Del éxito al fracaso. ¿Por qué?

Cuando una idea que en sus albores resultó excelente, ¿cómo explicar su fracaso repentino, sin previo aviso? ¿Requería demasiado esfuerzo? ¿Fallaron los estímulos? ¿Se confió en la inercia o la rutina? ¿Cabe buscar responsables? ¿Se debe hacer tal cosa?

Días atrás conversaba con DMV sobre el éxito de las sucesivas ediciones de las barcas locas, tal vez el acontecimiento más singular de las fiestas de un pueblo hurdano. Barajamos posibilidades y confiamos en la colaboración institucional, avalada ya por la expectación generada en torno a este evento a lo largo de los últimos años.

Pero llegó el día de asistir a la nueva edición y el fracaso pareció tan espectacular como irrecuperable. De ahí las preguntas iniciales: para saber si el fiasco aún tiene remedio.

Si lo tuviera, requeriría un apoyo similar al que merece, por ejemplo, cualquiera de los estentóreos esfuerzos para amontonar ruido y madrugadas con lo que algunos llaman música.

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