El legado de Esperanza a muchas voces

Para quienes la conocimos Esperanza Pérez Labrador es un símbolo imprescindible de la dignidad de quienes sufrieron hasta el extremo el horror de la dictadura argentina (o cualquiera otra) y arriesgaron su propia vida en defensa de las víctimas, de su memoria y de la verdad. En los últimos meses, casi en los últimos días de su vida, Esperanza recibió el reconocimiento y el cariño que había merecido.

Un libro, Esperanza, contribuyó a ese reconocimiento público. No tanto –o no solo, al menos– por el libro en sí como porque esa publicación animó a muchas personas y a buen número de medios de comunicación a adentrarse en los sentimientos y las emociones de una mujer que conmovía con sus lágrimas y su risa.

Para seguir en esa senda, diez años después de su muerte, hemos querido dejar constancia de buena parte de lo que en aquellas fechas se dijo sobre Esperanza.

Presentación. Casa de América y Salamanca

El acontecimiento central de aquellos días, entre septiembre y octubre de 2011, fue el acto de presentación del libro en la Casa de América, donde intervinieron, introducidos por Blanca Rosa Roca, directora de la editorial Roca Editorial, Iñaki Gabilondo, Baltasar Garzón, Olga Viza y la propia Esperanza, que mantuvo una conversación con Jesús M. Santos, autor de la biografía. Aquí se puede ver el acto al completo.

Aquel mismo día, por la mañana, se celebró una presentación de Esperanza a los medios de comunicación. En ese acto Iñaki Gabilondo glosó la figura de Esperanza. Aquí se puede ver un estracto de su intervención y de la que por la tarde pronunció Baltasar Garzón.

Otro acto singular se produjo, días después, en Salamanca, donde el vicepresidente de la Real Academia de la Lengua, José Antonio Pascual, se sumó al homenaje a Esperanza.

Esperanza, en televisión

Los informativos de las principales cadenas españolas acogieron la presentación de Esperanza. Aquí se pueden ver algunos de ellos:

Esperanza, en periódicos, radios y otros medios

Los principales periódicos españoles (El País, La Vanguardia, El Correo español, ABC y otros muchos) ofrecieron espacios preferentes a Esperanza. También lo hicieron, algunos de los programas más escuchados de la radio (Hora25 de la Cadena SER, la Hora de Julia de Onda Cero, En días como hoy de RNE y Carne Cruda de Radio3, así como publicaciones de otros medios españoles y extranjeros se ocuparon de Esperanza. Esta revista recoge buena parte de las publicaciones referidas.

Con la distancia del tiempo, de aquellas fechas quedan dos conclusiones: Esperanza murió sabiendo que la admiración y el cariño de muchas personas trataban de compensar el sufrimiento bárbaro que unos pocos le habían infringido, y que su memoria será siempre un monumento a la dignidad del ser humano frente a quienes lo desprecian y vejan.

 

Esta imagen, en la que aparecen Esperanza y Baltasar Garzón comentando el libro, tiene un extraordinario valor simbólico. El juez, que reconoce haber llorado al escuchar los testimonios de Esperanza, afirma que su caso reivindica el valor de la justicia. Ella contaba que, frente a la ignorancia de las instituciones argentinas y su propia sensación de soledad, la atención que le prestó Baltasar Garzón en su despacho de la Audiencia Nacional, «fue como si hubiera visto a Dios».

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