
El Vaticano no es de fiar.
No ya por las cosas que dice el obispo de Córdoba, sino porque ni siquiera la banca está segura de las operaciones que se hacen al cobijo de la basílica de san Pedro. No hay control de las cuentas, el blanqueo de dinero es más que una suposición y el Banco Central de Italia ha decidido impedir las operaciones con tarjetas de crédito. Sabe dios para qué se podrían utilizar.
Para el obispo de Córdoba la culpa de todo es de la ideología de género, del feminismo radical que se cuela en las escuelas, de la libre elección de la propia sexualidad y de los “programas formativos, médicos, escolares, etc. que tratan de hacer tragar esta ideología a todo el mundo”.
O sea, que “Herodes sigue vivo y no solo mata a inocentes en el seno materno, sino que trata de mentalizar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes con esta ideología”. De las tarjetas de crédito se encarga el Papa.
