«Birdman». Alejandro González Iñárritu, 2014
Después de tanto premio, tanta candidatura y tan ruidosa campaña de promoción, resulta que dos de los elementos más aireados como méritos se convierten más bien en otros tantos puntos débiles del nuevo filme del mexicano afincado en Estados Unidos Alejandro González Iñárritu: el supuesto y trucado rodaje en un solo plano secuencia nos obliga a soportar interminables recorridos por las oscuras galerías del teatro que constituye el escenario principal, además de dar lugar a numerosos enlaces visualmente artificiosos; y la interpretación estelar de Michael Keaton, en su doble papel de personaje famoso por su caracterización televisiva del Birdman del título y de promotor de un nuevo montaje de la obra De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver, se convierte en una exhibición de tics a los Jack Nicholson, con algunas reminiscencias del Richard Burton más desmelenado en ¿Quién teme a Virginia Woolf? (Who’s is Afraid of Virginia Woolf), la excelente adaptación de la pieza teatral de Edward Albee llevada a cabo por Mike Nichols en 1966.
Porque la película de Iñárritu parece a ratos una especie de patchwork de escenas y situaciones de películas clásicas, aunque no llegue a la altura de ninguna de ellas. Así, si las discusiones del protagonista con quienes lo rodean, en los camerinos del teatro, recuerdan con insistencia a la citada versión de Nichols, hay otras secuencias, y en especial las que se refieren al engreído actor Mike Shiner y a la despiadada periodista y crítica Tabitha Dickinson, que remiten directamente a Eva al desnudo (All About Eve, 1950), La condesa descalza (The Barefoot Contessa, 1954) y otras obras maestras de Joseph L. Mankiewicz.
Precisamente la historia de Riggan Thompson, actor de gran éxito gracias a un personaje de superhéroe sin entidad alguna –en clara alusión al Batman reiteradamente interpretado por el propio Michael Keaton–, que se lo juega todo a una carta montando una obra de prestigio con tal de llegar a ser respetado y no simplemente popular, es lo más interesante de esta construcción espectacular que acaba siendo más bien aparatosa. La reflexión que late tras el empeño de Riggan, y que abarca diversos puntos de vista sobre las industrias del entretenimiento y las de la cultura, y sus diferentes estamentos, está llena de matices acertados y corrosivos, que sin embargo tienden a difuminarse tras el entramado de relaciones personales del protagonista, con su hija y ayudante, su productor y amigo, sus antiguas parejas, el actor ególatra al que necesita para asegurar el éxito de su empeño y otra nutrida galería de personajes secundarios.
También resulta atractivo el desdoblamiento de personalidad que se ha producido en el intérprete famoso, apoyado en una voz over que acaba siendo off cuando descubrimos que el hombre pájaro aparece en la pantalla, y en la habitación de Riggan, después de haber oído sus palabras en lo que parecían simples aunque contradictorios pensamientos del personaje real. Pero una vez más la forma de materializar esas ideas, la representación física del pájaro y sus aditamentos, acaban restando fuerza a lo que se supone significan, que resulta mucho más sugerente en su formulación que en el resultado.
Todo eso queda de manifiesto cuando, después de haber planteado acertadamente el nudo de la cuestión, y haber sorprendido al espectador con las consecuencias que se desprenden de ese planteamiento, Birdman –que además ostenta el inquietante y pretencioso subtítulo de La inesperada virtud de la ignorancia– se pierde cerca ya del final, en mil inacabables circunvoluciones que más que profundizar en su sentido lo disuelven en una inútil exhibición de recursos plásticos, que no narrativos ni dramáticos. Una pena, porque todo lo que Edison Dewitt y Margo Channing nos enseñaron sobre la crítica teatral y el ocaso de un personaje triunfador en Eva al desnudo, y lo que los veteranos y resentidos Martha y George se vomitaron a la cara ante la estupefacción de los jóvenes Nick y Honey en ¿Quién teme a Virginia Woolf?, merecían una actualización más equilibrada y con menos fuegos de artificio.
FICHA TÉCNICA
Título original: «Birdman, or The Unexpected Virtue of Ignorance». Dirección: Alejandro González Inárritu. Guion: Alejandro González Iñárritu, Nicolas Giacobone, Alexander Dinelaris y Armando Bo. Fotografía: Emmanuel Lubezki, en color. Montaje: Douglas Crise y Stephen Mirrione. Música: Antonio Sánchez. Intérpretes: Michel Keaton (Riggan Thompson), Emma Stone (Sam), Edward Norton (Mike Shiner), Zach Galifianakis (Jake), Amy Ryan (Sylvia), Andrea Riseborough (Laura), Naomi Watts (Lesley), Lindsay Duncan (Tabitha). Producción: New Regency, M Productions y Le Gribsi (Estados Unidos y Canadá, 2014). Duración: 120 minutos.
