Madrid: capital, Lisboa

Semana de fútbol por todas partes. O mejor, de exaltación futbolera. Pero el fútbol es otra cosa, está en todas parte. Viendo los partidos, tomo notas:

El fútbol, metáfora o paradigma de la sociedad: la  competitividad se impone a lo lúdico, los intereses económicos a los valores deportivos, los argumentos de la emoción a los del raciocinio, la afirmación identitaria a la actitud crítica, la idolatría de personajes oscuros al respeto a los que intervienen, el griterío de los medios a la interpretación y a los valores del juego; las palabras altisonantes (esfuerzo, sacrificio, solidaridad, disciplina y tantas otras) para acallar el fanatismo, la ambición, la manipulación y la corrupción.

Titulares

1. «Antes de marcharme (final de la rueda de prensa) quería agradecer a las madres de mis jugadores el haber tenido unos hijos con los huevos así de grandes». Lo dijo Diego Simeone, entrenador del Atlético de Madrid, tras eliminar al Chelsea y clasificarse para la final de la Champion League.

2. “Hay que echarle huevos, corazón y juego”, lo ha dicho Unai Emery, entrenador del Sevilla, antes de enfrentarse al Valencia en la semifinal de Europa League.

Asunto resuelto: más allá del cerebro y el corazón, de la razón y el sentimiento, las pelotas. Es fútbol.

Preguntas

Sólo en el fútbol se registra mayor corrupción por metro cuadrado que en el mundo empresarial o en la política. ¿Por qué?

¿Tienen algo que, por causalidad o coincidencia, personajes como Mouriño (por casi todo), Luis Aragonés (malencarado y apóstol del «ganar, ganar, ganar y, después, ganar») o Simeone (del que hoy parecen olvidadas sus escaramuzas de bronquista). De Gil, Del Nido, Lendoiro, Calderón, Núñez, Mendoza, Fernández, Martín, Gaspar, Rosell, Lopera y casi todos lo demás, mejor no hablar.

Respuesta

Me gusta el fútbol y no acabo de entenderlo. ¡Menudo ejemplo!

Artículo anteriorPeriodismo, sacerdocio y dogmas
Artículo siguienteMadre no hay más que una