Charlatanes, al poder

Leo y escucho numerosos asuntos triviales y/o recurrentes que parecen relevantes o representativos de la realidad en que nos movemos. Me absorben unos telediarios, unos informativos radiofónicos y hasta periódicos, con o sin papel, que reiteran los mismos asuntos. Y atiendo incluso a algunas tertulias de sabelotodos a los que ni siquiera se les pasa por la cabeza la posibilidad de argüir “y yo qué sé”.

Conclusión: repudio la insolidaridad de estos personajes que, tras el micrófono, frente a la cámara o a través del ordenador rehusan participar activa y definitivamente en la gestión directa de los asuntos públicos, pese a su inabarcable conocimiento y su incuestionable solvencia frente a cualquier asunto que se les plantee.

¡Un mínimo de generosidad, superdotados! Urge aprovechar tanta sabiduría, congénita e inabarcable, en los ámbitos de decisión y gobierno. Su negativa a asumir la solución de todos los problemas, los habidos y los por haber, solo se puede interpretar como un delito de insolidaridad y, en consecuencia, de algo repudiable e incluso sancionable. Los sabelotodos, o al poder o a la cárcel; y en silencio.

Solo me queda un problema por resolver y que agrava mi ignorancia: no sé por dónde empezar. Pero ellos, seguro, lo sabrán.

Artículo anteriorCuando piensa la máquina…
Artículo siguienteLa tercera guerra mundial ya no es tabú