«Fuego en el mar». Gianfranco Rosi, 2016

REFUGIADOS

089829-jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxxPor fortuna, el cine –cierto cine, al menos– sigue atento a las realidades que nos rodean y en las que estamos inmersos de un modo u otro, querámoslo o no. Y puede hacerlo por las vías del documental o de la ficción, igualmente válidas aunque muy diferentes en sus mecanismos de significación a la hora de plantear situaciones y provocar reflexiones que consigan conducir, en el mejor de los casos, a determinadas tomas de postura capaces de contribuir a la deseada transformación del desorden imperante en nuestras sociedades actuales.

Para su quinto largometraje, el documentalista italiano Gianfranco Rosi ha elegido un camino intermedio: junto a las dramáticas imágenes de rescate de inmigrantes, refugiados y cadáveres en aguas de Lampedusa, y los correspondientes testimonios de quienes los atienden o de algunos supervivientes que tratan de explicar las causas de su huida, Fuego en el mar sigue en paralelo las andanzas de un niño de doce años, Samuele, con su amigo Mattias, su familia y otros adultos que mantienen sus rutinas cotidianas en la isla.

La primera intención de ese choque frontal de situaciones, presentadas en forma de mosaico, de modo que la cámara y con ella el montaje saltan constantemente de uno a otro de los ejes centrales y aun a varios aspectos marginales, parece clara: a pesar de la inmensa tragedia que se desarrolla muy cerca de nosotros, la vida continúa como si tal cosa. Samuele y Mattias juegan con sus tirachinas, simulan cazar gaviotas, el primero aprende a no marearse en el mar o a superar el ojo vago que padece, su padre sale a pescar si hace buen tiempo, su abuela realiza con parsimonia las tareas domésticas y un locutor radiofónico conduce un programa 237738-jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxxde canciones populares dedicadas, que en su mayoría hablan de amor, aunque hay otra que responde al título original de la película y que son las únicas que se oyen en un filme desprovisto de música, como una muestra más de desnudez expositiva. Mientras, a pocas millas de todos ellos, o en las agrestes costas de la pequeña isla, zozobran barcazas y botes de goma, tratan de nadar desesperadamente africanos y asiáticos engañados por las mafias, despojados de lo poco que tenían y lanzados a una peligrosa aventura con la que esperan alcanzar el paraíso y que solo puede acabar mal, tanto en el mar como una vez llegados a tierra, donde serán cruelmente maltratados por las autoridades de una vieja Europa que se destruye a sí misma con su insensibilidad.

054535-jpg-r_1920_1080-f_jpg-q_x-xxyxxOcurre, sin embargo, que Rosi ha optado por la lentitud como forma de mostrar todo lo relacionado con Samuele y los suyos. Una lentitud que llega a ser exasperante, porque el autor no es precisamente Abbas Kiarostami en el manejo de los tiempos y la mayoría de los planos alargados hasta la saciedad quedan desprovistos de contenido y, por tanto, de interés para un espectador que querría saber más sobre los asuntos de fondo que toca la cinta. Da la impresión de que lo han traicionado sus pretensiones de autor y el resultado es una obra solo apta para esos críticos exquisitos que se concentran en los festivales especializados en presentar piezas raras.

En contrapartida, casi simultáneamente se ha celebrado el preestreno en más de 130 salas, y a beneficio de la ONG Proactiva Open Arms, de Astral (2016), el documento elaborado por Jordi Évole y Ramón Lara para La Sexta y Producciones del Barrio, emitido después dentro del espacio «Salvados» y mucho más impactante y clarificador en su planteamiento y desarrollo, que merecería sin duda un comentario aparte. Una vez más, la televisión pública que pagamos entre todos, y

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Del documental «Astral», de Jordi Évole.

cuyos gerifaltes se dedican a trepar con su servidumbre al poder dominante, ha sido superada por una empresa privada como Atresmedia, cuyo objetivo primordial es obtener beneficios comerciales pero que por eso mismo se permite mantener hábilmente una cadena que atrae a las audiencias más progresistas, al tiempo que hace negocio, a veces manchado de subvenciones vergonzantes y otros asuntos turbios, con sus cabeceras emblemáticas, en televisión y en prensa, cuyos nombres es preferible no mencionar siquiera.

 

Por otra parte, debe reseñarse, para mayor información de los posibles interesados, que la citada ONG había protagonizado ya otro documental titulado To Kyma, realizado por Arantza Díez y David Fontseca, que con menos medios y peor cobertura subraya el inmenso valor de sus voluntarios al desempeñar unas labores que nos afectan a todos. La imagen audiovisual continúa siendo útil para quienes quieran utilizarla o contemplarla desde la perspectiva inagotable de la defensa de los derechos humanos, aun de los más elementales, como la vida o la supervivencia.

 

FICHA TÉCNICA

Título original: «Fuocoammare». Dirección, Guion y Fotografía: Gianfranco Rosi. Montaje: Jacopo Quadri. Intervienen: Samuele Pucillo, Maria Costa, Pietro Bartolo, Samuele Caruana, Giuseppe Fragapane, Francesco Mannino, Maria Signorello, Mattias Cucina y otros. Producción: Stemal Ent., 21 Unofilm, Rai Cinema, Les Films d’Ici, Arte France Cinéma (Italia y Francia, 2016). Duración: 114 minutos.

Ver todas las críticas de Juan Antonio Pérez Millán. 

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