¿Se fiaría usted de alguien que, al saludarle o darle la mano, se pusiera a mirar hacia otro lado?
Se trata de algo muy común o, si se prefiere, frecuente; sobre todo, entre gente dispuesta a mentir en pro de sus intereses. Los que aparecen en esta foto no poseen la exclusiva del engaño, aunque ellos hayan sugerido el interrogante. O la contradicción.
El filosofo callejero apodado El Kanka ya expuso uno de los principios fundamentales del aprecio o la solidaridad: «No me interesa el mostrador del que la gente presume / Estoy contigo por tu olor no por tu perfume». Hay perfumes de mostrador que, sumados u olidos de cerca, hieden.