Dos hombres (Feijoo y otro) en una barca

En un momento del debate a Pedro Sánchez algo se le pasó por la cabeza, pero renunció a explicitarlo. “Yo sí puedo dar explicaciones de todo lo que he viajado por tierra, mar y aire”. ¿A qué se refería? ¿A sus desplazamientos en Falcon, por ejemplo? Sánchez calló. ¿Sugería que Feijóo no podía hacer lo mismo?

¿Por algún viaje por ría o por mar?

Alberto Núñez Feijoo ha tenido, aunque no consta que aún las conserve, varias y variadas amistades peligrosas. Cuando en 2013 se publicaron las fotos de su paseo en fuera borda con Marcial Dorado, el revuelo fue muy inferior a lo que aquellas instantáneas merecían. Constataban, ni más ni menos, la connivencia entre el PP gallego y el narcotráfico.

La cosa venía de antiguo. El padre protector de la galleguidad popular de finales del siglo XX, don Manuel Fraga Iribarne, tenía relaciones frecuentes con los Charlines y aún más estrechas con Vicente Otero “Terito”, patriarca de los contrabandistas de tabaco que, como poco abrieron las rutas al narcotráfico. El sucesor del exministro franquista en la Alianza Popular gallega, José Manuel Romay Beccaría, mantuvo contactos con el gremio contrabandista acomodado entre otros lugares en Cambados, un espacio que compartían, entre otros, José Ramón Prado Bugallo (Sito Miñanco) y Laureano Oubiña. Así pues, que Núñez Feijoo compartiera asueto, navegación y otros menesteres con Marcial Dorado formaba parte de la tradición.

No obstante, al ponerse en evidencia aquellas malas compañías, Feijóo se hizo el sorprendido. Desconocía las andanzas de Marcial, pese a que, a esas alturas, la Operación Nécora que años más tarde relató Fariña ya formaba parte de una realidad insoslayable.

En 1995 Alberto Núñez Feijoo dijo ignorar lo que los niños de la escuela de la Illa de Arousa ya sabían y explicaban seis años antes. Lo comprobé en 1989 cuando anduve por la Illa, Vilagarcía y Cambados para hacer un reportaje sobre el contrabando en la zona para el programa Punto y aparte, de TVE, que dirigía Manuel Campo Vidal. Tuve, debo reconocerlo, un guía excepcional: Sito Vázquez, una persona fundamental, antes y después, en aquella comarca.

Algunos silencios actuales obligan a recordar un trabajo que precedió a un movimiento ejemplar: el de las Madres contra la Droga, concentradas permanentemente para denunciar el asesinato de sus hijos por el hachís, la coca y la heroína. Ellas pusieron en evidencia una realidad que trataban de ocultar los poderes de la comarca, aunque fuera conocida incluso por los más pequeños.

Aquel trabajo se emitió en TVE en tres formatos: un reportaje que comparaba el Pazo Bayón con Falcon Crest, una serie de testimonios de los niños de la escuela de Arousa sobre el fenómeno de tráfico en la comarca y una entrevista en directo en el estudio con el presidente gallego. Manuel Fraga no reprimió su enojo por la insolencia de los inocentes.

Los niños sabían la verdad. Núñez Feijó, seis años después, aún la ignoraba. Ahora, no habla de ella. Tantos muertos después. ¿Por qué Sánchez dejó el caso en una leve alusión indescifrable?

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