
En la Justicia se obliga a aplicar la presunción de inocencia hasta que se hayan establecido los hechos probados. Por el contrario, en la vida público–política, mucho antes de que se hayan fijado aquellos hechos, se ejerce indiscriminadamente la presunción de culpabilidad.
No cabe duda: esta vía resulta mucho más excitante y, sobre todo, inmediata; se puede aplicar sin necesidad de escrutar los hechos que se valoran. T
Tal vez por ello haya jueces, órganos judiciales y políticos, ciudadanos y medios de comunicación que se apuntan a la segunda vía.
Buena gana de perder tiempo.
