Informes 3. Ver sin entender

3. VER SIN ENTENDER

“Una imagen vale más que mil palabras”, solíamos decir cuando surgía una imagen que ratificara lo que ya veníamos argumentando o simplemente pensando. Ahora la situación se ha transformado: pensamos en imágenes o, tal vez mejor, las imágenes piensan por nosotros. Las palabras vienen o llegan a continuación, cuando ya no sirven o no hacen falta.

Las imágenes seducen y las palabras razonan. Las primeras son instantáneas y se transmiten en cantidad y velocidad muy superior a las segundas. Estas requieren una tramitación lenta y matizada. Los tiempos actuales no son propicios para la duda, la incertidumbre o la pausa. Los medios de comunicación, incluso los menos gráficos, persiguen imágenes que avalen el texto.

En ese entorno la emoción se impone al raciocinio. Importa más sentir que entender, las tripas que la cabeza. La duda ya no es el motor que obliga a la reflexión y el discernimiento. La prisa  rechaza la complejidad y desprecia el silencio. El eslogan niega el discurso, la narración e incluso la palabra. Aplaude el efecto óptico y la apariencia. No hay tiempo para el logos y el contexto.

Más aún. La imagen es siempre fragmentaria, muestra el detalle y esconde lo que no se ve, que coincide, casi siempre, con lo que no se quiere mostrar o lo que no quieren que se muestre. Así, en ese mundo los medios tradicionales avanzan hacia la definitiva decadencia. Lo saben. Mientras, buscan resquicios a través de los que compensar su rampante irrelevancia. Tienen culpa, pero no son los únicos culpables.

Otro apunte simbólico. Los sucesos se han apropiado de la parrilla. Sus imágenes se repiten en  bucle. Cuanto más macabras y explícitas más inapelables. El temblor se adueña del ánimo de los espectadores. El fin del mundo está a punto de desbocarse. La depresión se convierte así en la respuesta más decente. Pero paraliza.

Las redes sociales, la sobreabundancia de estímulos, la información concebida como objeto de consumo, la inmediatez, la falacia de “está pasando, lo estás viendo”, el acriticismo ante lo espurio, los débiles instrumentos de defensa ciudadana… han llevado al cumplimiento de la profecía de Giovanni Sartori: esta sociedad está abocada a ver sin entender.

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