Silogismos cotidianos sin conclusión segura

Rajoy no felicita a Pedro Sánchez, tras su elección como secretario general del PSOE, “para no molestar”

No le entienden.

Este hombre molesta incluso cuando no quiere.

 

A Messi le condenan. Con Neimar están en ello. Cristiano viene detrás.

No es lo mismo, según se mire.

Para comprender la información que ofrece la tele hay que saber de qué equipo es el director general.

Para ser ministro de Interior con el PP hay que estar dispuesto a condecorar a la virgen.

El ayuntamiento de Cádiz, que gobierna Podemos, también homenajea a la virgen, pero por voluntad popular.

No es lo mismo la estupidez individual que la colectiva. Esta tiene peor remedio.

El proyecto constitucional de los independentistas catalanes somete la justicia al poder ejecutivo.

La práctica del gobierno centralista hace lo mismo: coloca al frente de la judicatura a los jueces que colaboran con él; o sea, pone a la zorra al cuidado de ovejas.

¿Cómo elegir entre dos aberraciones?

Íñigo Domínguez firma un reportaje cargado de sugerencias: El choque de trenes visto desde Cataluña.

Sol Gallego Díaz suscribe un análisis tan razonable que no tranquiliza a nadie.

En cuestiones de fe solo los agnósticos resultan creíbles. Aunque en este caso importa más parecerlo que serlo.

 

Las cuestiones complejas no se resuelve de frente sino de lado.

Los plebiscitos abocan a la bronca. En cuestiones delicadas, mejor actuar con el método del pastelero.

El cariño no basta para hacer un buen pastel. Resuelven más los ingredientes, los tiempos, las proporciones, las temperaturas…

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