
El deán al que birlaron el Codex Calixtinus que él mismo custodiaba, y sobre cuyos márgenes inscribía sus particulares anotaciones, ha decidido abandonar el gobierno catedralicio compostelano.
El ladrón que birló el Códex Calixtinus aún espera desde su retiro espiritual y carcelario seguir siendo amigo del deán con el que mantenía una relación tan estrecha que le llevaba de la amistad a la discusión y del debate al afecto.
El arzobispo compostelano ya tiene su Pauletto y al deán le aguarda, para seguir el ejemplo del santo padre, una visita a la cárcel: para perdonar a quien le humilló, se supone.
La fiscalía, la policía e incluso el juzgado reclamaban que el deán se apartara de su canongía. Dicen que el caso alumbró otras complicadas relaciones entre más personas vinculadas a la basílica.
Nos repetimos: ¿por qué este caso no se investiga de manera más clara? ¿Quién descodifica el códice?
