En Granara, un lugar en el que en el invierno apenas habitan tres familias, no más de seis personas, se puede visitar el museo más pequeño del mundo. Es el MAGra.
Un museo minúsculo, capaz de acoger una única obra que se renueva cada verano y que se visita en ese mismo periodo.
El lugar concentra en ese periodo múltiples actividades culturales, en relación con la ecología y el teatro: un festival, seminarios, conferencias y encuentros numerosos que invaden un espacio singular.
En este tiempo intermedio, el MAGra ofrece una obra (o una acción) denominada Letargo, recogida en la fotografía inferior y cuya singularidad se explica en el texto adjunto.
A la espera del verano, hemos querido dejar constancia de una anomalía tan estimulante.