
La carta abierta que Pablo envió desde 20 minutos a su amigo Íñigo y la respuesta que Errejón trasladó al compañero Iglesias desde su Facebook no dejaron lugar y tiempo para las dudas. De ello se advertía en este Lagar en sendos escritos, porque, cuando en política las partes se reconocen inmersas en un conflicto interno, el problema no sólo es cierto sino que tiene todos los visos de hacerse cada vez más hondo.
A Pablo Iglesias no le habían agradado las diferencias expresadas por el que parecía su primer socio y, sobre todo, le había molestado que los afines a Íñigo Errejón desafiaran en las votaciones la decisión que había adoptado con relación al rumbo del partido en la Comunidad de Madrid.
La victoria pírrica de Ramón Espinar por la secretaría general de Madrid, tras una batalla en la que sus seguidores encontraron impulso en la supuesta solidaridad con quien había sido acusado de actividades poco acordes con los principios de su organización, enturbió aún más el conflicto. Al candidato oficial le salvaron la campana y algunas artimañas que pusieron en evidencia la limpieza de la propia organización.
Luego llegó otra victoria pírrica de Pablo Iglesias, ya cara a cara con Errejón, en la decisión sobre el proceso a seguir para la elección del secretario general de Podemos en el llamado Vistalegre II. Al líder no le bastó el triunfo por los pelos; al contrario, le pesó el apoyo recibido por su hasta entonces complemento, el responsable de la estrategia política del movimiento.
Con las heridas abiertas asumió la purga de uno de los dirigentes más significativos de la facción rival y liberó a su portavoz, Irene Montero, y al secretario de organización, Pablo Echenique, para responsabilizar a las huestes de Errejón de estar rompiendo la formación y destrozando los sueños de regeneración y redistribución de una generación de españoles.
La respuesta restalló en el campo de batalla, ya sin merodeos. Lo hicieron casi con las mismas acusaciones, aunque modificando el orden en que se produjeron algunos hechos, de manera que los primeros instigadores parecieran actores en legítima defensa y valedores del sueño y de las esencias del programa. Lo hicieron con armas casi similares, pese a la superior potencia de fuego de quienes controlan y manejan los arsenales de la organización.
Entonces surgió el ángel exterminador Juan Carlos Monedero con un artículo repleto de bilis contra quienes aún es su compañero y emergió Lorena Ruiz-Huerta, nueva portavoz de Podemos en la Comunidad de Madrid y sustituta del defenestrado José Manuel López, ahondando en la herida con un tono mucho más conciliador aunque ajeno a cualquier reconsideración o retroceso. Y al mismo tiempo, Pablo Iglesias, contradiciendo todo lo ocurrido, incluida su propia actitud, se dirigió a los suyos a través de YouTube para hacerse la víctima del desaguisado, para lamentar lo que están haciendo y para ofrecerse como mártir y taumaturgo, todo al tiempo. He aquí, transcrita, la rectificación; increíble, porque suena a hueca y a babosa. La respuesta en vídeo a la abuela de Podemos, con su tono melifluo, recordaba a la niña de Rajoy.
El conflicto ha desbordado, por su celeridad y su profundidad, otros precedentes de la política española. El sueño que capitalizó la protesta del 15M empieza a tener aspectos de pesadilla. Un grupo de profesores, encabezado por Fernando Broncano, que ha colaborado en el empeño de la nueva formación, alerta –aquí, sí, con rigor– del riesgo que corre Podemos y una parte relevante de la sociedad española, así como de los desmanes que abrieron una puerta al suicidio de un movimiento que propugnaba otras metas y otras artes. Merece la pena atender esas reflexiones. Sobre todo, porque no esconden que «mucha gente que ha acompañado a Podemos a lo largo de este camino cargado de peripecias, esfuerzos y logros siente traicionada su expresada convicción ante las evidencias de que quien se considera un líder indiscutible e insustituible lleva mucho tiempo manteniendo un soliloquio ajeno a todo diálogo real, siguiendo una estrategia que destruye lo más sustancial del increíble trabajo llevado a cabo en común por parte de mucha gente».
¿Hay alguien ahí? ¿O están sordos?
