. De paso, incorporaré el que acaba de publicar Eduardo Mendoza, Tres enigmas para la Organización. Media misión cumplida. El de Landero no estará disponible hasta el día 31. El de Mendoza ya está en casa. Casi prefiero la inversión del orden preestablecido.
22 de enero
Se me ocurrió en mitad del sueño. Surgió por casualidad. La cita con la ITV me obligaba a estar pendiente del reloj. Me desvelé. Y así, entre el duermevela y el desvelo, se me ocurrió el juego. Construir frases muy breves a partir de estos criterios: cinco palabras de cuatro letras con las mismas consonantes pero con con la primera vocal diferente. Y así surgieron:
- Cogíamos el carro para llegar al curro y, al subir al cerro, bajo los cirros, jugábamos al corro.
- Acuso a Celso del caso del occiso en el coso.
- La mara mira una mera mora en la mura.
- Pura pira para ir por la pera
- Con el cuño y el caño, ¡coño!, ciño el ceño.
- Como el puto pato: pito, poto y peto. (La puta pata pita, pota y peta. Por este orden).
- Sin lago en el logo de Lugo, ni lego ni ligo.
- Muto el mito: meto moto y mato.
- En su ruta la rata Rita, primero, reta y, luego, rota.
- La losa lusa, aunque parece lisa, es lasa y lesa.
- La mala mela mola a la mula de Mlla.
Por ahora.
20 de enero
La frase, de Ítalo Calvino, invita a reflexionar: «Una ciudad no existe si alguien no la escribe». Si, en lugar de «ciudad», hablara de «comarca», ¿podríamos decir que eso es lo que da sentido a AlmaHurdes?
¿Las jornadas de La Mestas en 2013, el documental Tierra con alma en 2015, la exposición y el libro Tierra de Mujeres en 2019, el periódico SomosHurdes en 2020, el Mapa Emocional en 2023… no pretenden, sobre todo, “reconocer” a las Hurdes y tratar de extender su identidad y su legado?
Frente a quienes abogan por la normalización de la comarca o quienes reducen sus valores a tópicos típicos, a AlmaHurdes le mueve el ánimo íntimo y esdrújulo de la comarca. ¿Un esfuerzo inútil, apenas con-sentido?
A modo de conclusión, parafraseando a José Oliver, la cultura no consiste en el recuerdo de lo antiguo sino en aquello en lo que nos reconocemos: “el alma y el espíritu; o sea, una manera de ser, como decía Alberti”.
(Publicado en almahurdes.com. Trata de explicar un empeño de muchos años que apenas puedo explicar el porqué).
18 de enero
Los científicos tienen constancia de que el universo ya ha cumplido, como poco, 400 millones de años. O sea, que nos pongamos como nos pongamos, nos hemos perdido todo, porque decir “casi todo” solo expone nuestra insignificancia… Y sin embargo…
– Carpe diem.
Aunque sea un rato.
11 de enero
Me invitaron a participar en un programa sobre Olga Viza. No lo dudé. Sin embargo, esta mañana, al concluir la grabación, tuve la impresión de que no me gustará verme en la pantalla. Siempre he creído que se vive mucho mejor detrás de la cámara. En mi caso los focos destruyen la autoestima. Pero el motivo no admitía dudas.
6 de enero
«La diferencia entre que compres la entrada para ir a un musical y que te la regalen los Reyes es que la de los Reyes te sale gratis».
Lo dijo D. sin inmutarse.
– ¡Pues eso!, comenté.
Los padres prefirieron mirar hacia otro lado. Había quedado muy claro. Irrefutable.
3 de enero
Y al tercer día se fastidiaron los buenos propósitos. El sistema operativo de este Lagar ha debido envejecer por la falta de uso y ahora me impide añadir nuevas entradas. Los elementos acabaron con la Armada Invencible, pero más se perdió en Cuba. Me remito a otro dicho no menos socorrido de aquella prehistoria: «el Peñón de Gibraltar lo robaron los ingleses y mi abuela, de coraje, puso mangas a un chaleco». En ello estoy.
2 de enero
Este era el día en que José Luis se empeñaba cada año en felicitarme por mi santo. Solo él se acordaba de esta fecha o, al menos, era el único que había decidido fijarla en su propio calendario. Una y otra vez le advertía de que «el dulce nombre de Jesús» era una antigualla y que hasta la propia Iglesia lo había convertido en una fiesta movible: que se acomodaba al primer domingo de cada año entre el 2 y el 5 de enero. O sea, que ya era suficiente el jolgorio de estas fechas para añadirle la del «dulce nombre». A José Luis le importaba un pito la liturgia y no fallaba. Más aún, le enorgullecía su rebeldía contra el santoral. Ganó la batalla. Cada 2 de enero lo recuerdo.
1 de enero
De buenos propósitos están llenos… Mi madre se refería a los cementerios. Y yo lo he trasladado a este Lagar: cada nuevo año constato, sobre todo, las ausencias y los silencios. Temo que, una vez más, se impondrá el vacío o, al menos, los agujeros que provocan tantas dudas como desidias. Por eso, al comenzar este 2024, solo digo que ¡veremos!
2014
