La culpa siempre es ajena. Las razones siempre son interesadas. La disputa de intereses que ha seguido a la resolución europea acerca de los corredores ferroviarios prioritarios no aclara nada.
Xavier Vidal Folch ayuda a entender una decisión que, a tenor de lo que él escribe, parece lógica. Todo por culpa de un Radical revolcón al mapamundi.