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En “nosotros” no caben todos.
No hay nosotros sin “otros”.
El “nosotros” inclusivo es, también, excluyente.
Sin embargo, todo animal, incluido el ser humano, necesita un “nosotros”.
Por eso, cada vez que pronunciamos “nosotros” deberíamos pensar en los que se quedan fuera. O tener claro quiénes sois «nosotros».
Si la primera persona del singular puede abocar al egocentrismo más egoísta, la primera persona del plural puede conducir al totalitarismo.
Ejemplo: cuando “nosotros” se identifica con “pueblo”, el riesgo del fascismo acecha.
¿En qué punto estamos?
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