Mi queridísimo Jesús:
Hace tan pocos días que no tengo la presencia física de mi mamá, Esperanza, que no puedo dejar de escribir aunque sea unas pocas líneas para decirte lo agradecida que estoy contigo.
Diste a mi mamá, Esperanza, la posibilidad de despedirse como ella quiso, con su sonrisa, su amor, su lucha, su dignidad.
Dejaste a los que no tuvieron el privilegio de conocerla un legado, como el libro Esperanza, para que la conozcan así como era ella, sin más, y sepan lo que le tocó vivir en este mundo.
Le diste la posibilidad de poder estar con nuestro querido juez Baltazar Garzón, donde mi mamá Esperanza pidió públicamente que los que estábamos presentes le apoyáramos en los momentos que tendrá que afrontar en los próximos días.
Recorrió contigo radios, televisiones, ciudades para decir lo que ella pensaba y deseaba.
Se reencontró con familiares, compañeros y amigos con los cuales había compartido momentos muy duros en otras épocas.
Se despidió con la cabeza muy alta.
Te agradezco, Jesús, todo lo que hiciste por ella.
Manoli
