¿Quién tiene la culpa de esta tele?


Sobre estas notas armé una explicación. Pudo ser en el verano de 2006. El lector tiene a su alcance su propia interpretación.

Quiero hablar de la televisión.

Como medio de información.

Como un instrumento para que los ciudadanos estén informados.

Como una opción para conocer a diario cómo está el mundo, el que nos atañe, el que nos importa, el que nos interesa o el que nos emociona.

Pero también

Como un espacio de nuestra vida.

Como el ámbito público de nuestras ilusiones, nuestras discusiones, nuestra desilusiones.En cualquier caso voy a hablar de la televisión de aquí y ahora.

Como un profesional y que ve, hace y disfruta (alguna vez)  la televisión.

Que encuentra alicientes y frustraciones en su trabajo

Porque me interesa y me gusta, pero sin eso impida la capacidad de reflexionar ni la actitud para criticar.

(Demasiados años para no ser escéptico. Demasiadas ilusiones para no saber dónde estoy).

En cualquier caso, con muchas dudas, con mucho relativismo, con muchas ganas de debatir.

O sea.

Voy a proponer sucesivas perspectivas sobre nuestra televisión, sobre nuestra sociedad, porque no puedo separar ambos conceptos. Y voy a hablar sobre televisión e información, porque es mi oficio concreto.

Me gustaría suscitar preguntas más que anunciar respuestas.

Yo sólo soy periodista. (el único profesional capaz de aceptar la dirección general de obras hidráulicas sin ningún conocimiento específico en esa materia). (Cita de F.Medina)

Haré diferentes reflexiones, no siempre coincidentes, desde puntos de vista distintos: teóricos, prácticos, en todo caso, críticos.

Tal vez algunos planteamientos parezcan radicales. Me gusta formular las preguntas de fondo sin analgésico. La anestesia para esto no vale. Tampoco a la hora de analizar la sociedad en la que me desenvuelvo o el trabajo que desarrollamos.

Pero también soy voluntarioso. Y rehuyo de la depresión e incluso del suicidio. Y por eso busco y encuentro cada día utopías racionales, objetivos razonables, posibles.

Empezaré por aquí. Por lo más cotidiano (para mí). Televisión e información.

Desde la perspectiva de un periodista.

El periodismo: es rigor y, por tanto, duda.

El buen periodismo depende de cuántas preguntas somos capaces de hacer y cuántas respuestas  somos capaces de encontrar.

Y hay una que hoy me parece especialmente razonable.

Preguntas sencillas, directas… Y respuestas claras, concretas…

Y esto es oficio, método, pero, sobre todo… actitud

 

1. ¿La televisión sirve para informar?

  • La mayor parte de la gente se informa a través de la tele.

El 99,6% de la población española tiene televisión. Radio, el 96,7.

31,5% – 1 televisor / 43,5% – 2 / 24,6% – 3.

36 millones ven tele a diario. 20 millones escuchan la radio. 15 millones leen algún periódico.

  • ¿Pero está informada o malinformada?
  • La televisión suscita múltiples recelos de los periodistas, de los criticos…
  • Los profesionales de la televisión desconfían del medio: “sin imágenes no hay información”, “esto no es para la televisión”… Y además tenemos o una madre torpe o una abuela analfabeta.
  • La tele parece asociada a información de segunda división: lo cotidiano, lo emotivo, lo divertido, lo truculento…

  • La organización televisiva no prima las exclusivas, la especialización, la complejidad…, salvo en parcelas y canales muy determinados. La importancia está en el número de espectadores que aporta el medio.

 

2. ¿Dónde está el problema: en la televisión o en esta televisión?

  • La tele utiliza el código de señales más complejo. Incluso cuando no hay imagen es mucho más que el periódico y la radio (diálogo o discurso, profe de matemáticas o el libro a pelo…). Incluso cada vez es más “re-visable”.
  • La tele accede al público más masivo. El medio que hizo posible el sueño de la democratización de la información.
  • La tele no surgió para la información sino para el entretenimiento. La información ha cumplido funciones muy diversas: vertebrar la parrilla o aportar target y credibilidad.
  • En la tele actual la información se ve amenazada seriamente por la tertulia, a la banalidad, al cotilleo… La simpleza del género ya pasa factura. Y la profesión se degrada sin freno: Periodistas rosas (sólo falta que un periodista tenga que confirmar lo que dice, yo como periodista tengo derecho a decir lo que me dé la gana…), prioridad absoluta de la audiencia masiva…

 

3. ¿La televisión es un medio necesariamente perverso?

  • ¿En ese contexto se puede informar en serio? El hábito televisivo, la actitud del espectador ante el televisor, la confusión de los géneros, la falta de premio o de sanción de los comportamientos anólalos (publicidad, opinión…)
  • La televisión glorifica la banalidad y el espectador le da la razón.
  • ¿Cabe una televisión diferente?
  • La fragmentación de las audiencias que entrevemos. TDT, satélite, locales…

 

  • ¿Sólo la televisión?

 

5. ¿Quién tiene la culpa?

  • ¿Las empresas?¿Los profesionales?

  • ¿El Gobierno?

  • ¡Los espectadores!

 

 

 

Os dejo el recado de Forges. Por si interesa. O por si queréis preguntaros y responder la cuestión de fondo.

¿Y a qué se debe que no haya nada?

Porque ese apéndice que se sobrepone a nuestros hombros debía estar lleno.

– – –

Este ha sido un primer acercamiento al asunto del que quería hablaros.

Ahora quiero sugerir, desde esta reflexión, a partir de la provocación de Forges, otra perspectiva.

Los datos relativos a la audiencia de la tele no están actualizados. Es obvio.

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