Mensajes en ruta hacia la confusión

El hombre, dolorido, apenas consigue observar el paisaje que recorre la ambulancia por una carretera estrecha y descuidada . De pronto, un cartel; esta vez legible: “Firme en mal estado”. El paciente se alarma.  Reclama con urgencia un papel y un bolígrafo al enfermero que le acompaña.

–  ¿Qué le urge? ¿Sus últimas voluntades?

Al enfermo no le agrada la sugerencia.

– Tranquilícese, no está tan grave.

– ¿No ha visto usted el cartel?o «Firme en mal estado». Y yo estoy en mal estado… Debo firmar, ¿o no?

***

Algunos kilómetros después, abandonado el camino y transitando por una autovíaen buenas condiciones, varios carteles electrónicos advierten sobre diferentes aspectos relacionados con el tráfico y la conducción. Un eslogan se repite: “Si bebes no conduzca”. ¿Quién no debe conducir? ¿El que lo lee, el enfermero, el paciente el acompañante que corrige sin descanso al conductor? ¿Otros?

Más adelante, el cartel cambia. “Si bebes, no conduzcas”. Se entiende mejor. Pero, abonados a la suspicacia, no queda claro a quién le corresponde la bebida y la conducción. O sea, ¿cuándo habrá bebido el conductor? ¿Antes, durante o después del viaje? ¿Y de beber, cuándo debe o puede conducir. ¿Ahora, mañana, nunca?

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