De los medios, mejor no hablar (1)

Los políticos aguantan mal la crítica de los medios. Los medios tampoco soportan la de los políticos.

La primera frase no admite excepciones. La segunda requiere matices: a veces, algunos medios aceptan críticas que se dirigen a su competencia, aunque, casi siempre, la endogamia y el corporativismo afloren incluso en esas circunstancias.

MADRID 21 04 2016 Politica Pablo Iglesias en presentacion libro de Carlos Fernandez Liria en la facultad de Filosofia de la U Complutense FOTO de AGUSTIN CATALAN

Pablo Iglesias, que supuestamente había acudido a la Universidad Complutense a presentar un libro (En defensa del populismo, de Carlos Fernández Liria) a mayor gloria de Podemos, adoptó ante un auditorio afín su tono alegórico, paternal y cómplice, condescendiente con las limitaciones de la inteligencia ajena. Y llevó las palabras al terreno de las parábolas.

La gracia le cayó, sobre todo, a Álvaro Cortázar, periodista de El Mundo. Pablo Iglesias vino a decir, con él como ejemplo, que los medios imponen su línea editorial por encima de la información y los informadores, e incluso de la independencia o la neutralidad, y que los periodistas se ajustan al guión, porque “las cosas son así”. O sea, de Perogrullo.

Sin embargo, al dirigente podemita le gusta el adorno, el guiño, la supuesta complicidad y cierto afán presuntuoso; por eso añadió que, pese a lo dicho, en el trato de los periodistas obligados a ser críticos con Podemos había una cierta relación sexi, freudiana, psicoanalítica; felizmente incestuosa (esto es mío).

pq_PabloIglesiasUniversDe aquellas expresiones surgió una reacción profesional y otra académica. La primera, de periodistas presentes en la sala, de otros muchos que se sumaron después e incluso de algún editorial solemne en las horas posteriores, contra Iglesias. La segunda, de los universitarios que cubrían sobradamente el auditorio, a favor.

El político agradeció los aplausos para anunciar que los medios no los reflejarían, tras argüir que el ámbito académico es el de la reflexión y la filosofía, no el del narcisismo periodístico (también mío), pese a lamentar que no se hubiera entendido su recado; justo y sabio, por supuesto.

En la mayoría de los casos la reacción de los medios contra Pablo Iglesias ha sido tan poco autocrítica como excesivamente crítica con el acusado. Y éste decidió plegar velas veinticuatro horas después, pese al propósito inicial de no enmendalla.

3918_2621700_ca72e2_b-7Pablo Iglesias podía haber errado antes, en su argumentario respecto al componente sexi, freudiano o psicoanalítico de la relación entre los periodistas y Podemos, una simple soplapollez solemnizada en el ámbito del pensamiento y la filosofía. Y sobre todo, al despachar la cuestión de fondo con una pirueta, el mero despecho o el tono parabólico, tan eclesiástico (relativo a Iglesias) y acusica.

Sin embargo, el escándalo de los periodistas se antoja inexplicable: con lo que aguantan a diario (los desplantes del poder real y de los dirigentes que los ningunean, las condiciones que les imponen, la instrumentalización a la que los someten, el desprecio laboral…) convendría elegir mejor el momento de sus bravatas. Estas suenan a gratuitas y, lo que es peor, a cómplices con quienes más abusan de ellos.

Por eso, de los medios y sus editoriales, mejor no hablar.

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