Breverrías

Yo conducía. Él atravesaba un paso de cebra. Me fijé en su apostura, no en su paso. Y pasó lo que pasó. Perdió lo uno y lo otro. Pensé: “¡Con qué rapidez desaparece el encanto!”.

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Al pequeño le duele su propio ingenio, porque le obliga a merecer un reconocimiento unánime e ilimitado. El más leve fracaso le conduce a la rabia. Las propias expectativas han desbordado las que sus allegados le regalaron. Conclusión: Mejor es menos.

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Desde hace ya algún tiempo el ojo derecho me ofrece imágenes borrosas. Dicen que puede ser una catarata. Prefiero pensar que se trata de una opción ideológica. Me resisto a que el oculista me defraude.

 

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