Uno reparte mandobles y el otro le da la razón

Hacia mucho que no leía algo tan furibundo contra el PSOE y sus dirigentes. Quizás desde la última vez que Félix de Azúa escribió sobre este mismo asunto. Aquí no hay tapujos ni  retórica condescendiente. Lanzadas en carne viva. Tan graves que apartar la pus sirve de poco.

La solución que propone, sin embargo, parece discutible y, en ese sentido, la acidez de la crítica parece amañada. Demasiado evidente la posición de partida, el punto de mira, la perspectiva que se contempla.

O no. Hace mucho, debatiendo sobre el género de la entrevista, alguien planteó que todas las preguntas son siempre legítimas; y otro alguien respondió que siempre que el periodista las haga desde una misma posición o desde un mismo planteamiento. Si no, el algodón… engaña.

En este caso, sin tratarse de una entrevista, la crítica de Félix de Azúa… no lo hace. Se sabe desde dónde mira, analiza, y raja.

 

Horas antes, Alfredo Pérez Rubalcaba había salido, tres días después, a explicar lo ocurrido en las elecciones gallegas y vascas. Oído lo dicho, daban ganas de aplicarle el recetario de Azúa sin omeoprazol ni analgésico alguno. Mas con cuidado.

El problema de fondo no es, pese a su gravedad extrema, la acción política que desarrolla el PSOE y, en particular, su máximo dirigente, que lo mismo se sumerge en el tancredismo del presidente, en las obviedades para calmar a la tropa o en un tencontén entre la discrepancia y el pacto que no satisface a nadie, porque aquí desde los tiempos de Pavía (don Alfonso) la oposición es barbarie. La extrema gravedad afecta a todo el partido, que se ha quedado sin horizonte ni perspectiva. Y eso requiere cirugía muy invasiva y mucha rehabilitación. Hará falta tiempo. Entretanto… la intemperie o las verdes praderas de los sueños.

Artículo anteriorPeriodismo bajo control
Artículo siguiente«Perú sabe». Última estación: Washington, próxima: La Habana