Un cocinero (aunque no un simple cocinero) contra un magnate y, por atrevido, ante los tribunales.
José Andrés ha sido el embajador de la gastronomía española en Estados Unidos. El primero que consiguió allí prosperidad económica y prestigio gastronómico. Con ese bagaje regresó a España, presentó programas de cocina en televisión y volvió a Estados Unidos para incrementar el negocio y mejorar la cantidad y la calidad de su oferta. Con el aval de su formación en El Bulli avanzó hasta convertirse en el cocinero predilecto de Obama. Y así alcanzó una relevancia que ha puesto repetidamente al servicio de otros cocineros españoles y latinoamericanos.
Ahora ha dado un paso más. Escuchó a Donald Trump llamar violadores y criminales a los mexicanos y decidió criticar al magnate racista de las finanzas y la comunicación. Otros personajes del show bussiness participaron en la confrontación dialéctica. Los latinos transformaron la afrenta, con todo el derecho, en una descalificación del candidato mejor situado para la nominación republicana de cara a las próxima elecciones.
El cocinero (aunque no un simple cocinero) hizo más, mucho más: rompió un contrato que había suscrito con Donald Trump. Y el magnate ha contestado en los tribunales reclamándole diez millones de dólares.
¿Qué va a ocurrir a partir de ahora? Por lo pronto reconocer y aplaudir que un cocinero haya decidido enfrentarse, por dignidad, a un magnate. No ocurre todos los días: ni entre los cocineros ni entre los periodistas ni entre… (lo que cada cual pueda pensar o decir).