Un paso adelante sin perder la vista atrás

1/08/2023. En medio del ruido surge una propuesta razonable. La planteó en su día, entre otros, Alfredo Pérez Rubalcaba, tan inteligente y astuto como admirado y sagaz. Algunos grupos la han planteado como trampantojo, aun a sabiendas de que debería ser tan exigente con el nacionalismo español, implícito en amplios sectores de la sociedad, como con los nacionalismos reconocidos y reivindicados desde determinados territorios. Sí; podría ser un paso adelante para evitar la marcha atrás o para impedir una deriva que eleve a la condición de árbitros a quienes disponen a su favor algunas reglas de juego.

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El Estado de las Autonomías es un invento singular; a la española. Carente de pedigrí internacional, se incorporó a la Constitución para navegar entre la unidad totalitaria asentada durante el franquismo y el afán disgregador de determinados territorios que el propio régimen autocrático había asumido como inevitables. El régimen franquista aplacó, mientras tuvo armada la fuerza, la tendencia disgregadora de esos territorios mediante inversiones más que generosas o a través del reconocimiento de unos fueros excepcionales.

De esa manera, el régimen español actual aúna la tendencia unificadora del viejo escudo –una, grande y libre– y la disgregadora implícita en la parcelación de la acción política a través de 17 comunidades autónomas, sin contar Ceuta y Melilla por sus anacrónicas circunstancias. Ese es el Estado de las Autonomías normalizado por la vía de los hechos a través de la Constitución y los diferentes desarrollos legislativos.

El fruto de voluntades y circunstancias tan paradójicas ha engendrado una criatura peculiar, capaz de atemperar tensiones y de generar enconos sucesiva, alternativa o simultáneamente. Un resultado paradójico que esconde, bajo un aparente equilibrio, desigualdades innegables; un engendro criticable que, pese a las disconformidades que en muchas ocasiones suscita, ha conseguido hacer viable, durante varias décadas, la vida en común de este país llamado España.

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El problema mayor radica en que el artefacto del que se deriva el gobierno de los asuntos públicos y la representación de la sociedad dependen de decisiones humanas no siempre atentas a los asuntos generales; de actitudes partidistas que priorizan los intereses propios a la hora de establecer los criterios y los mecanismos de la acción pública, de la política.

La gobernabilidad de España tras las últimas elecciones obliga a reflexionar sobre el modelo representativo español y sobre la estructura del Estado. Los partidos nacionalistas de dos territorios tienen la clave de la gobernabilidad de cada uno de las 17 nacionalidades o regiones y del país entero. Y esa realidad es el fruto de una organización singular, que en algunos casos puede conducir a una situación perversa. En concreto, a una salida funesta, no tanto por el modelo administrativo o electoral como por las decisiones y prioridades de quienes administran los votos populares.

¿Cabe algún remedio para salir del embrollo al que han abocado los últimos resultados electorales y los intereses de algunas formaciones políticas completamente al margen de la legitimidad que su estatus reclama? ¿Caben en un sistema democrático quienes tratan de asaltarlo mediante la negación de derechos cívicos? ¿Caben aquellos otros que pretenden desbordar por procedimientos espurios la legalidad vigente? ¿Cabe poner al propio Estado contra las cuerdas para forzar decisiones merecedoras de mayores consensos?

A la vista de algunas cuestiones que se plantean, la salida más saludable tal vez pueda llegar a través de la profundización del propio sistema político. A través del paso adelante del Estado de las Autonomías hacia un Estado Federal capaz de equilibrar los derechos comunes e incuestionables y la adaptación de las actividades administrativas a una realidad social diferenciada.

No es fácil. En primer lugar, porque el federalismo impone la equidad en derechos y deberes de todos los territorios y el establecimiento de mecanismos compensatorios para corroborar ese principio elemental. El federalismo se antoja tan contrario a la uniformidad de todas los partes como a la escisión de pretendidos reinos de taifas. Tan favorable a la autonomía administrativa en la gestión de los recursos propios como al establecimiento de mecanismos de compensación entre los más prósperos y los menos favorecidos. Tan obligado a la corresponsabilidad en los principios generales como a la adaptación de sus prioridades al territorio en función de su historia o sus circunstancias. Tan urgido a la cooperación como a la transparencia, a la reafirmación de lo propio como al interés por lo ajeno, a la valoración de  las diferencias como al compromiso común, a la reflexión permanente y compartida sobre la realidad en construcción, al estímulo mutuo y a la plena responsabilidad sobre los asuntos particulares.

Una sociedad corresponsable desde la diversidad con objetivos comunes mediante mecanismos de colaboración respetuosos y veraces. Con plena transparencia y sin trampas.

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Estos propósitos o estas salidas requieren asumir la complejidad de la propuesta e incluso  ciertas dosis de ambigüedad para favorecer la adaptabilidad casi permanente del modelo en función de los resultados. Todo ello mediante respuestas dúctiles, adaptables a realidades cambiantes e incluso a análisis acordes con las nuevas realidades..

Se trata de un problema de modelo, pero también de un problema de actitud. ¿Quienes más abogan por el reconocimiento de su propia identidad están dispuestos a asumir su corresponsabilidad con el devenir de los que dan por bueno lo conocido? ¿Quienes han encontrado un cómodo modus vivendi favorable están dispuestos a asumir el desafío de una mayor compromiso con el futuro de todos? ¿Quienes niegan la condición de sanguijuelas del Estado están dispuestos a aprovechar los recursos añadidos para acercarse a la propia autonomía? ¿Quienes se consideran paganos del común están dispuestos a asumir su responsabilidad con el conjunto? ¿Cabe la posibilidad de que la política se convierta en un asunto serio: solidario y transparente?

Casi na.

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Quien esté interesado en las Variaciones sobre el mismo tema desarrolladas a lo largo de las últimas semanas en este Lagar aquí puede encontrarlas. No solo podrá elegir, sino también advertir de los diferentes matices, e inclusode algunas contradicciones, entre las diferentes y sucesivas opiniones. Por orden inversión de publicación: de la más reciente a la más lejana.

La España que propicia Vox,

Vencer por convicción, no por conveniencia,

El truco es el trato,

Investidura de sapos o culebras,

Incertidumbre y contradicción: actitudes razonables,

Nuevo gobierno: mucho más que perder o ganar,

¿El laberinto español… tiene salida?,

En la encrucijada no valen apaños,

El idioma que entiende y confunde,

Solo importa ganar,

Un paso adelante sin perder la vista atrás,

¿O todo o nada?,

La derecha española dónde está.

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