«Figuras ocultas». Theodore Melfi, 2016

_DSC7257.ARW

LA HISTORIA NUNCA CONTADA

Al nutrido conjunto de películas recientes dedicadas a presentar desde distintos puntos de vista historias relacionadas con el pasado y la actualidad de los conflictos raciales en Estados Unidos se une ahora este segundo largometraje coescrito y dirigido por el cineasta de color Theodore Melfi, Figuras ocultas, que también podría traducirse como Cifras ocultas, dada la profesión de sus protagonistas.

Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson fueron tres personas reales, grandes especialistas en matemáticas e ingeniería, que en los primeros años sesenta contribuyeron decisivamente al éxito de la misión de la NASA destinada a poner en órbita al primer hombre, en aquella dura competencia con los enemigos de la Unión Soviética que se conoció como «carrera especial».

Es una historia, recogida en el libro de Margot Lee Shetterly que ha servido de base al guion, apenas contada fuera de aquellos círculos estadounidenses, o por lo menos no bien conocida a escala internacional y popular, lo que ha determinado el olvido que pesaba hasta ahora sobre aquellas heroínas y que la película pretende disipar.

Desde el primer momento asistimos a su lucha tenaz por hacerse un hueco entre la multitud exclusiva de hombres que llenan las salas de la Agencia Espacial y que las reciben con extrañeza y hostilidad, hasta el punto de que no disponen de un cuarto de baño para ellas y la interesada tiene que recorrer varios edificios del complejo industrial, bajo la lluvia, a toda velocidad y cargada de papeles, que le ordenan revisar en el término de veinticuatro horas. Pero también se les hurta información, obligándolas a rehacer una y otra vez sus cálculos, mientras avanza inexorablemente el plazo que las autoridades han impuesto para la realización del proyecto, envuelto además en una clima de patrioterismo barato y exaltación ultranacionalista y anticomunista.

El filme alterna su agitada vida laboral y las constantes humillaciones de que son objeto por sus jefes y compañeros, en su inmensa mayoría militares –entre ellos hombres de color e incluso mujeres, lo que demuestra eficazmente que sufren una doble discriminación–, con escenas de su vida cotidiana y familiar que contribuyen a dar espesor humano a sus personajes. Algunas de estas escenas permiten apreciar, por ejemplo, el papel que desempeñan en su vida las emociones, cuando en el trabajo tienen que controlarlas al máximo para no ser degradadas o excluidas, manteniendo estoicamente la mayor compostura, firmeza y determinación y procurando al mismo tiempo no perder el sentido de su propia dignidad.

Quizás el mayor reparo que se puede poner a este loable intento de recuperar el valor de aquellas figuras insignes, pioneras y grandes luchadoras, sea que sus intenciones reivindicativas quedan muy claras desde el primer momento, señalando con nitidez a los responsables inmediatos de las infames condiciones en que desempeñan su trabajo y definiendo sus propias posturas ante una situación insostenible. Así, el relato progresa con cierta dificultad, cayendo en la reiteración de situaciones ya descritas y limitándose a subrayar la maldad intrínseca del racismo más arraigado, personificado en esa legión de cabestros de camisa blanca y corbata que vuelven la mirada y enarcan las cejas con visible desagrado cada vez que ven a aparecer a alguna de las tres, aunque en determinados momentos tengan que admitir sus logros a regañadientes y con insultante condescendencia.

_DSC4994.ARW

Al mismo tiempo, una vez conseguida la identificación del espectador con ellas, se llega a un momento en que su peripecia tiene que ser coronada por el éxito, con lo que la película adquiere un cierto aire de típico final feliz un tanto artificioso y que, aunque fuera así en la realidad, aparece como demasiado fácilmente compensador de todo lo sufrido hasta entonces. Especialmente, por cierto, en sus relaciones con dos jefes implacables, interpretados con dureza por Kevin Costner y Kirsten Dunst, que al final tendrán que rendirse a su eficacia. Y la prueba más fehaciente de que el racismo permanece es que aquel triunfo de las tres científicas –espléndidamente interpretadas por Taraji P. Henson, Octavia Spencer y Janelle Monáe–, aunque reconocido en su momento con honores y distinciones militares y civiles, ha quedado sepultado en la desmemoria colectiva, de la que viene a rescatarlo esta cinta llena de buenas intenciones pero posiblemente demasiado tópica en la forma de plantearlas y en su desenlace.

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Hidden Figures». Dirección: Theodore Melfi. Guion: Theodore Melfi y Allison Schroeder, sobre el libro de Margot Lee Shetterly. Fotografía: Mandy Walker, en color. Montaje: Peter Teschner. Música: Benjamin Wallfish, Pharrell Williams y Hans Zimmer. Intérpretes: Taraji P. Henson (Katherine G. Johnson), Octavia Spencer (Dorothy Vaughan), Janelle Monáe (Mary Jackson), Kevin Costner (Al Harrison), Kirsten Dunst (Vivian Mitchell), Jim Parsons (Paul Stafford), Mahershala Ali (coronel Johnson), Glen Powell (John Glenn). Producción: Levantine Films y Chernin Ent. (Estados Unidos, 2016). Duración: 127 minutos.

Ver todas las críticas de Juan Antonio Pérez Millán. 

Artículo anteriorLos tumbos que nos quedan
Artículo siguienteEuropa: y sin embargo te quiero