CAMINO AL ÉXITO
Después de Camino a la escuela (Sur le chemin de l’école, 2013), el documentalista francés Pascal Plisson presenta otra obra compuesta de nuevo por cuatro historias de niños y jóvenes que se dedican íntegramente a perseguir el objetivo que se han propuesto para sus vidas. Si en aquella ocasión viajábamos a La India, Argentina, Kenia y Marruecos con el fin de conocer los tremendos sacrificios que debían realizar unos críos de esos países para poder acudir a un centro escolar tratando de labrarse un porvenir, ahora Plisson nos propone volver al primero de aquellos y acercarnos también a Mongolia, Uganda y Cuba con el fin de seguir las peripecias de Nidhi, joven de quince años que quiere ser ingeniera; Deegii, de Mongolia y once años de edad, aspirante a convertirse en acróbata circense; el ugandés Tom, de diecinueve, que se prepara para guarda forestal, y el cubano Albert, de once, cuyo sueño es llegar a campeón olímpico de boxeo, con la ayuda de un amigo de su misma edad que pretende ser su entrenador.
La primera parte del filme describe minuciosamente la preparación de cada uno de los cuatro protagonistas, saltando de una historia a otra sin orden aparente. Y para mostrar con claridad el enorme esfuerzo que realizan y lo lento de los progresos que cada uno va haciendo en su especialidad, se detiene morosa y reiterativamente en los ejercicios físicos, el estudio y otros detalles que hacen interminable el planteamiento de la cuestión, sabido ya desde el principio.
La segunda mitad del documental se dedica a contar, con idéntico ritmo y minuciosa recreación de las distintas circunstancias, las pruebas que cada aspirante debe superar para alcanzar su fin. Ese gran día que el título anticipa demasiado explícitamente, cuyo resultado es diferente según los casos. Una especie de epílogo recoge las reacciones del entorno familiar y de algunos amigos de los protagonistas, exponiendo lo que significa para ellos que consigan o no abrirse camino hacia el oficio o profesión que deseaban, antes de que unos rótulos finales nos informen del destino definitivo de cada uno.
En resumen, un nuevo canto casi épico al esfuerzo y afán de superación individuales para escapar de un ambiente depauperado, como los que hemos visto hasta la saciedad en el cine de ficción, sobre todo de cuño estadounidense, donde parece ser tan común la engañosa convicción de que quien se propone un objetivo determinado y hace cuanto está en su mano por alcanzarlo, lo consigue por encima de todas las dificultades imaginables.
No cabe negar, seguramente, las buenas intenciones de Pascal Plisson al presentarnos esas historias ejemplarizantes. Pero sorprende que, mostrando unos ambientes de escasez, por no decir de miseria económica, no haya en toda la película la menor alusión a las causas de todo ello, tanto inmediatas como remotas. Nada se dice de los motivos sociales y políticos por los que esas familias pasan necesidades y tienen que confiar al éxito de sus retoños la posibilidad de huir de ellas. Ni a escala nacional, donde unas élites se enriquecen a costa de la pobreza general, ni en términos internacionales, donde las grandes empresas mundiales depredan sin piedad las riquezas naturales de los países más débiles, provocando directamente la ruina de sus aborígenes.
Nada de esto aparece en El gran día, correctamente realizada y con insertos de paisajes de indudable belleza, junto a otros planos que muestran la sordidez imperante en los medios donde se desenvuelven los personajes. A lo que habría que añadir un cierto y molesto aroma a eurocentrismo condescendiente, presente ya en su predecesora, Camino a la escuela. ¿Acaso no hay en toda la supuestamente opulenta y egoísta Europa, ni en la propia Francia, niños y jóvenes que atraviesan grandes dificultades para salir de la marginalidad, si es que lo logran? La película de Pascal Plisson, con ser respetable por su interés hacia problemas habitualmente olvidados, recuerda a esas organizaciones piadosas que realizan meritorios esfuerzos por ayudar a los desheredados de la tierra, pero no se plantean la necesidad del cambio radical de un sistema a todas luces injusto que es el causante de esas situaciones. A sus adeptos habría que recordarles aquello de que el camino de su infierno está empedrado de buenas intenciones.
FICHA TÉCNICA
Título original: «Le grand jour». Dirección: Pascal Plisson. Guion: Pascal Plisson y Olivier Dazat. Fotografía: Simon Watel, en color. Montaje: Perrine Bekaert y Sylvie Lager. Música: Krishna Levy. Intervienen: Nidhi Jha, Albert González Monteagudo, Delgermurun Batjargal, Tom Sekabira y otros personajes reales. Producción: Ladybirds Films y Pathé (Francia, 2015). Duración: 86 minutos.
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