
Día 5
Decir, sentir
Durante la última gala de los Goya, en medio de tantos discursos intrascendentes, no pude evitar la emoción cuando Silvia Pérez Cruz puso magia a la noche. Un estribillo a capella fue suficiente. El lenguaje, la música, conmueve por lo que dice y por cómo lo expresa.
Hubo otro momento de profundo respeto. El agradecimiento de Ana Belén, premiada con el Goya de Honor, a sus maestros y a sus sustentos. Por quiénes eran, porque cómo lo dijo.
Luego quedan algunas picardías de Dani Rovira y sus guionistas. Tal vez lo mejor fue la tila que le sirvió a J. (le llamaban así, ¿no?), que parecía no haberse repuesto del susto del monstruo que vino a verle.
