Julio Aguilar vive en el Alto Huallaga. En esa zona la policía peruana detuvo hace apenas tres meses al camarada Artemio, el último jefe de Sendero Luminoso; en esa misma comarca, hasta hace muy poco tiempo, todos sus habitantes vivían bajo la extorsión del narcotráfico y el terrorismo; la mayoría de los agricultores de ese enorme valle obtenían sus ingresos del cultivo de coca.
Vivían entre la extorsión y la muerte. Amenazados por unos y otros, e incluso por el ejército, que quemaba las tierras para calcinar los cultivos y el futuro.
Julio Aguilar era cocalero. Perdió a dos hermanos, asesinados. Destruyó su familia. Derrochó su trabajo. Un día decidió cambiar.
Hoy es cacaolero. Tuvo que reparar sus tierras, limpiarlas de ácido, plantar el nuevo fruto, pasar de la pasta blanca a la pasta marrón. Está orgulloso de ese tránsito: sus hijos estudian, la comunidad mejora el nivel de vida, presumen de su cacoíto y uno de los chocolates más ricos del mundo.
Sin embargo, en esa zona de Tocache todavía hay miedo, todavía existen patrullas ciudadanas que controlan el tránsito, todavía es peligroso adentrarse en la sierra. El camarada Artemio estaba allí. Por alguna razón.
La historia de Ramón Aguilar forma parte del documental Perú sabe: la cocina, arma social, que, producido por Media Networks Latin America y Tensacalma, protagonizado por Ferran Adrià y Gastón Acurio, con guión y dirección de Jesús M. Santos, se estrenará en Lima el próximo 8 de junio.
