¿Ayudaría en algo?

¿Qué valen más: los votos afirmativos o los votos negativos? Dicho de otro modo, ¿quién debe ser presidente del gobierno: el candidato que cuente con más votos favorables o el que concite menor número de votos de repulsa? En definitiva, ¿cuál es el paradigma: concitar adhesiones o evitar rechazos?

Este dilema sólo tiene sentido –si lo tiene en algún caso– cuando no existen mayorías absolutas o coaliciones que sumen una adhesión incuestionable. Y es probable que en situaciones diferentes tampoco sea aceptado por la ciudadanía respetable.

328969.jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxxSin embargo,cuando no se produce el gobierno de la mayoría, repetimos,¿quién debe gobernar, el que consiga más votos afirmativos o el que consiga menos votos negativos?

¿Es legítimo dudarlo?

Cambiar el paradigma, en estos tiempos, ¿ayudaría en algo?

Esa era la gran pregunta del espía soviético que interpretaba Mark Rylance en El puente de los espías, la película de Steven Spielberg.

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