San Esteban de la Sierra: homenaje a Esperanza

Unas doscientas personas se sentaron en las escalinatas de El Corral del Cura, de San Esteban de la Sierra, para rendir homenaje a Esperanza Pérez Labrador. Anochecía. Era viernes, 24 de agosto. La mayor parte, vecinos del pueblo o paisanos que disfrutaban de sus vacaciones. Algunas personas llegaron ex profeso de otros municipios de la Sierra de Francia.

IMG_0244Antes, hace ya casi un año, se celebraron el homenaje de Casa de América, en Madrid, y el de la Casa de las Conchas, en Salamanca. En esta ocasión, por primera vez, se echaba en falta, y mucho, a la protagonista: quizás por ello hubo más lágrimas que risas, porque el contagio de la alegría de Esperanza se puede contar, pero no contagiar; eso sólo ella podía hacerlo.

El Corral del Cura es un espacio recuperado por la Asociación Cultural de San Esteban para actividades culturales. Tiene encanto y, sobre todo, recuerdos: allí estaba la casa en la que el párroco le negó el matrimonio a Víctor y a Esperanza, el espacio donde el sacerdote les reclamó dinero para acceder a su deseo; un poco más abajo, la iglesia, donde el mismo cura les obligó a un ritual burlesco, incapaz de impedir que el cariño de aquellos jóvenes aumentara con la convivencia y los hijos.

De todo eso, y de otras muchas circunstancias de la vida de Esperanza, se habló en el homenaje de San Esteban. Allí estaban amigas de la infancia, familiares y vecinos de diferentes generaciones que conocían detalles de la peripecia vital de una mujer ejemplar. Y allí estaban, sobre todo, la hija Manoli y la nieta Laura –el trabajo impidió la presencia de Maricel– , así como los dos bisnietos más pequeños de la estirpe Labrador: Marina y Álvaro.

La asociación, con la ayuda de Paco y Agustina, promovió un audiovisual que resumía la peripecia de Esperanza. Tras él se escucharon testimonios de Iñaki Gabilondo y José Antonio Pascual –la técnica impidió reproducir los de Baltasar Garzón. Tras una intervención de Jesús M. Santos, autor del libro “Esperanza”, Manoli agradeció personalmente el homenaje y, sobre todo el cariño y la emoción de San Esteban.

Esperanza (1)Josefa, anfitriona y presentadora del acto, con la ayuda de otros miembros de la asociación, Luisi y Javier, entregaron a Manoli un pañuelo blanco serrano bordado con motivos tradicionales, así como una cesta con las perrunillas que ella reclamaba de niña. Manoli les devolvió otros pañuelos blancos: dos de los que portaba su madre cuando giraba alrededor de la Plaza de Mayo con la inscripción del marido y los hijos que le arrebataron. El alcalde de San Esteban le entregó un pin con el escudo de la villa.

Todo fue una excelente excusa para conversar sobre Esperanza, para resaltar los valores de una mujer digna y aguerrida, luchadora incansable contra la barbarie y el olvido: un monumento a la emoción y a la memoria. Su pueblo, sus habitantes y muchos visitantes lo reconocieron y lo sintieron.Página Esperanza

 

El Adelanto y La Gaceta Regional se hicieron eco del homenaje.

 

 

 

 

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