
«Tren de noche a Lisboa». Bille August, 2012
Y va de cineastas europeos con larga trayectoria creativa a sus espaldas. Tras Philomena, de Stephen Frears y Crónicas diplomáticas, de Bertrand Tavernier, se estrena con cierto retraso Tren de noche a Lisboa, del danés Bille August (Pelle el conquistador, 1987, sobre la emigración nórdica a América; Las mejores intenciones, 1991, con guion de Ingmar Bergman; Adiós Bafana, 2007, en torno a la figura de Nelson Mandela, entre otros títulos muy conocidos, bastantes de ellos adaptaciones de relatos de éxito).
Con un reparto de lujo, resultado quizás de la intervención de varios países en la producción, y donde destacan los ya veteranos Jeremy Irons, Tom Courtenay, Bruno Ganz, Charlotte Rampling, Christopher Lee o Lena Olin, la película es una versión cinematográfica de la novela del mismo título de Pascal Mercier –seudónimo del profesor de filosofía suizo de habla alemana Peter Bieri– y narra el viaje del también enseñante, éste de lenguas clásicas, Raimund Gregorius de Berna a la capital portuguesa, movido por un impulso irracional: ha salvado del suicidio a una joven desconocida, que desaparece después rápidamente, dejando atrás una gabardina roja, un libro y, dentro de éste, un billete del tren que saldrá para Lisboa esa misma noche. Al no encontrar a la chica en la estación, él mismo se introduce en un vagón y comienza la insólita aventura.
Superada la gratuidad de ese salto argumental –apenas justificado después porque el protagonista creerá que en el citado libro, «Un orfebre de palabras», se plantean temas que lo han inquietado siempre y cuyas reflexiones le producen una honda emoción–, la película se centra en la búsqueda de su autor: el joven Amadeu Almeida de Prado, médico de profesión, miembro de una familia acomodada y muy conservadora, opositor al régimen del dictador portugués Oliveira Salazar e integrante de un reducido grupo de amigos que se distinguieron por su lucha clandestina pero entre los que surgieron graves enfrentamientos por motivos sentimentales.
Raimund no tarda en saber que Amadeu murió, de un aneurisma cuya existencia conocía de antiguo pero había mantenido en secreto, el mismo día en que triunfaba en su país la llamada Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974. El profesor inicia entonces una serie de contactos con la enigmática hermana del fallecido, que se niega a aceptar su muerte, y con los supervivientes del grupo, ahora distanciados, así como con una oculista a la que ha conocido de forma casual y con la que entablará una relación especial.
Queda claro desde el principio que Tren de noche a Lisboa nos propone un doble viaje, a la personalidad de Raimund y al pasado de Portugal, en uno de los periodos más negros de su historia. Algo parecido a aquel otro Tren nocturno (Pociag, 1959) en el que el polaco Jerzy Kawalerowicz describió de modo alegórico y casi existencialista las también tenebrosas condiciones de la vida cotidiana en su país natal.
Sólo que en la película de Bille August, tras casi dos horas de peripecias constantemente salteadas por flash-backs explicativos y lastradas por demasiadas frases del texto original, ni sabemos demasiado de su protagonista ni conocemos del salazarismo mucho más que la bestial crueldad de los agentes de la policía política PIDE, encabezados por el llamado «carnicero de Lisboa», y algunas manifestaciones rebeldes con imágenes de guardarropía que más parecen de principios del siglo XX o sacadas del Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci.
Quedan en pie, no obstante, una más que digna factura formal, con una excelente fotografía que subraya las diferencias entre pasado y presente; una sólida dirección de actores, que propicia las magníficas interpretaciones tanto de Jeremy Irons como de esa espléndida galería de secundarios, y un loable aunque fallido intento de unir, al hilo de una novela quizá demasiado filosófica, la introspección individual y la reconstrucción de una trágica historia colectiva.
FICHA TÉCNICA
Título original: «Nachtzug nach Lissabon». Dirección: Bille August. Guion: Greg Latter y Ulrich Herrman, sobre la novela de Pascal Mercier. Fotografía: Filip Zumbrunn, en color. Montaje: Hansjörg Weissbrich. Música: Annette Focks. Intérpretes: Jeremy Irons (Raimund Gregorius), Mélanie Laurent (Estefania joven), Jack Huston (Amadeu de Prado), Martina Gedeck (Mariana), Tom Courtenay (João Eça), August Diehl (Jorge O’Kelly joven), Bruno Ganz (Jorge O’Kelly), Lena Olin (Estefania), Christopher Lee (padre Bartolomeu), Charlotte Rampling (Adriana de Prado). Producción: Studio Hamburg, C-Films, Cinemate, K5 International (Alemania, Suiza y Portugal, 2012). Duración: 111 minutos.
