Caciques en primer plano

La gente sosegada huye de los primeros planos. Por el contrario, los que crecen con alma de cacique los buscan cada vez que avistan una cámara. Para ellos no pasa el tiempo. El Cid es su ejemplo.

A Juan Carlos Rodríguez Ibarra le gustaron siempre las frases gruesas. Poco importa si se lo requería su propia naturaleza o sus convicciones políticas sobre el modo de gobernar y mandar. Como si el grito fuera un requisito para legitimar sus actos.

Último ejemplo. Hace unos días, en un acto auspiciado por el PSOE, hablando del Día de Extremadura y de los premiados con la mayor distinción que puede otorgar el gobierno regional (ahora en manos del PP):

“Mirad, salvo Guardiola y la monja de Plasencia, todos los que hablaron ese día ninguno paga sus impuestos en Extremadura”. Más: “No es porque se fueran con una mano delante y otra detrás, que a esos les tengo todo el respeto; se fueron para progresar ellos más y no hacer el esfuerzo aquí para que progresáramos todos más”. Conclusión: “Que empiecen por pedir perdón por no haber estado aquí cuando hacía falta estar aquí para poner inteligencia al servicio del pueblo extremeño».

Uno de los aludidos fue el atleta Álvaro Martín, doble medallista olímpico en París (plata en maratón masculino y oro en el doble mixto con María Peláez. Respondió: “Me parece muy mal y muy feo que, mientras (Rodríguez Ibarra) hace su ataque al PSOE –que no entro a valorar–, utilice como arma arrojadiza una MENTIRA. Estoy empadronado en Llerena y pago mis impuestos en Extremadura. Sr. Ibarra, exijo unas disculpas por intentar manchar mi nombre”.

Qué fácil es largar… Con o sin inmunidad. El problema radica en que la sociedad aguanta, inerme, los disparates convertidos en soflamas. ¿Quién castiga al deslenguado?

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