Al TDT Party no le gusta el 15M porque ocupa la calle que la derecha considera suya desde que Fraga bramó “La calle es mía”. Antes y poco después del bramido la ocupaba la izquierda no solo para protagonizar manifestaciones y concentraciones varias sino para tejer la red de las asociaciones de barrio, organizaciones estudiantiles y universitarias, pasando por los movimientos solidarios en los núcleos lumpen encabezados por aquellos curas comunistas, las juventudes de partido y sus espacios y locales a modo de ateneos, y sobre todo, los sindicatos de clase y los partidos y sus cientos de miles de militantes. Desde esos años setenta se produjo por la ley de los vasos comunicantes el abandono de la escena de unos y la irrupción de otros.
En los años de la transición los sindicalistas se liberan (resulta curioso eso de liberado, liberado de qué) y lo convierten en profesión, se abandonan las asociaciones de vecinos por las concejalías con traje de Emidio Tucci, los barrios lumpen se entregan a Cáritas, organización dependiente de la jerarquía católica más reaccionaria del mundo, los partidos de izquierda se convierten en máquinas de ganar elecciones y se empieza a hablar del poder real, que solo lo dan las elecciones, y del marketing político, hasta llegar a su máxima expresión: Zapatero, un recorrido desde la sonrisa “Profiden” y valores de mercadotecnia hasta el delirio de la autoayuda. Otro día hablaremos de sus virtudes, que las tiene, no se enfade aún nadie.
Mientras tanto, como decíamos, la derecha empieza a ocupar posiciones. El contacto con los pobres, oponiendo la caridad a la razón y el derecho, lo detenta la derecha a través de la Iglesia. Después vendrán los” provida” con las manifestaciones antiabortistas y sobre todo el flete de autobuses a las concentraciones contra el terrorismo, mejor dicho, contra el gobierno. Sorprende como empieza a crecer en militancia (sí, en militancia) un partido montado desde el franquismo orgánico, sea porque se lo creen o como base de la pirámide en el ascenso a la carrera política, tan fructífera en proporción a la baja cualificación y compromiso. Pareciera por un momento que la derecha hubiese leído a Gramsci.
Solo por eso el 15M se justifica. Qué soplo de aire fresco contemplar por la tele como se agrupan personas respetuosas y alegres, una imagen distinta a los bramidos, insultos y amenazas que terminaban deseando la misma suerte a Zapatero que a su abuelo, y como los ciudadanos toman la calle con la naturalidad que corresponde. Gente civilizada en contra de las concentraciones futboleras altamente horteras y fascistoides que se manifiestan en Cibeles, Neptuno y Canaletas, y que al día siguiente aparecen en primera página o en la portada del telediario. Aunque han pasado unas semanas recuerden que durante el desalojo de Sol los “provida” solicitaron, y se denegó, y buena se armó en Libertad Digital y resto de camarilla, permiso para acampar como protesta contra el aborto. Había que hacer algo: si estos rojos acampan aquí, nosotros también tenemos derecho. No extraña, por tanto, la reacción y el apoyo mediático. El 15M robó la calle a los que se creen propietarios de la nación y sus símbolos, llámese bandera o plaza pública.
Ahora solo queda que los demás reconozcamos el valor intrínseco del movimiento 15M y sus concentraciones en la calle, pasadas, presentes y futuras, y nos dejemos de pajas mentales de si sirve para algo: ellos sabrán si merece la pena o no puesto que son los que emplean su tiempo y esfuerzo. Los que no hemos movido un dedo debiéramos, al menos, aplaudir con el mismo convencimiento que festejábamos la aparición del séptimo de caballería, y perdonen la comparación. No es para menos, al fin y al cabo, mientras estén estos no están los otros.
La TDT Party solo se distingue de otros medios de derechas por lo grotesco. El mensaje lanzado es el mismo, puesto que todos se replican con todos, como esos juegos de espejos donde apareces infinitas veces. Y si no lo creen hagan el favor de revisar la hemeroteca a propósito de la violencia del 15M en Barcelona, cuando Mas descendió de los cielos, y la cobertura que dieron al intento de sabotaje que los dos o tres mil mismos imbéciles de siempre llevan practicando, se trate de una concentración del Barça o una protesta antiglobalización.
Me despido. No sin antes recordarles que el Lagar es un espacio de debate y reflexión y que necesita la aportación de todos. Ustedes, los jóvenes, saben ya de la inteligencia colectiva. Vergüenza les debía dar que un cincuentón como yo, un binguero filósofo, hable del 15M mientras ustedes callan. Hala pues. En la siguiente entrega hablaremos de los falsos amigos del 15M en el sentido que Jesús M. Santos se refería hace un mes como enemigos verdaderos y falsos amigos. Los primeros ya están identificados. La semana que viene avanzaremos en el descubrimiento de los segundos. Y por último: si alguno piensa que el 15M desapareció con Sol está equivocado. Creo.
