«Las casas de Las Hurdes se hicieron para resistir el juicio final. No eran refugios para espantar el frío, sino legados. Piedras pensadas para pasar de padres a hijos, en una sucesión interminable, con un sentido del tiempo y de la propia historia que no concebían el abandono ni la ruina». Sin embargo, la emigración y la televisión provocaron el abandono y, después, la ruina. Hoy solo se conservan vestigios de aquellas casas; suficientes para imaginar el tesón del hombre frente a la naturaleza.
(Las frases entrecomilladas parafrasean a otras de Sergio del Molino referidas a La España vacía, un concepto que es también el título del libro del que fue recogido. Las siguientes pertenecen a los autores de este blog).