Un secreto ingenuo y contradictorio

Una novela que Antonio Muñoz Molina escribió y público hace ya 30 años vuelve ahora a las librerías editada en esta ocasión por Seix Barral. El dueño del secreto es una novela corta, en alguna medida autobiográfica, redactada con esmero para ser leída con placer. Remite a una época muy concreta, la de los estertores del franquismo y del activismo clandestino contra una dictadura, criticada desde dentro y desde fuera, que resistía contra las expectativas abiertas en Portugal por la Revolución de los Claveles.

En ese periodo se mueve el protagonista y narrador de El dueño del secreto, un joven que, decidido a estudiar periodismo, se traslada desde su lugar de nacimiento a Madrid. Allí el compromiso político le lleva a involucrarse en actividades supuestamente clandestinas que, con el respaldo de algún militar y de grupos de resistencia dentro y fuera de España, pretendían derrocar al régimen franquista.

Entre la ingenuidad y el voluntarismo, entre la convicción de lo que se debe hacer y el secreto, el protagonista describe sus peripecias, cargadas de ingenuidad y basadas en el deseo e incluso en el convencimiento de participar en el final de la dictadura.

El dueño del secreto sitúa al lector ante acontecimientos irrefutables, pero también ante un estado de ánimo; ante el voluntarismo creyente de una generación obligada a dar sentido a su vida mediante una resistencia sin medios ni organización. Frente a perspectivas más coherentes y estructuradas, aquí se ofrece una vía a medio camino entre la contradicción y el afán de supervivencia; la representa Tovarich, el íntimo amigo del protagonista. Por otra parte, atrapada en el sigilo de la más estricta clandestinidad, Ataúlfo, opositor clandestino de perfil incierto, representa a una oposiición supuestamente articulada que presiente el final de un tiempo cruel.

El desarrollo posterior de la excelente obra literaria de Antonio Muñoz Molina puede invitar a minusvalorar El dueño del secreto, pese a que el estilo del escritor ubetense obligue a reconocerla como una obra digna de quien hoy es uno de los escritores españoles más reconocidos.

Una novela, en fin, entretenida y recomendable por su calidad literaria; en primer lugar, para quienes vivieron aquellos años del final de la Dictadura y, tal vez, sobre todo, para quienes deseen ver y valorar cómo fueron aquellos tiempos. Muñoz Molina describe su propia perspectiva, tal vez marginal, pero no menor, sobre un periodo histórico que vivió muy joven. Tal vez su narración, siempre brillante, invite a pensar, 30 años después de la primera edición de El dueño del secreto, sobre aquel tiempo tan cargadon de sugerencias como de contradicciones.

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