De Austerlitz, de la patria, no hay más salida que la de renegar. El patriotismo está configurado como presión ubicua de un tabú transpersonal. Este tabú no es sino puro reflejo del fuero de la guerra, que hace de la sangre y de la muerte creadoras de derecho.
Como la “identidad nacional” se construye sobre la matriz del antagonismo, nunca le falta al patriotismo un componente paranoico.
La paranoia del patriotismo redunda a veces en una atmósfera generalizada de coacción social.
La Fiesta Nacional, que es siempre fiesta militar, porque militar, guerrera, es siempre la naturaleza de la Patria.
La verdad de la Patria la cantan los himnos: todos son canciones de guerra.
Recorté estas reflexiones de un artículo de Rafael Sánchez Ferlosio. Hoy me han parecido oportunas. España contra Portugal en el Mundial. Y todo el ruido tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre el Estatuto de Cataluña. ¿A quién se le ocurrió confundir el nacionalismo con la izquierda? Con la que está cayendo…
