En unas notas publicadas en este Lagar, hace apenas tres semanas, bajo el título Política en tres tiempos, se adelantaba una reflexión ahora renuente. Hoy la reflexión se hace aún más acuciante. Allí se decía:
- «No hay que descartar que llegará el día en que encalle en el Parlamento la ley de amnistía».
- «La amnistía no es una reivindicación de la izquierda, sino del nacionalismo. Pero, si el nacionalismo no asume el coste de la amnistía, ¿para qué la renuncia de la izquierda a ciertos valores genuinos de su propia identidad?».
En eso estábamos.
¿La negativa de Junts a aprobar la ley de amnistía tal y como ellos acordaron hace tres días tiene algún otro horizonte que no sea animar a quienes ansían ser sus carceleros a alicatar las celdas de la cárcel con senyeras cuatribarradas?.
Tras ese fiasco de la negociación, ¿qué precio pagará la sociedad española en su conjunto? El fracaso del PSOE y, sobre todo, el de toda la izquierda que se apuntó a una salida que sobrepasaba lo que la mayoría social podía aceptar, ¿a qué aboca para al conjunto del país y, en particular, a los sectores más vulnerables?
Llegados a tal punto, estas preguntas empiezan a confundir los argumentos con las coartadas? Ahí llevamos demasiado tiempo y el futuro se nos echa encima.