
TVE ha respondido con tino a la OPA mediante la cual Telecinco le arrebataba a Carlos Franganillo, hasta hace un mes conductor estrella de los Telediarios de la televisión pública. Para empezar, TVE ha respondido demostrando que en su nómina hay profesionales con capacidad para superar el reemplazo obligado o reivindicar un rostro nuevo y, también, que puede desarrollar una propuesta informativa inabarcable por la competencia privada.
TVE ha planificado el relevo con esmero. El programa especial emitido desde Oriente Medio desbordó los límites de un telediario. Situó el listón a un nivel inaccesible para sus competidores. Fue un programa informativo excelente, de otra liga: por la amplitud de perspectivas y, también, por la puesta en escena. Una demostración de recursos y de profesionales.
Sin embargo, ese hecho puede actuar a modo de boomerang. ¿Cuándo ese rigor, esa amplitud de miras, esa complejidad, ese riesgo, alcanzará, por ejemplo, a la información doméstica, donde los noticiarios de la pública parecen encorsetados por una pretendida neutralidad que obligara a pasar de puntillas por la información o a esconder el picante de la realidad española?
Ahí está el reto. Marta Carazo, como cabía preverlo por sus pasos en la corresponsalía de Bruselas, ha demostrado competencia, rigor e, incluso, frescura. El programa especial reiteró la potencia de TVE. Pero no basta. La exigencia mayor está más allá de la conductora y de la redacción. Se encuentra en las entrañas de la cadena pública. TVE tiene que sacar de sus mantras la neutralidad para demostrar su independencia. Tiene que abolir las restricciones mentales, el temor a equivocarse o el corsé funcionarial para profundizar en los hechos. La asepsia no basta. La información obliga a mancharse: desmontando las argucias y la tergiversación; rompiendo el debate planificado para abducir al espectador hasta desvelar lo que se esconde.
Hay veces en que la equivocación forma parte de este oficio. Que sea fruto de la búsqueda de la verdad, no el resultado deseado por quienes la esconden.
